Poeta y crítico mexicano. Volcado desde su juventud hacia la carrera diplomática, desempeñó diversos cargos en representación del pueblo mexicano en Alemania y España, país este último en el que pasó la mayor parte de su vida, primero en calidad de diplomático y, tras el estallido de la Revolución en su lugar de origen, en condición de exiliado
Hombre de vasta formación intelectual, recibió numerosos honores académicos tanto en México (donde fue elegido miembro de la Academia Mexicana) como en España (donde ocupó sendos sillones en la Academia Española de Historia y en la de Bellas Artes). En su país natal, seis años antes de su muerte, se convirtió en uno de los impulsores y fundadores de la Academia Mexicana de la Historia, que celebró su sesión inaugural en 1919, en su sede de la calle de San Ildefonso de la capital mexicana. En el acta de inauguración figuran como miembros fundadores, junto a Francisco A. de Icaza, otros eruditos aztecas tan notables como Luis García Pimentel, el padre Mariano Cuevas, el marqués de San Francisco, el padre Jesús García Gutiérrez, Jesús Galindo y Villa, Luis González Obregón y Juan B. Iguiniz
En el Boletín de la Real Academia Española publicó numerosos artículos y ensayos críticos centrados en la literatura española del Siglo de Oro, parcela en la que se reveló como uno de los grandes especialistas de su tiempo, con estudios monográficos tan relevantes como Las «Novelas ejemplares» de Cervantes (1901) y El Quijote durante tres siglos (1915). En esta línea de trabajo, su obra más relevante es una investigación sobre la peripecia vital del "Fénix de los Ingenios" que, publicada en 1925 bajo el título de Lope de Vega. Sus amores y sus odios y otros estudios (1925), fue galardonada con el Premio Nacional de Literatura. Entre sus primeros ensayos cabe citar también el titulado Examen de críticos (1894)
Francisco de Asís de Icaza fue también un notable poeta que gozó del reconocimiento de sus contemporáneos, sobre todo por su perfecta asimilación de la poesía tradicional española. Entre sus poemarios impresos, cabe recordar aquí los titulados Lejanías (1892), La canción del camino (1906) -obra en la que alcanzó sus mayores logros a la hora de adaptar a la pluma de un autor culto como él las formas populares- y Cancionero de la vida honda y de la emoción fugitiva (1922).
Fue en España donde comenzó a frecuentar los foros y cenáculos literarios y donde entabló amistad, en plena juventud, con algunos poetas modernistas de la talla del cubano Julián del Casal y el malagueño Salvador Rueda. En Madrid también, cuando ocupaba ya el cargo de embajador de México, nació en 1899 su hija Carmen de Icaza, una de las figuras más representativas de la narrativa española del siglo XX escrita por mujeres
(Quito, 1906 - 1978) Escritor y novelista ecuatoriano, máximo representante junto con Alcides Arguedas y Ciro Alegría del ciclo de la narrativa indigenista del siglo XX. Su infancia transcurrió en el latifundio de su tío, donde entró en contacto con la realidad social ecuatoriana que marcó toda su obra.
Después de abandonar los estudios de Medicina, hizo algunos cursos de declamación, y se convirtió en actor, lo cual le dio oportunidad de recorrer su país y descubrir la situación infrahumana del indio. Contrajo matrimonio con la actriz Marina Montoya, y se inició como autor dramático, pero sus obras no tuvieron éxito, excepto tal vez Flagelo (1936).
Su fama se debe a su obra narrativa, que comenzó con el libro de cuentos Barro de la Sierra (1933), en la que ya se hace patente el tema que atravesó todos sus escritos: la situación del indio ecuatoriano.
En 1935 ganó el Premio Nacional de Literatura en su país, con la novela En las calles (1935); en ella narra la situación del indio perdido en la ciudad, lugar donde sus protestas se esfuman sin alcanzar nunca las altas esferas del gobierno. Más adelante montó un negocio de librería, trabajo que alternó con el de escritor. Fue lector entusiasta de los grandes novelistas rusos, desde Gogol a Tolstoi y Dostoievsky. En 1944 formó parte del grupo de fundadores de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y luego fue enviado a Buenos Aires como agregado cultural; allí permaneció hasta 1953. Al regresar a su país, fue nombrado director de la Biblioteca Nacional de Quito
Icaza es una figura sobresaliente del indigenismo en la narrativa ecuatoriana: en su primera novela, Huasipungo (1934), expone la degradada situación en que se encuentran los indios, sometidos a esclavitud por los patronos que cuentan con el apoyo de la autoridad civil y eclesiástica; este libro, de valiente denuncia social y crudo realismo (constantes de la narrativa de Icaza), se ha convertido en una obra fundamental en la evolución de la corriente indigenista del Ecuador. Con él, la novela ecuatoriana entra de lleno en la tendencia del compromiso social de la novelística actual.
Probablemente la cúspide de su elaboración artística la consiguió Icaza en la obra Cholos, que enfoca la transformación del cholo en burgués, ahondando en la sicología de los personajes; éstos alcanzan en la novela independencia con respecto a la problemática social que subyace de sus vidas, al mismo tiempo que en sus páginas se aprecia una comprensión de la problemática andina.
Otras obras destacadas son Huairapamuscas (Los hijos del viento, 1947); Seis veces la muerte (1953), colección de cuentos de rico contenido humano y de mayor originalidad en los temas; El chulla Romero y Flores (1958), descarnada presentación del conflicto de este personaje ante la disyuntiva de pertenecer al mundo de los blancos o al mundo de los indios, viéndose en definitiva rechazado por ambos; Viejos cuentos (1960) y la trilogía Atrapados (1972)