Médico bacteriólogo estadounidense de origen húngaro que demostró el carácter no contagioso de la pelagra. Esta enfermedad apareció en Estados Unidos a finales del siglo XIX y se extendió entre poblaciones humildes, en las que provocó la muerte de miles de personas. Los síntomas consistían en un tipo de dermatitis caracterizado por enrojecimientos acompañados de ampollas y pústulas, diarrea, dolencias estomacales, parálisis y convulsiones, que en muchos casos llevaban al enfermo a la demencia o el suicidio
En 1914 el Servicio Público de Salud encargó a Goldberger investigar las causas que la producían. Una vez llevadas a cabo las investigaciones, concluyó que se trataba de un estado carencial provocado por la falta de vitamina PP (nicotinamida), que se encuentra en la carne, huevos y algunas verduras. En sus ensayos llegó a inyectarse a sí mismo secreciones de los enfermos que, al no desarrollarse en su organismo, mostraron lo cierto de su hipótesis. También comprobó que en las regiones donde azotaba la pelagra, la población se alimentaba principalmente de maíz y carne de cerdo
(William Gerald Golding; Saint Columb Minor, 1911 - Perranarworthal, 1993). Narrador y ensayista británico, premio Nobel de Literatura en 1983. Golding es el novelista alegórico por excelencia que intenta mostrar las dificultades -a veces la imposibilidad- que encuentra el hombre moderno para cumplir las normas elementales de la ley natural.
Recibió durante su infancia y juventud una sólida formación humanista y literaria que lo influyó para los temas posteriores de sus novelas. En 1935, cuando ya era profesor de la Bishop Wandsworths School, en Salisbury, publicó un correcto volumen de poemas. Estudió en la Universidad de Oxford, se alistó en la Marina durante la Segunda Guerra Mundial, participó en el desembarco de Normandía y terminada la contienda se dedicó más seriamente a la literatura.
Publicó su primera novela en 1954, El señor de las moscas, una de las novelas más populares de la literatura inglesa contemporánea, que tuvo un gran éxito y fue considerada inmediatamente como una de las alegorías más extraordinarias de la narrativa contemporánea. En ella se cuenta la historia de un grupo de niños, que a raíz de un accidente de aviación donde murieron todos los adultos, desembarcan en una isla desierta.
La novela va describiendo la gradual conversión de los escolares, desde un estado casi adánico de primitiva inocencia, hasta la instrumentación más refinada del Mal. Los niños van creando una sociedad a su propio estilo y terminan en una organización tiránica y perversa regida por los más fuertes. La alegoría dibuja pacientemente dicha conversión, que ocurre desde los valores civilizados occidentales hasta la degradación tribal más abyecta.
Por lo general, el estilo o poética del autor se sustentó en la revelación de la parte más oscura del ser humano, el análisis de la civilización occidental y despejó el manto de hipocresía o peor aún, la inevitable naturaleza del Mal. Su fama se duplicó con las versiones cinematográficas, entre ellas la de Peter Brook en 1963. La alegoría narrativa de Golding se amplificó hasta la historia: puede ser leída como una reflexión metafísica del ser humano o como una evaluación del fascismo contemporáneo.
A esta gran novela le siguieron otras con temas parecidos, siempre presididas por un análisis de la condición tenebrosa del ser humano: Los herederos (1955), que narra el exterminio del hombre de Neandertal por el homo sapiens; La catedral (1964), un relato acerca de la construcción de la aguja de una catedral, labor humanista que lleva sin embargo a la traición y el asesinato.
Más adelante, publicó su trilogía Ritos de paso (1980) ganadora del Booker Price, Barrios cerrados (1987) y Fuego en las entrañas (1989), donde cuenta historias relacionadas con el mar. Escribió dos volúmenes de ensayos: Puertas ardientes (1965) y Un blanco móvil (1982). Su última novela, La lengua secreta, fue publicada en 1995, y en ella tomó la Grecia antigua como contexto, la ascensión del poder romano y la declinación de la cultura helénica. La prosa de Golding es irónica, clásica y refinada, y sustenta en el desarrollo gradual de los argumentos su magia narrativa. La transparencia alegórica de su obra atrae tanto a jóvenes como a adultos, lo que lo convierte en un clásico