Rey de Bulgaria (1197-1207). En la lucha contra Bizancio se apoderó de Varna, se apartó de la obediencia al patriarca de Constantinopla y aceptó la autoridad de Roma, siendo coronado como rey de los búlgaros y valacos (1204) por un legado de Inocencio III. Derrotó al emperador latino de Constantinopla Balduino I en Adrianópolis (1205) y conquistó Tracia
(Toro, 1405-Valladolid, 1454) Rey de Castilla (1406-1454). Hijo de Enrique III y de Catalina de Lancaster. Al morir su padre, su tío Fernando de Antequera actuó como regente hasta 1419. Su reinado significó el enfrentamiento con la nobleza, dividida en dos facciones: una encabezada por los infantes de Aragón (hijos de su tío Fernando), que aspiraban al poder de Castilla, y otra formada por los grandes mayorazgos, nobles con extensas tierras y numerosos privilegios. Juan II apoyó su gobierno en la pequeña nobleza y en el sector comercial, y dejó en manos de don Álvaro de Luna el ejercicio del gobierno. Don Álvaro pecó de excesivo personalismo, lo que permitió a sus enemigos acusar a su régimen de tiranía. La lucha contra los infantes de Aragón se presentaba como una pugna entre reinos. El encumbramiento de Álvaro de Luna motivó la crítica del príncipe heredero, Enrique, y de su favorito, el Marqués de Villena. Juan II, débil de carácter, abandonó a su favorito y dictó su ajusticiamiento (1453)