Poeta francés. Tras un viaje al Reino Unido, donde contrajo matrimonio con su amante Marie Gerhardt (1863), fue profesor de inglés en el instituto de Tournon, pero pronto perdió el interés por la enseñanza. Sólo podía dedicarse a escribir al término de su jornada laboral, y así compuso L’azur, Brise marine, empezó Herodías y redactó una primera versión de La siesta de un fauno. En 1866, el Parnasse Contemporain le publicó diez poemas y poco después fue trasladado al liceo de Aviñón. Conoció a Paul Verlaine, y finalmente consiguió un puesto en el liceo Fontanes en París (1867).
Publicó Herodías en una segunda entrega del Parnasse; la dificultad de su poesía le había granjeado la admiración de un reducido grupo de poetas y alumnos, que recibía en su casa, pero los juicios favorables de Verlaine y de Huysmans le convirtieron en poco tiempo en una celebridad para toda una generación de poetas, los simbolistas, que acogieron con entusiasmo su volumen Poesías y su traducción de los Poemas de Edgar Allan Poe.
Lideró a partir de entonces frecuentes tertulias literarias con jóvenes entre los que se encontraban André Gide y Paul Valéry. En 1891 publicó Páginas, y un año después el músico Debussy compuso el Preludio a la siesta de un fauno.
En 1897, la revista Cosmopolis publicó Una tirada de dados nunca abolirá el azar, fragmento de la obra absoluta que Mallarmé llamaba el Libro, que no llegó a completar, y en la que intentaba reproducir, a nivel incluso tipográfico, el proceso de su pensamiento en la creación del poema y el juego de posibilidades oculto en el lenguaje, sentando un claro precedente para la poesía de las vanguardias.
La dificultad de la poesía de Mallarmé, a menudo hermética, se explica por la gran exigencia que impone a sus poemas, en los que interroga la esencia para desembocar frecuentemente en la ausencia, en la nada, temas recurrentes en su obra
(Thumeries, 1932 - Los Ángeles, 1995) Director de cine francés. Alumno de los jesuitas en Fontainebleau y graduado en Ciencias Políticas en la Universidad de la Sorbona, Malle había nacido en una familia de siete hermanos, descendiente de un noble francés que había hecho su fortuna durante las Guerras Napoleónicas. Se interesó pronto por la fotografía y la imagen. En un principio su familia no vio con buenos ojos que se dedicara al cine, pero completó su educación en el Institute Des Hautes Études Cinematographiques (IDHEC).
Como fotógrafo conoció a Jacques Cousteau, se enamoró de su proyecto y se embarcó en “La Calypso” para convertirse, según palabras del propio Cousteau, en el mejor cámara submarino que había tenido jamás. De su trabajo conjunto surgió Le monde du silence, que se convirtió en la primera película de Malle como director, aparte de su labor como director de fotografía, y que le hizo ganar un Oscar al mejor documental y la Palma de Oro al mejor director, compartida con Jacques Cousteau
La carrera de Malle, que se extiende a lo largo de casi cuarenta años, se beneficia también de su aportación como guionista y actor. La necesidad de escribir los guiones proviene en su caso tanto del establecimiento de su filosofía como de algún ejercicio autobiográfico. Desde Los amantes hasta Herida, Malle extiende su concepción de la sexualidad, sobre todo femenina, con distintas reacciones por parte del público y la crítica a lo largo de las épocas. A causa de su militante ruptura de los tabúes eróticos, encontró casos como el ocurrido en 1968, en el que el Tribunal Supremo de EE.UU. acusaba de obscenidad a una sala de Ohio que proyectaba Los amantes. Quizá esta fuera la razón principal por la que Malle fue tan reacio a introducirse de lleno en el ambiente hollywoodiense
Ya había rodado algunos de sus títulos más significativos, como Zazie en el metro o El soplo al corazón -que le valió una nominación al Oscar en el apartado de mejor guión original-, cuando viajó a Estados Unidos. Allí conoció a la actriz Susan Sarandon, con quien inició una relación que les llevaría a colaborar en títulos como La pequeña -cuya banda sonora fue nominada al Oscar- o Atlantic City, que aunque no llegó a conseguir ninguna estatuilla obtuvo cinco nominaciones al Oscar y tres a los Globos de Oro.
Pero pronto la relación con Sarandon fracasó y además Malle comenzó a encontrar dificultades para rodar. Después de Atlantic City realizó tres películas que le brindarían la oportunidad de dirigir a Ed Harris, Sean Penn y Donald Sutherland, y dos largometrajes para televisión, God’s Country y And the Pursuit of Happiness, a los que también presta su voz como narrador
El regreso a Francia tendrá un doble significado: el reencuentro con el cine europeo y consigo mismo. Adiós, muchachos le ofrece la oportunidad de exorcizar su propia experiencia de la ocupación alemana en Francia durante la Segunda Guerra Mundial. La historia se desarrolla en 1944 en un colegio católico que refugia a niños judíos. El hecho autobiográfico, lejos de hacer caer a Malle en una sucesión de acontecimientos dramáticos, refleja una historia conmovedora, más por lo que se adivina tras las miradas, que por lo poco que puede haber de explícito en la narración.
Cuentan que Malle lloró la noche del estreno, lo que da una idea de su implicación directa con la historia. Adiós, muchachos obtuvo dos nominaciones al Oscar en los apartados de película y guión y una a los Globos de oro como mejor película extranjera. En Europa serían más generosos: ganó el Félix al mejor guión y el León de Oro premió a Malle como mejor director
Sus tres últimas películas son relatos completamente distintos. Cerca ya de la enfermedad, ésta no merma ni un ápice su pasión. Milou en mayo recoge, muchos años después, el espíritu del 68, que Malle se apresura a reivindicar, no exento de humor, como algo visceralmente francés. Con Herida, basada en la novela de la irlandesa Josephine Hart, su discurso se hace inquietante, escondiendo detrás de cada imagen ese peligro que exhibe la frase más ilustrativa del guión: “Las personas heridas son peligrosas; saben que pueden sobrevivir”. Completamente convencido de que en esta historia la imagen anularía las palabras, eligió a una actriz, Juliette Binoche, con la cualidad de hacer que su presencia, su mirada, interpretaran por ella. Pero fue la británica Miranda Richardson quien obtuvo sendas nominaciones al Oscar y a los Globos de Oro como mejor actriz secundaria.
Malle cerró su filmografía sin pretenderlo con Vanya en la calle 42, una historia sobre el teatro que tenía como eje principal el temor de los personajes a haber malgastado sus vidas. Nada parece casual. A Malle se le diagnosticó un cáncer que le afectaba a las glándulas linfáticas y murió el 23 de noviembre de 1995 en Beverly Hills, California, junto a la que había sido su mujer desde 1981, Candice Bergen
Aun teniendo claro cuáles debían ser las constantes de su obra, Malle buscó incansablemente la variedad. Desde el western cómico al drama autobiográfico, no fue nunca un director estricto; confiaba en que la aportación de los actores ampliaría la visión de su trabajo. Se enfrentó a las variaciones sobre el sexo prohibido, incluyendo el incesto (Soplo al corazón) y la prostitución (La pequeña) en su repertorio, y se rodeó de los profesionales más prestigiosos. Su aportación a la “Nouvelle vague” pasó por corroborar la concepción de una nueva moral. El cine europeo le debe uno de sus nombres claves y el cine americano puede dar gracias por el tiempo que le dedicó