Pintor español. A los catorce años de edad comenzó a trabajar como pintor de paredes, ingresando después en Llotja. En 1948 realizó su primera exposición en las Galerías Syra de Barcelona, consagrándose por entero a la pintura a partir de 1951. Un año después, tras haber contactado con el Grupo Dau al Set -en la ilustración de alguna de cuyas revistas llegó a colaborar-, obtuvo una beca para estudiar en París.
A su regreso, se dedicó activamente a la realización de encargos de arte mural, decoraciones y figurines para obras teatrales, trabajos de ilustración, diseño de carteles, etc. Entre sus creaciones escenográficas cabe destacar las de obras de Federico García Lorca como Bodas de Sangre, y entre sus ilustraciones acaso sean particularmente significativas las del libro de Poesies de Salvat Papasseit.
A partir de 1976 hay que añadir a sus anteriores ocupaciones la de grabador, pues emprendió la ejecución de varias ediciones de litografías y aguafuertes para la Editorial Polígrafa de Barcelona. También es el autor de diversos montajes tridimensionales, como el titulado contorn-extorn, presentado en 1978 en la Galería Maeght de Barcelona, donado después al Museo de Arte Moderno de la ciudad.
Desde 1948, fecha en que presentó su primera exposición individual en las Galerías Syra de Barcelona, se sucedieron apretadamente sus exposiciones en Barcelona, Madrid, Palma de Mallorca, Valencia, París, Nueva York, Basilea, Chicago y en otras muchas ciudades españolas, europeas y americanas, al igual que su participación en exposiciones de arte contemporáneo catalán y español, salones, la Bienal Hispanoamericana, la Bienal de Venecia y otros encuentros internacionales de arte de vanguardia
La obra de Guinovart evoluciona a partir de una interesante etapa figurativa, con influencias surrealistas y cubistas, en la que cristalizaron telas memorables por su nobleza de factura y genuino vigor popular, entre las cuales pueden citarse Sorpresa (1951) y Familia (1952).
Las corrientes abstractas y el informalismo abrieron nuevas perspectivas en la estética de Guinovart, que empezó a incorporar a su quehacer todo el potencial de recursos de una manipulación libre de la materia y del objeto, iniciando una serie de experiencias a base de estructuras de madera quemada, bidones, objetos de desecho, cajas, revestimientos polícromos, juegos de alusiones, signos, formaciones materiales, etc., generándose así un diálogo entre la expresión plástica y subjetiva del artista y su entorno vital, sus símbolos, fantasmas y contradicciones.
Recorriendo este proceso de transformación incesante, podemos toparnos con dos blancas tetas sentadas en fraternal diálogo sobre un retrete, con una percha con aspecto de espectro fluctuando entre referencias al Guernica de Picasso, con la cara legendaria del Che Guevara bajo un amenazante nubarrón de símbolos del imperialismo norteamericano y con toda suerte de acrobacias esculto-pictóricas caracterizadas por su contundencia expresiva y por las constantes de trazo, gesto y color que definen el agitado y original mundo interior de su creador, tanto en su obra sobre caballete como en sus espectaculares montajes o escenografías se combinan lenguajes expresionistas y líricos.
(Buenos Aires, 1866 - París, 1927) Narrador argentino, uno de los mayores exponentes hispanoamericanos de la novela autóctona, con su obra maestra Don Segundo Sombra (1926). Nació en el seno de una adinerada familia que en 1887 se trasladó a París. Puede decirse que se educó en francés y el castellano fue su segunda lengua. Los Güiraldes regresaron a Buenos Aires y alternaron su residencia en la ciudad con largos períodos en su estancia de San Antonio de Areco.
Sin duda en ese período el joven Ricardo se impregnó de imágenes de la tierra y figuras de hombres de campo, a la par que comenzó a sentir la vocación de escritor. En 1904 acabó el bachillerato e ingresó en la facultad de arquitectura; pasó luego a estudiar derecho, pero finalmente abandonó la universidad y marchó a París.
Este viaje fue fundamental en su vida: comenzó a preocuparse por la ética y la metafísica, a la vez que se vinculaba con pintores, músicos y escritores. Realizó un periplo por diversos países europeos y Oriente; regresó a París, decidido ya a ser escritor, y más tarde a Buenos Aires. Hacia 1912 frecuentaba un grupo que reunía a artistas y escritores de las clases altas, donde conoció a Adelina del Carril, con quien se casó un año más tarde.
En 1915 decidió publicar lo que tenía escrito: El cencerro de cristal, poesía, y Cuentos de muerte y sangre, relatos al estilo de H. Quiroga, por cuya mediación algunos aparecieron en Caras y Caretas. La crítica no recibió bien ni a uno ni a otro libro y Güiraldes, decepcionado, emprendió un nuevo viaje, esta vez a las Antillas, que le proporcionó material para una novela, Xaimaca (1923), que obtuvo parecida respuesta. A ésta siguieron Raucho (1917), con elementos autobiográficos, y Un idilio de estación (1918), publicada luego con el título de Rosaura.
Al finalizar la Primera Guerra Mundial Güiraldes regresó a París, donde escribió los primeros capítulos de Don Segundo Sombra, en cuya redacción trabajó los años siguientes. Atraído por la teosofía y el esoterismo, estas disciplinas le inspiraron los Poemas místicos, Poemas solitarios y El sendero (todos publicados póstumamente por su viuda). De regreso a su país natal se vinculó a los jóvenes vanguardistas, participó en la dirección de Proa y colaboró con Martín Fierro y Valoraciones.
Tras los fracasos anteriores, el autor encontró su voz definitiva en Don Segundo Sombra (1926), que obtuvo un éxito inmediato. Con prosa cuidada, la novela narra en primera persona la historia del joven Fabio Cáceres, quien encuentra en el arriero Segundo Ramírez Sombra al maestro que le permite convertirse en hombre. Don Segundo Sombra es una novela de aprendizaje en la que se narran las vicisitudes de la vida del campo y las particularidades de ese ámbito rural amenazado de extinción por la expansión del progreso. De ahí su fuerte tono elegíaco, a través del que se configuran una mirada melancólica respecto al pasado y una decidida apuesta de rescate de unos valores que se proponen como intrínsecamente argentinos.
La prosa de Güiraldes tiene una notoria tendencia al registro poético. De esta manera, Don Segundo Sombra, al tiempo que queda marcada por la sensibilidad de su tiempo, se liga a una tradición de la literatura gauchesca, que determina también la elección del narrador en primera persona, con la consiguiente visión desde la conciencia de un paisano resero, representante de ese mundo que encuentra grandes dificultades para hacerse un lugar dentro de la vida moderna
La novela presenta variados cuadros de ambiente con excelentes descripciones de carácter criollista y regionalista, amenizadas con detenidas observaciones acerca de la vida y las faenas campestres. La narración central está interpolada por relatos breves, como el cuento de Miseria o el del paisanito Dolores, extraídos del repertorio popular y muy conocidos por entonces entre los habitantes de la campaña
Güiraldes dedicó varios años a la composición de esta novela: comenzó a escribirla en París en 1920 y la concluyó en Argentina años después, cuando el panorama literario porteño estaba ya dominado por las propuestas de vanguardia. Los poetas aglutinados en torno a las revistas Martín Fierro y Proa se contaron entre sus primeros lectores y fueron también quienes dedicaron elogios y reconocimientos que borraron definitivamente el estigma del "fracaso" asociado a la figura de Güiraldes, consecuencia de la casi nula aceptación crítica de sus primeras obras