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Biografía de Joan Guinjoan

Riudoms, 1931

Compositor, pianista y director de orquesta español. Fue alumno de C. Taltabull y de P. Wissmer. Fundó y dirigió el conjunto Diabolus in musica, especializado en música contemporánea. Su producción se basa en la experimentación rítmica, tímbrica y dinámica (Puntos cardinales, 1967; Tres piezas para clarinete solo, 1970; Fantasía para violín y orquesta, 1986; Passimtrio, 1988; Gaudí, 1992). Premio Reina Sofía de composición musical (1983) y premio Nacional de Cultura de la Generalitat de Catalunya (1995). Es director del Centro de Difusión y Documentación de la Música Contemporánea de Barcelona

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(Marylebone, 1914 - Midhurst, 2000) Actor de cine británico. Se inició en el campo de la publicidad y al poco tiempo comenzó a tomar unos cursos de arte dramático con la actriz Marta Hunt, quien le desanimó diciendo que no poseía cualidades de actor. Con veinte años, a pesar de todo y sin desmoralizarse, hizo su debut en el teatro en la compañía teatral de John Gielgud, en donde fue consiguiendo un “rodaje” en tablas, que en poco tiempo le predispuso para dar el salto a una de las compañías de teatro más prestigiosas del Reino Unido y de Europa. Se trataba del Old Vic, una escuela casi obligatoria para cualquier actor británico. Su repertorio obligaba a dar lo mejor de cada uno y proporcionaba, casi sin darse cuenta, una cultura literaria de primera fila. En el Old Vic, Guinnes terminó de pulirse como acto

A mediados de los años cuarenta comenzó a trabajar en el cine, sin dejar por ello su actividad teatral. Aunque había tenido una intervención esporádica en 1934, su primera película fue Cadenas rotas (1946), dirigida por David Lean; comenzaba de este modo una colaboración con el actor que habría de rendir, andando el tiempo, excelentes resultados a ambos. Su papel del personaje de Dickens, Herbert Pockett, llamó la atención de la crítica ante aquel actor que hacía sus primeras armas en el cine. Refrendó las expectativas levantadas con otro papel inspirado por Dickens, el Fagin de Oliver Twist (1948), con David Lean otra vez en la dirección

Su personalidad demostró desde el principio una gran versatilidad. Supo adaptarse con facilidad a todo tipo de interpretaciones, desde las dramáticas a las jocosas, aunque muchos consideraron su verdadero territorio la comedia. Aunque Guinness demostró de sobra su dominio del género, sería empequeñecer su figura decir que esas fueron sus mejores actuaciones. A lo largo de una fructífera carrera, el actor británico mostró en más de una ocasión su diversificado talento, capaz de hacer desde un mayordomo irónico a un personaje de ciencia-ficción, siempre con toda naturalidad

Tras protagonizar Ocho sentencias de muerte (1949), una fina comedia de humor negro, dirigida por Robert Hamer, dos años más tarde obtuvo un notable éxito con su participación en Oro en barras (1951), de Charles Crichton, en una actuación que le valió la nominación al Oscar. Hubo que esperar unos años para que su trabajo fuera reconocido internacionalmente, gracias al papel ofrecido por David Lean en El puente sobre el río Kwai (1957), como el coronel inglés que cae prisionero con su unidad en un campo japonés durante la Segunda Guerra Mundial.

Pocas veces se vio en la pantalla una mejor encarnación de los matices castrenses: desde la capacidad de sufrimiento a la ejemplaridad que con su comportamiento dicta a sus hombres, pasando por la relación que del enfrentamiento gira hacia la casi comprensión del coronel japonés. A pesar del tiempo transcurrido y de la larga duración de la película, la actuación de Alec Guinness, que le valió el Oscar al Mejor actor, sigue siendo uno de los valores del filme.

Un año después volvió a ser aspirante al premio de la Academia, esta vez como guionista de una comedia -en la que también actuaba- titulada Un genio anda suelto (1958), de Ronald Neame. Su prestigio se consolidó durante los años sesenta, sobre todo entre los profesionales del cine, aunque no fue un actor popular en el amplio sentido de la palabra, debido a su discreto comportamiento, y a que asumió el cine como un trabajo para ganarse la vida, no bajo otras perspectivas más frívolas o populistas.

En 1962 David Lean le ofreció otra brillante actuación en Lawrence de Arabia. Aunque la película recibió numerosos premios, ninguno fue para Guinness, si bien dejó para el recuerdo la magistral interpretación del rey Faisal, con el que colabora el coronel Lawrence en su guerra contra los turcos, con la que demostró que encarnar a un rey árabe estaba más allá de un buen maquillaje y un vestuario adecuado. Dos años más tarde dio vida al emperador Marco Aurelio en La caída del imperio romano (1964), de Anthony Mann.

Conforme cumplía años fue espaciando sus actuaciones y acoplando los papeles a su edad. Así lo demostró con la interpretación de Obi Wan Kenobi, en la saga de George Lucas La guerra de las galaxias (1977), por la que fue otra vez nominado para la estatuilla de la Academia. Otra de sus intervenciones memorables fue en Pasaje a la India (1983), donde David Lean -otra vez- hacía una excelente reconstrucción visual de la antigua colonia británica. En 1992 rodó Kafka de Steven Soderberg, una cinta que quedó por debajo de su posibilidades

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