Político danés. Fue pastor luterano y jefe del grupo parlamentario del partido liberal demócrata (1965-1968), ministro de Asuntos Exteriores (1968-1971) y primer ministro (1973-1975)
(Berlín, 1842 - Gross-Lichterfelde, 1906) Filósofo alemán. Terminada la segunda enseñanza, frecuentó la escuela de artillería e ingeniería, donde empezó a relacionarse con admiradores y seguidores de Schopenhauer, quienes ejercieron una influencia decisiva en la formación de sus ideas. Abandonado aquel centro docente por motivos de salud, se dedicó a los estudios filosóficos, y en 1867 consiguió el doctorado.
Dos años después (1869), todavía no cumplidos los veintisiete, publicó su primera y más significativa obra, Filosofía del inconsciente, que alcanzó once ediciones. Como su maestro Schopenhauer, Eduard Von Hartmann desarrolló su actividad al margen de la enseñanza universitaria y de cualquier relación académica, en su tranquila residencia del suburbio de Gross-Lichterfelde. Allí terminó sus días.
Escribió numerosos textos y casi todos obtuvieron un éxito inmediato. Entre ellos cabe mencionar, además de la obra citada, Fenomenología de la conciencia moral (1879), Filosofía de la religión (1881), Estética (1886-87), Doctrina de las categorías (1896), Historia de la metafísica (1899-1900) La psicología moderna (1901) y Sistema de filosofía (1906-09). La filosofía de Hartmann, basada en Hegel, Schelling y, singularmente en Schopenhauer, constituye una de las reacciones neo-románticas más típicas frente al victorioso positivismo de la segunda mitad del siglo XIX.
Partiendo de la observación de hechos naturales, como los fenómenos de las vidas orgánica y psíquica, revelación de una finalidad intrínseca, Hartmann, con una concesión sólo formal a la metodología positivista dominante, cree poder llegar, por inducción, a la afirmación de un Principio Absoluto del mundo, el Inconsciente. En él confluyen los caracteres de la "Idea" hegeliana y de la "voluntad de vida" de Schopenhauer. El inconsciente de Hartmann es, indudablemente, voluntad que se realiza en el mundo; pero, asimismo, en ella y por ella, tiene realidad la Idea, como contenido suyo inseparable.
De ahí la alternativa pesimismo-optimismo que se da en la obra de nuestro autor: considerados en su verdad fenoménica, en cuanto producto de la voluntad ciega, el mundo y la existencia son un mal radical; sin embargo, vistos en su necesidad ideal constitutiva, y luego en su desarrollo progresivo. aparecen como condiciones de la redención humana, del triunfo de la conciencia sobre la voluntad. Así, a través de Hegel, Hartmann juzgó haber dado un fundamento de metafísica necesidad al ascetismo libertador de Schopenhauer, extendido del individuo a la especie