Emperador de Alemania (1564-1576). A la muerte de su padre, Fernando I, se convirtió en emperador de Alemania y atrajo ciertos recelos del Papado por su actitud tolerante con los protestantes, ya que se había educado entre luteranos. Su política se basó en buscar un consenso entre la religión católica y la reformada, algo que no tuvo buenos resultados. En el exterior tuvo que enfrentarse a un serio conflicto con el Imperio Otomano: en 1566, el sultán Solimán el Magnífico marchó sobre Austria con un ejército de 300 000 hombres. La resistencia de la ciudadela de Szigeth detuvo el avance turco lo suficiente para que terminase el verano, lo cual, sumado a la muerte del sultán, eliminó el peligro. Aun así, Maximiliano tuvo que pagar un fuerte tributo económico para mantener la paz. Murió mientras preparaba una intervención militar en Polonia, con el objetivo de reclamar la Corona de este reino
(Munich, 1662-id., 1726) Elector de Baviera. Sucedió a su padre Fernando María y en 1685 contrajo matrimonio con María Antonia, hija del emperador Leopoldo I. En 1691 obtuvo el cargo de gobernador de los Países Bajos españoles, y posteriormente su hijo José Fernando fue designado heredero al trono de España. Sin embargo, cuando poco tiempo después éste falleció, las diferencias con la Corona de España llevaron al elector a aliarse con Francia en la guerra de Sucesión española. Los Wittelsbach se coligaron también con el elector de Colonia, el rey de Portugal Pedro II y Víctor Amadeo de Saboya, que integraban el bando favorable a Felipe V. La guerra, iniciada con la ocupación de la Lombardía por las tropas de Eugenio de Saboya, se extendió tras la intervención inglesa por toda Europa. El conflicto se saldó con la derrota de Maximiliano II ante el príncipe Eugenio, en 1704. El elector se vio entonces obligado a exiliarse en Francia, desde donde hubo de ver cómo Austria y el Palatinado se repartían sus territorios. En 1715, sin embargo, le serían devueltos