Poeta, orador y político catalán. Hijo de una familia de terratenientes montañeses, firmemente enraizada en la tradición, ingresó muy joven en el seminario de Vich, de donde salió durante la segunda guerra carlista. Abandonada la carrera eclesiástica, cursó Derecho y Letras en la Universidad de Barcelona. Al terminar los estudios se estableció en esta ciudad, donde se casó y ejerció la abogacía.
Interesado en la política catalanista, se afilió a la Lliga Regionalista; fue regidor municipal y diputado en la Mancomunidad de Cataluña. Su rigurosa fe democrática le llevó a separarse de la Lliga, y con Lluís Nicolau d´Olwer y otros políticos e intelectuales fundó Acció Catalana, partido catalanista de centro, de cuya ala derecha fue Bofill i Mates la figura más destacada.
Periodista en La Veu de Catalunya y más tarde editorialista en La Publicitat, sus artículos políticos y literarios son un modelo de claridad de pensamiento, de sensatez y de belleza estilística. Sobresalió como orador y conferenciante; su oratoria política, perfecta de forma, sin la menor concesión a la demagogia, de exquisita lealtad en la polémica, no ha sido igualada en Cataluña, aun cuando resultó poco eficaz en un tiempo de apasionamientos partidistas.
La espiritual elegancia y la limpieza moral de Bofill i Mates chocaron con las tácticas duras y poco escrupulosas de la lucha política que precedió a la proclamación de la República (1931). Establecido el nuevo régimen, nuestro autor fue diputado en la Asamblea que aprobó el proyecto de Estatuto de Autonomía para Cataluña, llamado de Nuria. Sin embargo, alarmado y herido en sus sinceras convicciones de católico por las medidas republicanas que tendían a reducir la libertad de la Iglesia, abandonó su partido y reingresó sin gran entusiasmo en la Lliga Regionalista, que se mantenía en la oposición. Mientras tanto, Bofill i Mates, que hacia 1925 quedó viudo con hijos, se había casado de nuevo; murió de una angina de pecho, a los cincuenta y cinco años.
En 1930 había publicado un ensayo, L´altra concòrdia, réplica a Per la concòrdia, de Francesc Cambó; en él nuestro autor propugna una solución republicana y federal al problema político de su país. Su actuación de hombre público es recordada como un ejemplo poco común de honradez y de equilibrado e inteligente patriotismo. Con todo, el nombre de Bofill i Mates perdura en Cataluña singularmente por su admirable y sin par obra poética, que firmó con un seudónimo de sabor medieval: Guerau de Liost.
En 1908 apareció su primer libro, La muntanya d´ametistes, prologado por Eugeni d´Ors (una segunda versión, revisada por el autor, vio la luz póstumamente en 1933, con un prólogo de Josep Carner, fraternal amigo de nuestro poeta). Precisamente Guerau de Liost, Ors y Carner forman la triple columna del novecentismo catalán. En el citado libro, como en Selvatana amor (1920) y sobre todo en Ofrena rural (1926), el poeta opera con los mismos elementos de que se vale gran parte de la lírica catalana que le había precedido: la naturaleza y el ruralismo.
Pero los resultados son muy otros. Guerau de Liost es un orfebre o un alquimista de los vocablos y las imágenes; carece del don angélico, de la encantada sencillez verdagueriana y no confía como Maragall en la "palabra viva". Su montaña -el Montseny, donde transcurrió casi la mitad de la vida del poeta- se transfigura en un paraíso rústico y humanizado, con vegetales y animales elaborados, preciosos, y una topografía viva y armoniosa. Su estética es intelectualista y casi científica; el verso, sabio, bruñido, geométrico; el léxico, exacto, rico, jugoso; las metáforas, nuevas, únicas. El poeta crea un mito de la montaña en tono menor, son símbolos y alegorías a escala humana, de rara belleza.
En Satires (1929) se ofrece un segundo aspecto de la poética del "caballero Guerau". En esta cara se impone la ironía en un desfile de caricaturas de almas, de títeres humanos, de pequeños y grandes vicios en danza grotesca con piruetas insólitas. Vivos paralelos pueden establecerse entre estas semblanzas y las figuras del dibujante Xavier Nogués en su Catalunya pintoresca; fue precisamente Nogués quien ilustró la primera edición de Sàtires. Por desgracia, el autor, cediendo a escrúpulos de orden moral, sacrificó una parte del libro en la que se satirizaba a los malos sacerdotes.
Obra única en las letras hispanas, de raíz medieval y sentido y tono muy modernos en su serena frialdad de artesanía genial, ya había sido anunciada por otro libro, Somnis (1913), estilización en parte de recuerdos autobiográficos; aquí el poeta prodiga suaves ironías en una expresión arcaizante, teñidas a veces de mal disimulada ternura, en todo lo cual se traslucen coincidencias con los primeros acentos humorísticos de su admirado amigo Carner.
En La ciutat d´ivori (1918) el poeta aplica métodos de miniaturista a las sensaciones urbanas con una docta sonrisa de burgués intelectual. De la tercera y última faceta de Guerau de Liost se da testimonio al final de Obra poética completa (1948), que incluye Darreres poesies y Poesies inèdites, en las que el autor, sin perder un ápice de su perfección externa e interna, adopta una actitud de gravedad trascendente ante los misterios de la vida y la muerte.
La crítica más lúcida y atenta coloca estos poemas de última hora en la cumbre de la obra de Guerau de Liost, tal vez la figura más original y sin duda una de las más genuinas de la moderna lírica catalana, y a la que se debe todavía el estudio a fondo que de sobras merece. Su influencia, por lo menos en los aspectos formales, ha sido necesariamente restringida a causa de la extremada originalidad y la difícil capacidad selectiva de este poeta insólito
(Giovanni Francesco Barbieri; Cento, 1591-Bolonia, 1666) Pintor italiano de origen boloñés. Fue discípulo de L. Carracci. Trabajó en Venecia entre 1618 y 1621; en 1621 y en 1623 estuvo en Roma, donde realizó una serie de grandes composiciones en las que se manifiesta la influencia de Caravaggio. De regreso a Bolonia, su estilo se hizo más ligero y cobró el dibujo mayor vigor y riqueza. Entre sus obras más relevantes cabe citar San Guillermo de Aquitania, Susana y los viejos y Entierro de santa Petronila