Cirujano francés. Director de la clínica quirúrgica de Estrasburgo y catedrático de cirugía del Colegio de Francia, introdujo notables innovaciones en cirugía vascular. Escribió numerosas obras, entre las que destacan Cirugía del dolor (1937), Fisiopatología y cirugía de las arterias (1943) y Filosofía de la cirugía (1951)
(Francisco de Sandoval y Rojas, duque de Lerma) Aristócrata español, valido del rey Felipe III (Tordesillas, Valladolid, 1553 - Valladolid, 1625). Era hijo del marqués de Denia y nieto de San Francisco de Borja. Protegido por su padre y por su tío, arzobispo de Sevilla, se educó en la corte de Felipe II. Gradualmente se ganó la confianza del príncipe heredero, hasta el punto de aconsejar su alejamiento de la corte nombrándole virrey de Valencia (1595-97).
Llamado de nuevo por el príncipe, que le nombró su caballerizo mayor como hombre de confianza, el acceso al Trono de Felipe III tras la muerte de su padre en 1598 le permitió hacerse con el poder en la corte. Alejó a los cortesanos más influyentes del reinado anterior y restringió en beneficio propio el acceso a la persona real (organizando continuos viajes del rey e incluso trasladando la corte a Valladolid entre 1601 y 1606). Situó a la gente de su Casa en los puestos clave del poder (oficios de Palacio, secretarías, juntas y consejos) y empleó los recursos de la Monarquía para fortalecer su propia red clientelar mediante el ejercicio del patronazgo.
Las mercedes reales y el poder omnímodo del que dispuso le permitieron amasar una gran fortuna y engrandecer a su Casa con nuevos privilegios, títulos, cargos, rentas, territorios y enlaces familiares. Nacía así la figura del valido, ministro todopoderoso propio de los llamados «Austrias menores» (Felipe III, Felipe IV y Carlos II), monarcas teóricamente absolutos, pero alejados en la práctica de la gestión política por una mezcla de incapacidad e indiferencia; en el caso de Felipe III, era más bien por indiferencia, que Lerma acentuó cultivando la inclinación del rey por la caza, el juego y los deportes
La política de Lerma comenzó por la reforma de los órganos de gobierno de la monarquía, fortaleciendo las Juntas en detrimento de los tradicionales Consejos, a fin de ganar en agilidad y carácter ejecutivo, al tiempo que se acrecentaba el poder del valido y sus partidarios.
En lo exterior, impuso una política pacifista, reconociendo con realismo las dificultades financieras y militares por las que atravesaba el país: firmó la paz con Francia, Inglaterra y, sobre todo, con Holanda (Tregua de los Doce Años, 1609). La paz permitió reconstruir la Hacienda Real y la explotación de los metales americanos. También fue obra de Lerma la expulsión de España de los moriscos en 1609-14
Lerma hubo de hacer frente a una facción rival encabezada por su propio hijo, el duque de Uceda, y auspiciada por la reina, que recibiría un inesperado refuerzo por parte de los jefes militares procedentes de Flandes que regresaban a la corte y cuestionaban la política pacifista; el rey recibía memoriales contra los abusos de su valido, mientras en la calle circulaban rumores y pasquines en el mismo sentido. Los enemigos de Lerma aprovecharon en su favor el fracaso del sistema de Juntas, los excesos de nepotismo, avaricia y corrupción cometidos en el ejercicio del patronazgo regio suplantado por el valido y los errores de éste en su relación con las Cortes castellanas.
Lerma fue perdiendo capacidad para situar a sus candidatos en puestos de poder y, en consecuencia, para atraer partidarios; hasta que, perdido también el favor real, hubo de dejar el poder y retirarse a sus dominios en 1618 (con ello salvaguardaba los intereses familiares, ya que le sustituía en la privanza del rey el duque de Uceda, que era hijo suyo).
Antes, y para ponerse a salvo de represalias, se hizo nombrar cardenal en 1618 (y se ordenó sacerdote en 1619), por lo que quedó a salvo del proceso que se abrió contra él y sus «hechuras»; no obstante, el proceso le fue muy desfavorable y murió en medio del mayor desprestigio, después de ver cómo moría su antiguo amigo y protector Felipe III (en 1621) y cómo su hijo perdía el poder en favor de Olivares, para morir él también (en 1624). La línea pacifista seguida por la Monarquía se rompió inmediatamente con el inicio de la Guerra de los Treinta Años (1618-48)