Físico alemán. Estrecho colaborador del químico Robert Bunsen, aplicó métodos de análisis espectrográfico (basados en el análisis de la radiación emitida por un cuerpo excitado energéticamente) para determinar la composición del Sol.
Gustav Kirchhoff
En 1845 enunció las denominadas leyes de Kirchhoff aplicables al cálculo de tensiones, intensidades y resistencias en el sí de una malla eléctrica, entendidas como una extensión de la ley de la conservación de la energía, basándose en la teoría del físico Georg Simon Ohm, según la cual la tensión que origina el paso de una corriente eléctrica es proporcional a la intensidad de la corriente.
En 1847 ejerció como Privatdozent (profesor no asalariado) en la Universidad de Berlín, y al cabo de tres años aceptó el puesto de profesor de física en la Universidad de Breslau. En 1854 fue nombrado profesor en la Universidad de Heidelberg, donde entabló amistad con Bunsen. Merced a la colaboración entre los dos científicos se desarrollaron las primeras técnicas de análisis espectrográfico, que condujeron al descubrimiento de dos nuevos elementos, el cesio (1860) y el rubidio (1861).
En su intento por determinar la composición del Sol, Kirchhoff averiguó que cuando la luz pasa a través de un gas, éste absorbe las longitudes de onda que emitiría en el caso de ser calentado previamente. Aplicó con éxito este principio para explicar a las numerosas líneas oscuras que aparecen en el espectro solar, conocidas como líneas de Fraunhofer. Este descubrimiento marcó el inicio de una nueva era en el ámbito de la astronomía.
En 1875 fue nombrado catedrático de física matemática en la Universidad de Berlín. Publicó diversas obras de contenido científico, entre las que cabe destacar Vorlesungen über mathematische Physik (1876-94) y Gessamelte Abhandlungen (1882; suplemento, 1891)
(Aschaffenburg, 1880 - Frauenkirch, 1938) Pintor expresionista alemán. Durante su infancia su familia se trasladó repetidas veces, instalándose finalmente en Chemnitz, donde acudió a la escuela elemental. En 1901 ingresó en la Facultad de Arquitectura del Colegio Técnico de Dresde. En el invierno de 1903 asiste en Munich al Taller Experimental para Artes Puras y Aplicadas; allí entra en contacto con el exotismo asociado al Jugendstil. Se interesa por el neoexpresionismo y por pintores como Toulouse-Lautrec, Vallotton y Van Gogh. En Nurenberg apreció las xilografías de Alberto Durero.
En 1904 vuelve a Dresde y continúa sus estudios; pinta con Fritz Bleyl, Erich Heckel y Schmidt-Rottluff, con quienes funda Die Brücke en 1905. De esta etapa hay que destacar cuadros como Muchacha con sombrilla japonesa, una obra fauvista con brillantes amarillos y rosas; la figura, la sombrilla y el fondo decorativo están agolpados en el plano frontal del cuadro, creando una estructura de salpicaduras de color abstractas. En Calle de Dresde (1908) representó un grupo de figuras curvilíneas vagando en un mundo de sueños.
En 1910 conoce a Otto Mueller en Berlín, adonde se traslada junto con algunos miembros de Die Brücke, y se une a Max Pechstein en la fundación de MUIM. En Berlín, Kirchner descubriría el tema de la gran urbe con las calles llenas de gente, los escaparates y las luces, y lo traspasó a la tela con una vitalidad que refleja el bullicio optimista de la ciudad, transmitiendo una sensación que no empañan el oscurecimiento del color y el drástico endurecimiento del dibujo, con los contornos rotos y los personajes convertidos en formas agudas. El contraste entre Calle de Dresde (1908), y Calle de Berlín (1913), ambos en el MOMA de Nueva York, o Cinco mujeres en la calle (1913), ilustra claramente el cambio entre su primera época y el lenguaje de su madurez artística.
Cinco mujeres en la calle (1913), de Ernst Kirchner
En 1915, como consecuencia de la guerra, Kirchner sufrió una grave crisis física y psíquica que lo llevó a retirarse a Suiza, cerca de Davos, donde permanecería el resto de su vida pintando con un cromatismo de renovada agresividad. Allí crearía las imágenes más brillantes de los Alpes que quepa imaginar. Del encargo de unos decorados teatrales para el Coro de Davos-Frauenheim surgirían en 1920 Gran Bosque y Paisaje de montaña, dos gigantescas representaciones de esa naturaleza primigenia cuya fuerza se sintetizaba en el contraste violento entre los tonos rosas (a los que reduce peñascos y troncos) y el verde chillón de las praderas