Físico teórico estadounidense. Niño prodigio, ingresó en la Universidad de Yale a la edad de quince años, y se licenció en física a los diecinueve. En 1951 se doctoró por el Massachusetts Institute of Technology con una tesis sobre el tema que iba a ocupar la mayor parte de su trayectoria investigadora: las partículas subatómicas. Un año después se unió al equipo del Instituto de Estudios Nucleares de la Universidad de Chicago, para finalmente asentarse en el California Institute of Technology, en el cual ocupó la cátedra Millikan de física teórica en 1967.
Varias son las aportaciones de Gell-Mann al campo de la física de partículas, de la que está considerado como una de las figuras más relevantes. En 1953 definió una nueva propiedad cuántica, que bautizó como «extrañeza», para explicar las extrañas pautas de desintegración de ciertas clases de mesones (partículas de espín uno o cero, características de las interacciones fuertes).
En 1961, él y el físico israelí Yuval Ne’eman propusieron de forma simultánea pero independiente un sistema de clasificación de las partículas elementales pesadas descubiertas poco antes, al cual denominaron método óctuplo. Dicho esquema agrupaba mesones y bariones en multipletes de 1, 8 o 27 miembros en función de sus propiedades, como la carga eléctrica; las partículas de cada multiplete se considerarían entonces como estados variables de una misma partícula elemental.
Como consecuencia de dicha teoría, Gell-Mann predijo la existencia de una nueva partícula, que denominó omega negativa, efectivamente detectada ese mismo año mediante el acelerador de partículas de Brookhaven. Tres años después propondría la existencia de unos componentes de la materia aún más fundamentales que las partículas elementales, a los que bautizó con el literario nombre de quark. En 1969 se le concedió el Premio Nobel de Física
Obispo de Santiago (?, h. 1068 - Santiago de Compostela, h. 1139/40). Este eclesiástico, hijo de un caballero gallego, sirvió como notario a los condes de Galicia Raimundo de Borgoña y doña Urraca. Por influjo de éstos fue nombrado obispo de Santiago al quedar la sede vacante en 1100.
Su política de entendimiento con Roma y con el rey leonés ( Alfonso VI) le permitió engrandecer la diócesis (elevada al rango arzobispal en 1120), adquiriendo privilegios como el de acuñar moneda; unido esto a la riqueza que las peregrinaciones aportaban a la diócesis compostelana, Gelmírez llegó a ejercer como una especie de gobernador de Galicia, con amplios poderes eclesiásticos y temporales; reprimió varios intentos de rebelión de burgueses y nobles, armó barcos para defender las costas de las incursiones normandas y musulmanas, y desempeñó un papel importante en la transición del reinado de Alfonso VI al de Alfonso VII.
Efectivamente, cuando la reina viuda, doña Urraca, casó con Alfonso I de Aragón, Gelmírez apoyó la proclamación de Alfonso VII como rey de Galicia, sometiendo a los nobles reticentes (1109-11); por aquella postura llegó a estar en prisión durante los enfrentamientos que siguieron. Más tarde llegó a un entendimiento con Urraca y, muerta ésta en 1126, colaboró con su hijo Alfonso VII, ya rey de León, en el sometimiento de la nobleza gallega y las luchas contra Portugal.
Sin embargo, la ambición del rey por apoderarse de las riquezas de la diócesis le llevó a apoyar una conspiración contra el obispo, en la que el éste resultó herido (1135); en lo sucesivo, viejo y aislado, Gelmírez vio declinar su poder y tuvo que entregar cuantiosos donativos al rey