Arquitecto italiano. Después de un período de formación artesana en Sicilia, se trasladó a Roma, donde cursó estudios de arquitectura, y en 1706 fue admitido en la Academia de San Lucas. En los primeros años de actividad profesional compaginó la arquitectura con la escenografía, en la que introdujo el nuevo concepto de «escena-cuadro». En 1714, Víctor Amadeo II de Saboya lo nombró primer arquitecto y se trasladó a Turín, donde transcurrió la etapa más fecunda de su carrera. De las numerosas obras que realizó en la ciudad piamontesa y sus alrededores, las más logradas son la basílica de Superga, la escalinata y la fachada del palacio Madama y el pabellón de caza de Stupinigi, donde brillan su estilo barroco y su concepción escenográfica de la arquitectura. En 1735 viajó a Madrid por invitación de Felipe V, para quien proyectó el Palacio Real de Madrid y el palacio de La Granja de San Ildefonso, que construyeron sus discípulos después de su muerte, alterando en algún caso los planos originales
(Aquino, actual Italia, h. 60-Roma, h. 128) Poeta latino. Resentido con el emperador Domiciano porque no le había concedido un puesto administrativo a su servicio, escribió una sátira que le valió el destierro a la ciudad egipcia de Syene, la posterior Asuán. No pudo regresar a Roma hasta la defunción de Domiciano, en el año 97. Su obra, de tono patriótico y retrospectivo, consta de dieciséis Sátiras en verso hexamétrico repartidas en cinco libros. Inspiradas en los clásicos latinos y valoradas por sus sentencias y versos lapidarios, en ellas denunciaba la decadencia y la corrupción que imperaban en la sociedad romana del siglo I. Relegadas al olvido tras la muerte del poeta, fueron revalorizadas a partir del siglo IV y admiradas de forma especial por los escritores cristianos