Militar y político costarricense, presidente en dos ocasiones de la República de Costa Rica entre 1894 y 1902. Pertenecía a una poderosa familia terrateniente de la oligarquía política costarricense.
Su oposición al régimen dictatorial y anti-aristocrático del presidente Tomás Guardia Gutiérrez (1870-1876; 1878-1882) le valió el encarcelamiento y el destierro, al igual que a muchos otros líderes de la oligarquía tradicional. Este exilio forzoso fue en detrimento de los intereses financieros de los terratenientes, ya que Guardia Gutiérrez procuró desvincular el crecimiento económico del país de la clase dominante tradicional
Tras la muerte de Guardia en 1882, Iglesias y Castro regresó a Costa Rica y volvió a implicarse en la vida política del país, apoyando la candidatura a la presidencia del liberal conservador José Joaquín Rodríguez Zeledón. Durante el mandato presidencial de éste (1890-1894), Iglesias y Castro desempeñó las carteras ministeriales de Guerra y Marina.
Continuó apoyando al presidente cuando éste decretó en 1892 la disolución de las Cortes e inició un período de gobierno dictatorial, que le hizo perder en buena medida el respaldo del electorado. Al concluir el gobierno de Rodríguez Zeledón en 1894, Iglesias y Castro presentó su candidatura a la presidencia de la República. Resultó elegido para un mandato de cuatro años. En 1898 fue reelegido, ejerció el poder hasta 1902
Su gobierno favoreció la penetración de los capitales estadounidenses en la economía costarricense, que había comenzado durante el período de Guardia Gutiérrez. Durante su mandato, el empresario norteamericano Minor C. Keith -quien en 1878 había recibido del anterior gobierno derechos de explotación agrícola de vastos territorios de la costa caribeña- creó en Costa Rica una serie de potentes empresas de exportación frutícola, la más importante de las cuales fue la United Fruit Company (conocida popularmente como Mamita Yunai), que en 1899 obtuvo del gobierno de Iglesias el monopolio efectivo de la producción de bananas del país.
La exportación de banano se convirtió en una de las principales fuentes de divisas del país, pero los enormes beneficios a que dio lugar apenas revirtieron de forma directa en Costa Rica, si bien la industria frutícola hizo posible la construcción de infraestructuras y el crecimiento del empleo. Por el contrario, la inversión norteamericana se tradujo en una fuerte dependencia económica del país respecto a Estados Unidos, que fue acompañada de una creciente tutela en lo político
Durante el segundo mandato de Iglesias y Castro, las compañías frutícolas estadounidenses crearon nuevas explotaciones en la costa meridional del Pacífico, al mismo tiempo que la oligarquía tradicional costarricense se hacía con el control de la explotación del sector cafetero, gracias a las generosas concesiones del gobierno. En cuanto a sus relaciones con los estados de su entorno, Iglesias y Castro se negó a aceptar la mediación que le ofreció el presidente de Francia, Émile Loubet, para resolver el contencioso territorial que enfrentaba a Costa Rica y Colombia
Al finalizar su mandato en 1902, Iglesias y Castro fue derrotado en las elecciones presidenciales. No abandonó, sin embargo, la política, y continuó encabezando las filas conservadoras. Se presentó a la reelección presidencial en 1910 y 1914, pero en ambas ocasiones resultó derrotado
(1897-1975) Escritor, periodista e historiador chileno, educado en Chile e Inglaterra. Colaboró en diversas publicaciones (El Mercurio, La Nación, Los Tiempos, etc.) y obtuvo varios premios literarios. Fue miembro de la Academia Chilena de la Lengua y de la Academia de la Historia de Venezuela. Su producción comprende casi todos los géneros literarios; así, como poeta, escribió los libros La palabra desnuda (1929), Yo, el hombre (1948) y Plegarias de la carne; como novelista se le deben Maya (1925), su primera publicación, Jettatura (1927), Cinco novelas de amor (1933), El oasis (1952), El hijo del árbol (1963), etc. Publicó también numerosos ensayos y biografías; entre los primeros se encuentran los titulados Ercilla y la Araucana (1969), Pedro de Oña (1971) y Cervantes y el Quijote; entre las segundas figuran las que dedicó a Benjamín Bicuña, Arturo Alessandri y José Miguel Carrera