Economista británico. Estudió en la Merchant Taylor’s School y el St. John’s College de Cambridge, donde se licenció en matemáticas en 1865. Fue profesor de economía política en el Balliol College de Oxford (1883-1885) y en la Universidad de Cambridge (1885-1908). Convirtió Cambridge en la principal facultad de economía de los países de habla inglesa, y tuvo como discípulos a importantes economistas, como Pigou o Keynes.
Su labor docente se basaba en las teorías de Ricardo y Stuart Mill complementadas con las aportaciones del marginalismo, especialmente de Karl Menger y Léon Walras, conciliando las teorías ricardianas con las de la escuela austriaca. De espíritu abierto, con una sólida formación matemática, histórica y filosófica, introdujo en sus enseñanzas las críticas a la Escuela Clásica inglesa (principalmente, Smith, Ricardo, Malthus y Stuart Mill) procedentes del historicismo alemán y del socialismo, así como también de la escuela marginalista.
El resultado de sus esfuerzos fue la denominada «síntesis neoclásica», base de la teoría económica moderna. En 1890 publicó su obra capital, Principios de economía, que durante muchos años fue el principal libro de texto en las facultades de todo el mundo. En el primer volumen de la obra compaginó conceptos de la economía clásica como riqueza, producción, trabajo, capital o valor con aportaciones de la escuela marginalista como utilidad y utilidad marginal. A los agentes de la producción (tierra, trabajo, capital) añadió un nuevo factor, el de la organización industrial.
En el segundo volumen realizó una exposición del funcionamiento de los mercados, un análisis de la oferta y la demanda y expuso su teoría del equilibrio general, de la formación de la oferta, la incidencia de los monopolios y la distribución de la riqueza nacional. Los problemas más destacados que analizó fueron el de la formación de los precios y la distribución de la renta.
En el primer caso estableció como determinantes del valor de un bien tanto el coste de producción como la utilidad. A partir del valor del bien, la formación de los precios vendría dada por la confluencia de la oferta y la demanda; la primera, determinada por los costes de producción, y la segunda, por la utilidad marginal. También estableció una relación entre precio y cantidad demandada cuya sintaxis gráfica (curvas de oferta y de demanda) sigue vigente hoy día.
En relación a la oferta realizó un análisis de los costes de producción y la forma en que las empresas se adaptan a las cantidades demandadas a corto y largo plazo. A este respecto definió como nivel óptimo de producción de una empresa aquel que permitía la obtención del máximo beneficio, que se produciría en el punto de equivalencia entre coste marginal y precio de mercado. Acuñó el término excedente del consumidor para definir la mayor utilidad que un sujeto obtiene en el intercambio de bienes.
Introdujo el factor tiempo en el análisis de la formación de los precios así como en el de las distintas formas de mercado (competencia perfecta y monopolio), diferenciando el corto del largo plazo en función de la naturaleza de los costes. A largo plazo, el coste de producción fija las condiciones de equilibrio entre oferta, demanda y precio. A corto plazo, la oferta es fija y no puede influir sobre los precios ni adaptarse a la demanda.
En el análisis del mercado introdujo nuevos conceptos de gran poder explicativo, tales como elasticidad de la demanda, cuasirrenta, bien complementario y bien sustitutivo, economías externas y economías internas, etc. En lo que respecta a la retribución de los factores y a la distribución de la renta, introdujo el concepto de relación marginal de sustitución, mediante el cual explicitó matemáticamente la asunción de que los diferentes factores de producción competían entre sí, y que toda variación de un factor influye sobre los demás
(George Catlett Marshall; Uniontown, Pennsylvania, 1880 - Washington, 1959) Militar y político norteamericano. Como oficial de Estado Mayor, había demostrado ya sus cualidades en el curso de la Primera Guerra Mundial (1914-18). Nada más estallar la Segunda Guerra Mundial (1939-45), la Administración demócrata del presidente Roosevelt le nombró jefe del Estado Mayor en Washington; cuando, a partir de 1941, los Estados Unidos tomaron parte en aquella contienda, Marshall fue el responsable de coordinar las fuerzas militares americanas hasta la victoria final.
Su prestigio quedó reforzado por el éxito obtenido y, después de la guerra, fue destinado a importantes misiones diplomáticas. La primera de ellas fue tratar de mediar, como embajador extraordinario en China (1945-47), entre los nacionalistas de Chang Kai-shek y los comunistas de Mao Zedong, que, después de haber sido aliados en la lucha contra los japoneses, parecían volver a su anterior confrontación; Marshall, bien considerado por los dos bandos, no pudo evitar que estallara entre ellos la guerra civil que terminaría con la victoria comunista en 1949
En 1947-49, Marshall dirigió la política exterior de Estados Unidos como secretario de Estado del presidente Truman. Sus esfuerzos se encaminaron hacia la reconstrucción de Europa, incluyendo a los países vencidos en la guerra, para no repetir los errores cometidos al final de la Primera Guerra Mundial.
En 1948 puso en marcha el Plan Marshall, consistente en suministrar ayuda económica masiva a los países europeos destruidos por la guerra, incluyendo en la oferta a los regímenes comunistas. El rechazo por parte de la Unión Soviética impidió que dicha ayuda llegara a los países del Este y provocó la ruptura de los partidos comunistas occidentales con sus aliados nacionales, en el contexto de la guerra fría que por entonces comenzaba a enfrentar a las superpotencias.
La ayuda americana facilitó el «milagro económico» de una recuperación rápida, al tiempo que estableció en Europa occidental mecanismos de unidad (como la OECE) y una estrecha vinculación a Estados Unidos. Marshall impulsó también las primeras negociaciones para la formación de una alianza militar antisoviética entre Estados Unidos y sus aliados europeos, que conducirían, ya después de su dimisión, a la creación de la OTAN (1949).
El estallido de la Guerra de Corea (1950-53) llevó a Truman a llamarle de nuevo, nombrándole ministro de la Guerra; la labor de Marshall consistió en cesar al impulsivo general MacArthur (que había reclamado plenos poderes para la dirección de la guerra) y apaciguar gradualmente el conflicto coreano para evitar que degenerara en una guerra de grandes dimensiones con el bloque socialista. Logrados sus objetivos, se retiró de la política y del servicio militar activo en 1951. En 1953 recibió el Premio Nobel de la Paz