Mítico soberano, fundador del Imperio Inca. A finales del siglo XII, Manco Cápac I guió a los incas, un pueblo de lengua quechua procedente de una pequeña isla del lago Titicaca, en el altiplano boliviano, hasta el valle de Cuzco, situado en los Andes peruanos, una depresión de clima agradable a pesar de su altura (unos 4.000 m sobre el nivel del mar), dado que se encuentra en la latidud de los trópicos.
Tras someter a los pueblos que habitaban el lugar, decidió establecerse en este valle de suelo fértil y abundantes bosques y prados, y hacia el año 1200 fundó Cuzco junto al río Huatanay. La ciudad, cuyo nombre en quechua significa «ombligo», se convirtió pronto en la capital de un gran imperio, que, entre los siglos XIII y XV, llegó a dominar un vasto y accidentado territorio que se extendía desde el norte de Ecuador hasta el centro de Chile, abarcaba la Bolivia andina y el noroeste de Argentina y tenía como centro Perú.
Manco Cápac fundó también la dinastía de los inca, o soberanos, que regiría este formidable imperio hasta su extinción en 1571, año en que los conquistadores españoles decapitaron en Cuzco a Túpac Amaru, el último inca. Al parecer, Manco Cápac murió a los setenta años de edad y fue sucedido por su hijo Sinchi Roca; parece probable que fuera embalsamado e inhumado en el gran templo del Sol, en Cuzco, como ocurrió con sus descendientes.
Tras su muerte, la figura de Manco Cápac I trascendió al personaje histórico para convertirse en un héroe mítico, protagonista de la narración que explica los orígenes legendarios del pueblo inca y de sus monarcas. Según el relato recogido, entre otros, por el cronista Garcilaso de la Vega, el Inca (1583-1613), ocho hijos del dios sol Inti, cuatro varones (Manco Cápac, Ayar Cachi, Ayar Ucho y Ayar Auca) y cuatro hembras, surgieron del fluido subterráneo por una cueva situada en la roca sagrada de Pacaritambo, a unos 30 Km al sudeste de Cuzco.
La misión que les había encomendado su padre era encontrar un lugar desde donde partir hacia la conquista y civilización del mundo, tarea en la que pronto se les unieron las gentes que habitaban en las cuevas vecinas a la citada roca, los incas. Para conseguir su objetivo, llevaban el báculo de oro de Mama Huaco, el cual, hincado en el suelo, debía indicar si el lugar en que se encontraban era el que buscaban al hundirse por sí solo en la tierra.
Durante el viaje, tres de los hermanos decidieron partir en direcciones diferentes, de forma que Manco Cápac, el único de los varones que permaneció con el grupo, se encargó de guiarlo hasta el valle de Cuzco, donde la vara dorada penetró en el terreno, por lo que el legendario gobernante fundó la ciudad de Cuzco y estableció su capital. A fin de preservar la pureza de su estirpe divina, Manco Cápac casó con su hermana mayor, Mama Ocllo, matrimonio incestuoso del que surgió la dinastía reinante en el Imperio Inca.
Esta leyenda, sin duda, hubo de contribuir decisivamente a consolidar a los descendientes de Manco Cápac I en el poder, ya que les otorgaba un carácter divino y legitimaba la costumbre de los soberanos incas de tener como esposa principal, o coya, a una de sus hermanas, cuyo hijo primogénito sería el heredero del trono
(Cuzco, Perú, hacia 1500-Vilcabamba, id., 1544) Soberano inca. Hijo del inca Huayna Cápac y hermanastro de Atahualpa y Huáscar, al parecer se mantuvo al margen de las disputas por el trono que sostuvieron éstos al morir su padre. En 1533, tras el asesinato de Huáscar, ordenado al parecer por Atahualpa, y el de éste por Francisco Pizarro, fue reconocido como inca Túpac Huallpa. Sin embargo, a los pocos meses Túpac Huallpa fue envenenado por el general quiteño Calcuchimac.
Ante este nuevo magnicidio, Manco Inca se alió con los españoles, y junto a Hernando de Soto emprendió la guerra contra los quiteños mandados por el general Quisquis. Alejado el peligro de los quiteños que clamaban venganza por la muerte de Atahualpa, Francisco Pizarro entronizó a Manco Inca, quien adoptó el nombre de Manco Cápac II, evocando el nombre del mítico fundador del Tahuantinsuyo.
La ceremonia, según los cronistas de la época, siguió escrupulosamente las prescripciones del protocolo incaico hasta que el sacerdote Vicente Valverde celebró una misa y el nuevo soberano recibió los atributos de su autoridad no del sumo sacerdote inca, sino de Francisco Pizarro, reconociéndose así vasallo del emperador Carlos I.
Sin embargo, los abusos cometidos por los españoles contra los indios provocaron la sublevación de Manco Cápac II (1536). Pizarro asaltó Cuzco y desalojó al soberano inca, que se refugió en Vilcabamba, fundando el imperio independiente homónimo.
Mientras tanto, la disputa por la posesión de Cuzco que enfrentó a Francisco Pizarro y Diego de Almagro había dado origen a una guerra civil. En 1541, Manco Cápac tomó parte en el conflicto al lado de Diego de Almagro el Mozo, quien conspiró en su asesinato. Los hijos de Manco Cápac, Sayri Túpac, Titu Cusi Yupanqui y Túpac Amaru, se sucedieron en el trono incaico de Vilcabamba