Narrador, ensayista y dramaturgo; como novelista consiguió que escenas eróticas y a menudo obscenas devinieran una visión poética del universo, y como dramaturgo fue un precursor del teatro de vanguardia, en especial de la corriente del absurdo
Hijo de una prostituta, fue abandonado por su madre y criado por una familia de campesinos cerca de Morvan. A los diez años fue acusado de robo e internado en la institución para delincuentes Mettray. A pesar de ser inocente, el joven Genet decidió hacerse ladrón, ya que la sociedad lo había calificado como tal. A los dieciséis años se fugó de casa y se alistó en la Legión Extranjera, de la que desertó para dedicarse a una vida de contrabando, robo y prostitución por varios países europeos.
A principios de la década de los cuarenta, mientras estaba en prisión, comenzó a escribir. Su primera obra, fruto de su larga experiencia carcelaria y su vida de delincuencia fue El condenado a muerte (1942), que dedicó a un amigo condenado a la pena capital por homicidio. Pero es en Nuestra Señora de las flores (1944) donde Genet realiza un primer trabajo autobiográfico, acerca de la homosexualidad y la vida en los bajos fondos.
Sus obras siguientes, que son la parte esencial de su labor narrativa, al igual que la citada, están compuestas por una prosa lírica que se mezcla con el lenguaje de los bajos fondos y en ella vuelve a tocar la misma temática personal. Éstas son El milagro de la rosa (1946), Pompas fúnebres (1947), Querella de Brest (1947) y Diario de un ladrón (1949). En 1947, detenido ya diez veces por robo, es condenado a cadena perpetua pero sigue escribiendo. Sus novelas, calificadas de "poemas en prosa" y su prestigio literario hacen que un grupo de autores, artistas e intelectuales franceses, entre los que se encuentran Sartre y Cocteau, redacten una petición de liberación que le fue concedida por el presidente de Francia en 1948.
En 1947 Genet se inclina hacia el teatro, medio en el que se desarrollan sus obras más impactantes, y escribe Las criadas. Esta obra marca su entrada en la corriente del absurdo. En ella dos criadas se van turnando para interpretar el papel de su señora moviéndose entre la realidad y la fantasía en búsqueda de sus identidades. El cambio de papeles y la inversión del bien y del mal son técnicas habituales del autor, que utiliza para denunciar la falsedad de los valores sociales y políticos.
A Las criadas le sigue Estricta vigilancia (1949), que retrata el mundo de la prisión, El balcón (1956), ambientada en un prostíbulo donde los clientes intentan transformarse en los personajes que desearían ser, Los negros (1958) y Los biombos (1961). En las décadas de los sesenta y los setenta, consolidada ya su fama internacional como autor, Genet va abandonando la literatura para luchar por la causa de "los proscritos y oprimidos" de la sociedad. En un viaje a los Estados Unidos se solidariza con los Panteras Negras y más adelante, en el Líbano, escribe en defensa del pueblo palestino.
De sus últimos ensayos cabe destacar Cartas a Roger Blin (1966), que versa sobre el teatro, y el libro que se editó de forma póstuma Un cautivo enamorado (1986). Aunque su obra se consideró en un principio como pornográfica, Genet se definió enseguida como un existencialista comprometido con los problemas de la identidad y la alienación. Se le considera uno de los escritores más importantes del siglo XX y en 1983 se le concedió el Premio Nacional de las Letras Francesas
(Temujin, más conocido como Gengis Jan o Gengis Kan; Chita, actual Rusia, h. 1167-Gansu, actual China, 1227) Fundador del imperio mongol. Hijo de Yesugei, miembro del clan real Borjigin, de religión chamanista, que había dominado la Mongolia oriental hasta que fue prácticamente aniquilada por los tártaros a mediados del siglo XII. Perdió a su padre cuando tenía nueve o diez años, lo cual sumió en la miseria a su familia, que hubo de hacer frente a grandes dificultades para sobrevivir.
Unos años más tarde, el joven Temujin encontró refugio en Ulan Bator, entre la tribu de los kerait, dirigida por Toghril Beg. Ayudado por éste y por Jamuka, un amigo de la infancia, reunió un temible ejército que derrotó a los merkit, tribu del norte de Mongolia, y a los tártaros (1198-1202). El valor y la astucia demostrados por Temujin hicieron que muchos nobles se unieran a él y lo aclamaran como jefe, decisión que provocó la rivalidad de sus antiguos aliados. Se enfrentó a ellos y venció y dio muerte a Toghril, Jamuka y los demás y ordenó la dispersión de los kerait entre las diferentes tribus mongolas (1203-1204).
En 1206, Temujin, dueño y señor de la estepa, fue proclamado Gengis Jan, o Kan, por una gran asamblea de príncipes mongoles reunida a orillas del río Onon. Tras haber unificado las tribus mongolas y turcomongolas del Gobi bajo su mando y reorganizado su ejército según la división decimal de unidades de combate, consideró llegado el momento de acometer su empresa más ambiciosa: la conquista del mundo.
La epopeya de Gengis Jan se inició con la conquista de China, donde se dirigió primero hacia el oeste para someter el reino tangut de Hsi Hsia, en el río Amarillo (1209), y después hacia el nordeste con el objetivo de dominar Manchuria. En 1215, la ciudad de Cambaluc (actual Pekín) caía en su poder. A continuación, encomendó al general Mukali la conquista sistemática del norte de China, mientras él penetraba en el reino de Kara-Kitay, en el Kazajstán.
Tras adentrarse más en las tierras occidentales de Asia, entre 1219 y 1221 se enfrentó a los chas Corasmia, a quienes arrebató las ciudades de Bujara, Samarkanda y Urguench, y saqueó Tiflis, en Georgia, y Sudak, en Crimea. Posteriormente, devastó Afganistán en una rápida campaña, al tiempo que el ejército de una coalición de príncipes ucranianos era derrotado por sus generales a orillas del Kalka y su hijo Tului invadía Jhorezm, la mayor potencia musulmana de Asia Central.
En 1225, Gengis Jan regresaba triunfante a Mongolia, y dos años después, preparaba una nueva expedición contra el reino de Hsi Hsia. No llegó a realizarla: el 18 de agosto de 1227 moría a consecuencia de las heridas sufridas al caer del caballo.
Tras su desaparición, el imperio mongol por él forjado, que se extendía desde Corea hasta el mar Caspio, se dividió entre sus cuatro hijos, bajo la autoridad del tercero de ellos, Ogodei, quien fue elegido gran jan por la asamblea de príncipes mongoles (1229). Ogodei consolidó las conquistas de su padre, completó la sumisión del norte de China (1234) y Corea (1236), ensanchó el imperio, estableció el protectorado mongol sobre Georgia, Armenia y el Cáucaso y penetró en Rusia y en la llanura del Danubio (1237-1240).
A pesar de su fama de conquistador cruel y despiadado, Gengis Jan fue un soberano hábil e inteligente, que impuso la paz y el orden en sus dominios, acabó con las seculares rivalidades tribales y el bandolerismo, creó nuevas vías de comunicación, respetó las diferentes creencias de sus súbditos y, sin saber leer, supo valorar la utilidad del lenguaje escrito