Dama noble gallega. Hija bastarda de Pedro Fernández de Castro, formaba parte del séquito de Constanza, cuando ésta fue a Portugal a contraer matrimonio con el infante Pedro, hijo de Alfonso IV.
El rey portugués nunca aceptó que su hijo se enamorase de Inés, y que, tras la muerte de Constanza, mantuviese relaciones amorosas con ella, de las cuales nacieron varios hijos. Tras la boda secreta de Inés y Pedro, Alfonso y la nobleza portuguesa, disgustados por la influencia de ella y sus hermanos en la política del reino, que había provocado su implicación en la guerra civil castellana, hicieron asesinar a la dama gallega.
Esto provocó el alzamiento de Pedro, quien se apoderó de la corona en 1357 y se tomó una terrible venganza contra la corte, pues obligó a los nobles a besar la mano del cadáver de Inés sentado en el trono. Al mismo tiempo, logró que el rey de Castilla le entregase a dos de los asesinos de su amada
(Gracciano Vecchio, cerca de Montepulciano, 1268 - Montepulciano, 1317) Religiosa italiana. Nacida en el seno de una rica familia, a los nueve años ingresó en un monasterio de Montepulciano y a los quince, con un indulto del Papa, era abadesa de un monasterio promovido por ella, en Procena de Viterbo. Después de veinte años regresó a Montepulciano, requerida por sus conciudadanos, para presidir el nuevo monasterio en 1306. En un principio lo puso bajo la regla de San Agustín y después bajo la dirección de los dominicos, deseosa de caminar a la perfección, bajo la regla de Santo Domingo de Guzmán. Su vida espiritual estuvo llena de devoción a María y al niño Jesús. Por su vida de caridad y oración, Santa Catalina de Siena la llamó madre gloriosa. Fue canonizada por Benedicto XIII en el año 1726.