Rey de los Países Bajos y gran duque de Luxemburgo (1815-1840). Hijo de Guillermo V de Nassau, en 1795 se enfrentó a la invasión francesa al mando de las tropas holandesas, pero fue vencido. Tras la derrota de Napoleón se convirtió, en 1815, en rey de los Países Bajos e impulsó diversas reformas contrarias a la Iglesia Católica. Esta política le atrajo el descontento de las provincias belgas, las cuales se independizaron en 1830, hecho que no tuvo más remedio que reconocer en 1839, un año antes de abdicar en su hijo Guillermo II. Se instaló entonces en Berlín, ciudad en la que aún llegó a participar en un complot para intentar derrocar a la familia real belga
(Llamado El Taciturno; Dillenburg, Alemania, 1533-Delft, actual Países Bajos, 1584) Príncipe de Orange. Noble flamenco, se educó en la corte de Carlos I, y durante los primeros años del reinado de Felipe II formó parte del Consejo de Estado de Flandes, encargado de asesorar a la princesa Margarita de Parma.
Su oposición al cardenal Granvela, el principal abogado de las pretensiones centralizadoras de Felipe II, que atentaban contra los intereses de la nobleza de los Países Bajos, así como su temor a las actitudes de intransigencia religiosa con los protestantes y calvinistas emanadas de la corte española, lo fueron alejando paulatinamente de su lealtad a su rey.
Aun así, se mostró indeciso durante los disturbios iconoclastas que agitaron Flandes en el año 1566, pero la llegada del Duque de Alba con sus tercios, y la terrible represión ejercida con la instauración del Tribunal de Tumultos que condenó a diversos nobles flamencos como Egmont y Horn, lo obligaron a exiliarse entre los hugonotes franceses con su hermano Luis de Nassau.
Los acontecimientos de 1572, que culminaron con la toma de Brill por los «mendigos del mar» y provocaron la defección de Holanda y Zelanda, propiciaron una base territorial para conducir la lucha contra España. El motín de los tercios, que saquearon Amberes en 1576, y la hostilidad general contra Felipe II, a causa de la represión ejercida por el duque de Alba, fueron hábilmente utilizados por Guillermo de Orange para atraerse a las ciudades del sur de Flandes y reunir las Diecisiete Provincias en un frente conjunto para alcanzar un acuerdo con Felipe II que salvaguardase las libertades religiosas y las instituciones de los Países Bajos.
Esta unidad se rompió pronto, y los intentos de Guillermo de Orange de imponer un gobernante extranjero en la persona del Duque de Anjou terminaron en fracaso. Finalmente, Felipe II lo declaró fuera de la ley y puso precio a su cabeza. En respuesta al monarca español, Guillermo de Orange publicó su Apología, escrito en el que se cimenta la «Leyenda Negra» contra España y en el cual defiende su lucha por la libertad. En 1583 fue asesinado por el fanático realista Baltasar Gerard