Enfermera australiana, pionera en el tratamiento de la poliomielitis, conocida también como Hermana Kenny. Su sistema para tratar la polomielitis provocó una gran controversia en los ambientes médicos de su época. Dicho método se basaba en la rehabilitación de los órganos afectados, en lugar de la inmovilización que se había estado practicando hasta entonces, lo que unido a la falta de instrucción académica de Kenny no permitió hasta bien entrada la década de los cuarenta que la American Medical Association aceptara su forma de actuación.
Elizabeth Kenny
Su interés por la estructura y el funcionamiento de los músculos le vino desde pequeña, pues a la edad de 13 años se rompió la muñeca y, con ayuda del médico que la atendía, se hizo con la bibliografía necesaria para tomar especialización en el tema. En 1910 Kenny era enfermera y fue designada para ayudar a un niño que no podía moverse y que padecía un gran dolor, a consecuencia de una parálisis infantil, que hoy se conoce con el nombre de poliomielitis.
El método terapéutico de Kenny consistía en cubrir las zonas afectadas por la parálisis en madejas de lana, que previamente habían sido introducidas en agua caliente y luego escurridas; el tratamiento con calor húmedo tenía el fin de vencer el espasmo muscular que ocurre durante la fase aguda de la enfermedad. Luego, una vez pasada la dolorosa fase, Kenny practicaba la movilización pasiva de los músculos afectados, hasta que el enfermo podía mover por sí mismo dichos músculos; ella les animaba a que se movilizaran mediante la realización de ejercicios gimnásticos
Este tratamiento fue aplicado a otros niños con gran éxito, sin embargo, los médicos de la época rechazaron las ventajas de estos tratamientos y continuaron inmovilizando a los pacientes, todo lo contrario de lo que proponía Kenny, con la intención de evitar que la inmovilización de los músculos enfermos arrastraran en su contracción a los sanos.
Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial los médicos pudieron observar los impresionantes resultados que se obtenían con el método aplicado por la enfermera Kenny a los hombre de la guerra, y el tratamiento de la poliomielitis cambió de la noche al día. Cuando se aplicaba durante las primeras fases de la enfermedad, se conseguí incluso evitar las secuelas paralíticas. En 1943 se constituyó el Instituto Elizabeth Kenny en Minneápolis (Minnesota), con la intención de formar nuevos profesionales que siguieran sus pasos en el tratamiento de esta dolorosa enfermedad. Entre sus publicaciones destacan Treatment of Infantile Paralysis in the Acute Stage (1941) y una obra autobiográfica que lleva por título And They Shall Walk (1943).
(Victoria Kent Siano; Málaga, 1898 - Nueva York, 1987) Política española. En una época en la que las mujeres apenas tenían intervención en la vida pública española, Victoria comenzó a romper las barreras al estudiar Derecho en la Universidad de Madrid, hacerse abogada (fue la primera mujer en ingresar en el Colegio de Abogados de Madrid en 1924, en plena dictadura de Primo de Rivera) y asumir la defensa de Álvaro de Albornoz ante el Tribunal Supremo de Guerra que le juzgó en 1930 por firmar un manifiesto republicano (fue la primera mujer del mundo que ejerció como abogada ante un tribunal militar).
Victoria Kent
Tras proclamarse la Segunda República (1931) se presentó a las elecciones por el Partido Radical Socialista y obtuvo un escaño de diputada en las Cortes constituyentes. El gobierno de Azaña le nombró directora general de Prisiones (1931-34), cargo desde el cual introdujo reformas para humanizar el sistema penitenciario: mejora de la alimentación de los reclusos, libertad de culto en las prisiones, ampliación de los permisos por razones familiares, creación de un cuerpo femenino de funcionarias de prisiones…
Paradójicamente, a pesar de sus convicciones democráticas y feministas, Victoria Kent se opuso a la concesión del derecho de voto a las mujeres, pues creía que lo emplearían en un sentido conservador; y sostuvo una polémica al respecto con otra representante feminista en las Cortes republicanas, Clara Campoamor.
Durante la Guerra Civil (1936-39) fue enviada a París como secretaria de la embajada española (1937). Allí se quedó cuando las fuerzas de Franco derrotaron a la República e instauraron una dictadura reaccionaria en España. Poco después se vio sorprendida por el estallido de la Segunda Guerra Mundial (1939-45) y la invasión alemana de Francia, que le obligó a esconderse para no caer en manos de la Gestapo. Permaneció el resto de su vida exiliada en México y Estados Unidos, donde dirigió la revista de los exiliados españoles, Ibérica