Bioquímico estadounidense de origen polaco que acuñó el término vitamina para denominar sustancias vitales presentes en los alimentos. Realizó sus estudios superiores en diversos centros de Europa oriental, obtuvo el doctorado en la Universidad de Berna (1904) y después completó su formación en el Instituto Pasteur de París y en los hospitales de Wiesbaden y Berlín.
En 1910 pasó a trabajar al Instituto Lister de Medicina Preventiva de Londres, donde comenzó a investigar sobre diversas enfermedades producidas por carencias alimenticias como el escorbuto, el beriberi, la pelagra o el raquitismo. En 1911 descubrió, mediante experimentos con palomas enfermas, que una sustancia de la familia de las aminas, presente en la cáscara del arroz, impedía la aparición del beriberi, enfermedad habitual precisamente donde la dieta estaba basada en el arroz descascarillado.
A esa sustancia le dio el nombre de vitamines, en referencia a los términos latinos vita (´vida´) y amines (´compuestos químicos que contienen nitrógeno´) en la creencia errónea de que todos los factores vitales eran aminas; no obstante, el término quedó fijado para la historia, y la tiamina es conocida universalmente como vitamina B. Funk llegó a la conclusión que tan sólo una pequeña cantidad de esa sustancia (1 miligramo) bastaba para prevenir la enfermedad, y en sus experimentos con las cáscaras de arroz llegó a aislar el ácido nicotínico o niacina, que posteriormente sirvió para curar la pelagra
En 1915 emigró a los Estados Unidos y fijó su residencia en Nueva York, donde realizó importantes investigaciones sobre el cáncer mediante el estudio del metabolismo del azúcar en las células cancerosas. También contribuyó a un mejor conocimiento de las hormonas de la glándula pituitaria y glándulas sexuales, así como a establecer la importancia del equilibrio entre hormonas y vitaminas.
En 1917 fue nombrado jefe del Departamento de Investigación de la firma H. A. Metz Company, y entre 1921 y 1923 fue profesor de bioquímica en la Facultad de Medicina y Cirugía de la Universidad de Columbia. A continuación regresó a Polonia para ocupar el cargo de jefe del Departamento de Bioquímica de la Escuela Oficial de Higiene de Varsovia. En 1928 se trasladó a Francia y allí estableció un laboratorio, la Casa Biochemica, en el suburbio parisino de Rueil-Malmaison. Permaneció en este país hasta mediados de la década de 1930, cuando volvió a Nueva York contratado como asesor de investigación de la compañía Vitamin Corporation, puesto en el que permaneció hasta su muerte. Fue autor de la obra Die Vitamine (1913)
(Trakehnen, 1890 - Düsseldorf, 1960) Economista y político alemán. Figura importante de la Alemania nazi, ocupó los cargos de ministro de Economía del Tercer Reich y presidente del Reichbank. Fue uno de los miembros del gobierno nazi que tomó parte en la planificación económica del ataque a la Unión Soviética y a los países del Este, y tuvo un papel muy activo en la confiscación de los bienes de la comunidad judía. Procesado por el Tribunal Militar Internacional de Nuremberg, fue condenado a cadena perpetua
Walter Funk cursó estudios de Economía en las universidades de Berlín y Leipzig, poco antes de unirse como voluntario al ejército alemán, a comienzos de la Primera Guerra Mundial. A pesar de su afán por servir a la patria, fue descargado de servicio en 1916, ya que se le consideró no apto para llevar a cabo tareas militares. En su vuelta a la vida civil centró sus miras en el mundo editorial, donde logró convertirse, a partir de 1922, en el editor del diario económico y financiero más importante de Alemania, el Berliner Boersen Zeitung.
Funk ya conocía el mundo del periodismo puesto que en 1912, antes de recibir la llamada del deber militar, colaboraba en diferentes periódicos para los que redactaba artículos sobre economía. Además, supo beneficiarse de su enlace matrimonial con una mujer acaudalada en 1920, lo que le abrió las puertas de los más influyentes círculos financieros de la ciudad de Berlín y de toda Alemania
El poder económico que adquirió y, sobre todo, la influencia que en los ámbitos financieros poseía, provocaron que el Partido Nacionalsocialista se fijara en él para integrarlo a sus filas. Funk aceptó de buen grado afiliarse al partido de Hitler y pronto ascendió en el organigrama del mismo al hacerse cargo, en 1930, de su Departamento de Economía. A partir de ese momento se rodeó de la plana mayor del partido y, en el año 1931, el mismísimo Hitler le pidió que fuera su consejero económico personal.
Su cometido principal fue la mediación entre la cúpula del partido y los industriales alemanes, ya que sus contactos en esos círculos eran inmejorables. Con la llegada al poder del partido de Hitler, Funk se ocupó en un principio de la Oficina de Prensa del Reich, responsabilidad ésta que le duró poco, puesto que fue en realidad Goebbels el que se hizo cargo de todo lo relativo a la propaganda del régimen, aunque mantuvo a Funk a su servicio hasta 1938. En ese mismo año sucedió a Hjalmar Schacht al frente del Ministerio de Economía y, el 20 de enero de 1939, ocupó su puesto como presidente del Reichbank. Aunque era el ministro nominal de Economía, tenía que operar bajo la estricta supervisión de Hermann Goering, que había sido nombrado general plenipotenciario para el plan económico tetraanual
A pesar de su cargo y de ser el consejero personal de Hitler, quedó claro que Funk no era excesivamente apreciado por el reducido grupo de colaboradores del dictador, por lo que no ejerció su cargo hasta que no finalizaron las importantes conferencias que establecieron los planes militares nazis. A partir de ese instante, planificó, en materia económica, el ataque a los países del Este.
Funk se encontró con la ventaja de recibir plenos poderes para ordenar y organizar la requisa por parte de las SS de las pertenencias de las familias judías. También participó activamente en la confiscación de bienes en países ocupados, como, por ejemplo, en la apropiación de las reservas de oro del Banco Checo. En cuanto Alemania entró en guerra, se le nombró Jefe Plenipotenciario para la Economía, aunque su actuación siempre estuvo supervisada por Goering
Al frente del ministerio, Funk publicó dos decretos el 27 de agosto de 1939, cuando se iniciaba la invasión de Polonia. Dichos decretos marcaban las pautas económicas que debían seguirse ante el inminente periodo de guerra. En ellos se imponía el racionamiento de los bienes de consumo para la sociedad alemana y se establecía la división de las autoridades económicas regionales.
Apenas tres días más tarde, Hitler, Goering y Lammers sellaron un decreto por el cual se conformaba el Consejo Ministerial para la Defensa del Reich, compuesto por el propio Goering, Funk y Hess, además de otras personalidades. Dicho consejo tenía el deber de actuar como Gabinete de Guerra del gobierno nazi. Por tanto, Funk tuvo pleno conocimiento de los planes de agresión militar de Alemania, puesto que sólo de esa manera pudo hacer una planificación económica. Como es obvio, tales planes sólo podrían ser desarrollados si estaban sincronizados con una economía y financiación que los complementara.
En esa época, llegó a afirmar en diversos escritos que la anexión de Austria era una necesidad imperiosa, tanto política como económicamente, para lograr la expansión del dominio nazi por toda Europa. De la misma manera, en una carta personal que dirigió a Hitler el día 25 de agosto de 1939, le expresaba su agradecimiento por dejarle participar en los eventos que se estaban produciendo en esos días, así como por aprobar sus planes de financiación. La misiva concluía prometiendo fidelidad eterna al Führer
A partir del año 1941, Funk centró su actividad en preparar la financiación económica de la invasión de la Unión Soviética. Para poder cumplir esta misión, inició sus contactos con Rosenberg. Ambos intentaron prever los problemas económicos que supondría, tanto para las tropas destacadas como para la población alemana, el inminente asalto a la Unión Soviética. Tras las primeras reuniones, Funk decidió nombrar a Schlotterer como su representante personal, puesto que a él le era imposible reunirse diariamente con Rosenberg
En mayo de 1945 Walter Funk fue hecho prisionero por las tropas aliadas estadounidenses y, el 29 de agosto de ese mismo año, acusado ante el Tribunal Militar Internacional de Nuremberg. En su defensa se describió a sí mismo como un hombre sin importancia dentro del aparato nazi, al que no se le permitía participar en las grandes decisiones del régimen. Esta calificación fue incluso corroborada por el propio Goering, que lo tildó de subordinado insignificante.
A pesar de estos testimonios, la corte le encontró culpable de crímenes contra la paz, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, por lo que el 1 de octubre fue sentenciado a cadena perpetua. Sin duda esta apariencia de hombre sin importancia dentro del gobierno fue lo que le salvó la vida. Ingresado en prisión desde ese momento, fue puesto en libertad el 16 de mayo de 1957