Pintor y miniaturista catalán. Se sabe que fue hijo de un carnicero de Sant Celoni y que tuvo un taller de pintura en la calle Regomir de Barcelona, el más concurrido desde la muerte de Lluís Borrassà hasta la aparición de Jaume Huguet. Trabajó para gremios, corporaciones e instituciones religiosas y no recibió, en cambio, encargos regios. Su ocupación fundamental fue la pintura, pero no desdeñó tareas menores, como la decoración de telas o la realización de modelos para vidrieras.
Fue, además, un excelente miniaturista, que dejó, entre otras obras, un delicado Libro de horas. El retablo de San Pedro de Púbol es la única obra suya que ha podido documentarse con seguridad y, a partir de ella, se le han atribuido otras creaciones agrupadas anteriormente bajo la personalidad del Maestro de Sant Jordi. El retablo de Púbol es una obra que se enmarca en el gótico internacional y corresponde al período de madurez del artista.
Sin abandonar nunca los cánones del gótico internacional, Martorell incorporó en algunas de sus creaciones posteriores rasgos franco-flamencos, como la fantasía y la riqueza descriptiva; esta última confiere un singular atractivo al retablo de La Transfiguración de Barcelona, una de sus obras más admiradas. Entre sus obras restantes, la más destacada es el retablo de San Jorge (disperso en la actualidad), en el que da muestras de un lirismo extraordinario
(Gandía, actual España, 1413/1415-id., 1468) Caballero y escritor valenciano. De noble linaje, pertenecía a una familia de caballeros belicosa y activa. En 1433 aparece citado en un documento como caballero, y en 1437 se tiene la primera noticia de su enfrentamiento con Joan de Monpalau, un primo suyo que había deshonrado a su hermana Damiata al no cumplir su promesa de casamiento.
Lo desafió a muerte y durante ocho meses intercambiaron letras de batalla, escritas según los cánones jurídicos y militares del género, en las que se pone de manifiesto el dominio, por parte de ambos, de la prosa y del uso de la ironía y el sarcasmo. Finalmente, en 1438 Martorell decidió buscar un juez que los emplazara para el duelo, y lo encontró en Enrique VI de Inglaterra, por lo que emprendió viaje a Londres. Una vez allí, el encuentro se aplazó, siendo más tarde zanjado mediante una suma de florines.
Martorell aprovechó para permanecer un año en la corte inglesa, donde estuvo en contacto con caballeros de toda Europa y tuvo la oportunidad de dedicarse a la lectura. Enrique VI le había dejado un valioso manuscrito que contenía una refundición francesa de la novela Guy de Warwich, que el escritor adaptó al catalán, intercalando episodios del Libre de l’ordre de cavalleria de Ramon Llul, con el título de Guillem de Vàroic.
La obra se convirtió en el esbozo de los primeros 39 capítulos de su obra maestra, y pieza fundamental en la evolución de la novela europea, el Tirant lo Blanc, que empezó a redactar en Valencia el 2 de enero de 1460.
Novela de aventuras caballerescas, la trama se articula en una estructura equilibrada y compleja, donde se alternan pasajes que van desde relatos puramente de batalla hasta disquisiciones de tono más reflexivo y carácter doctrinal, narrados con gran número de recursos prosísticos y con un dominio del lenguaje que abarca todos los niveles expresivos