Escritora española. Considerada uno de los valores más firmes de la literatura española contemporánea, sus obras se centran en el análisis de las relaciones entre individuo y colectividad. Es autora de novelas (Entre visillos, 1957, premio Nadal; Ritmo lento, 1963; El cuarto de atrás, 1978; Nubosidad variable, 1992; Lo raro es vivir, 1996), de relatos cortos (El balneario, 1954; Las ataduras, 1960), de cuentos infantiles (El pastel del diablo, 1985; Caperucita en Manhattan, 1990), de ensayos (Feijoo, 1970; Usos y costumbres de la posguerra española, 1987; Desde la ventana, 1987; Agua pasada, 1992) y de un poemario (A rachas, 1976). Premio nacional de literatura infantil y juvenil en 1984, premio Príncipe de Asturias de las Letras Españolas en 1988 y premio Nacional de las Letras en 1994. En 1999 publicó Historia de un empalmamiento
Rey de Aragón y de Sicilia, último de la dinastía catalano-aragonesa implantada en el siglo XII (Gerona o Perpiñán ?, 1356 - Barcelona, 1410). Era el segundo hijo de Pedro IV, el Ceremonioso, de quien obtuvo el reino de Sicilia en 1380. Cuando todavía se hallaba luchando con la nobleza siciliana para imponer su poder en la isla, heredó la Corona de Aragón por la muerte de su hermano, Juan I, en 1396. Su mujer, María de Luna, ejerció como regente, luchando contra quienes pretendían arrebatarle el Trono, hasta que Martín regresó en 1397.
Lanzó dos «cruzadas» contra el norte de África (1398-99); y también un gran ataque para someter a la nobleza rebelde de Cerdeña y expulsar de allí a los genoveses (1409); pero, dada la escasa inclinación guerrera de este rey débil y devoto, en general fue un reinado de paz exterior, lo cual agudizó las luchas entre bandos nobiliarios en el interior.
Todo el reinado estuvo marcado por el cisma de la Iglesia, permaneciendo Martín aliado del papa de Aviñón, el aragonés Benedicto XIII, que era pariente de la reina: llevó su protección hasta el punto de intervenir militarmente en Aviñón, salvando al «papa Luna» del asedio al que estaba sometido y acogiéndole en sus estados (1403).
Martín murió sin descendencia legítima, pues su único hijo murió antes que él y sólo dejó un hijo bastardo, Fadrique. No quiso designar su heredero, abriéndose una crisis sucesoria que se cerraría con el Compromiso de Caspe (1412), por el que se extendió a Aragón la dinastía castellana de los Trastámara, con la elección como rey de Fernando I, el de Antequera