Poeta, académico y traductor finlandés. Procedente de una familia de agricultores, se trasladó a Helsinki para estudiar en la universidad. Tras licenciarse en 1897, se dedicó a la literatura. En 1913 comenzó a dar clases de finlandés en la universidad, actividad que desarrolló hasta su jubilación. Posteriormente, fue nombrado Doctor Honoris Causa y recibió doctorados honoríficos de las facultades de Teología y Filosofía.
Junto con E. Leino y V. A. Koskenniemi, Otto Manninen está considerado como uno de los poetas más destacados de la lírica finlandesa de principios del siglo XX. Su obra se inscribe en la corriente simbolista, aunque fuertemente influido por la poesía popular finlandesa. Los versos de Manninen son intensos y concisos hasta el hermetismo, de una gran sutileza emocional. Con ellos, el autor evoca estados de ánimo, y reproduce formas y aspectos de la naturaleza.
El severo perfeccionismo de Manninen hizo que sólo se publicase una pequeña parte de todo lo que llegó a escribir. La obra poética del autor no alcanzó excesiva popularidad cuando apareció, pero desde el final de la Segunda Guerra Mundial su posición se ha ido consolidando, y actualmente es uno de los escritores finlandeses más considerados. En la recuperación de Manninen fueron especialmente significativos los autores de los años cincuenta, que resaltaron su importancia como poeta.
El primer volumen de poemas del autor fue Säkeitä (Estrofas), de 1905. A continuación, Manninen publicó Säkeitä II (Estrofas II), de 1910; Aguas muertas (Virrantyven, 1925); Matkamies (Viajero), de 1938; Runoja, de 1950, y Muistojen tie, publicada póstumamente en 1951. El autor también tradujo al finlandés obras de Homero, Sófocles, Goethe, H. Ibsen, Molière, S. Petöfi y H. Heine, entre otros
(Totteridge, 1808-Londres, 1892) Prelado británico. Sacerdote anglicano (1832), en 1835 entró en relación con Newman y con el movimiento de Oxford. Convertido al catolicismo, en 1851 fue ordenado sacerdote por el cardenal Wiseman. Fundó la Congregación de oblatos de san Carlos, destinados a las misiones populares. Sucedió a Wiseman en la sede de Westminster (1865) y actuó en favor de los obreros. Su elevación al cardenalato significó para los católicos la recuperación de sus derechos cívicos. Hombre de mando, partidario del poder temporal del papa y de la infalibilidad, se separó de Newman, cuyo inteligente liberalismo le parecía peligroso