Escritor y periodista español. Pocos autores han sabido captar en su obra la esencia del Madrid castizo como Mesonero Romanos. Junto al olvidado Serafín Estebánez Calderón y al gran Mariano José de Larra, fue el principal representante de la escuela costumbrista española del siglo XIX, aunque los intereses y estilos de los tres autores poco tuvieran que ver entre sí.
Mientras Estebánez Calderón buscaba sobre todo recrear el color local andaluz en una prosa arcaica y poco natural, y Larra iba más allá de la mera descripción para satirizar los vicios de su sociedad, Mesonero Romanos se situaba en una vía intermedia: sus textos (escritos en un estilo ameno, llano y amable, desprovisto de toda pretensión) constituyen un retrato lleno de vida de las calles, costumbres y gentes del Madrid decimonónico y romántico.
Desde su puesto de funcionario e inspector de obras públicas municipales, tuvo una participación activa en la renovación urbanística de la capital española durante el siglo XIX, de la que sus escritos son fiel reflejo. Su vocación literaria tiene su origen precisamente en esta ocupación, no en balde su primer escrito fue una Guía de Madrid, publicada en 1831.
La excelente acogida que obtuvo por parte del público lo empujó a dedicarse de manera seria y continuada al cultivo de su afición literaria, representada a partir de entonces mediante sus colaboraciones en numerosos periódicos y revistas.
Anhelando un nuevo tipo de publicación que, al margen de las disputas ideológicas de su época, pudiera llegar a un amplio espectro de público, en 1836 fundó el Semanario Pintoresco Español, cuyo título es ya una declaración de principios. En él dio a conocer sus artículos costumbristas, más tarde recogidos en libros como Escenas matritenses (1842) y Tipos y caracteres (1862). En 1880 publicó su autobiografía Memorias de un sesentón
(Montluçon, 1853 - París, 1929) Compositor y director de orquesta francés. Fue discípulo de Gigout y Loret en la École Niedermeyer y también recibió lecciones de Saint-Saëns. A los 21 años fue nombrado organista del coro de St. Sulpice y, más tarde, maestro de capilla de St. Paul (1882) y Sta. Marie des Batignoles (1884). Atraído por el teatro, el editor Enoch le encargó terminar François les bas bleus, partitura que dejó inconclusa F. Bernicat, y que alcanzó gran éxito en los escenarios parisinos.
Gracias a Saint-Saëns se le abrieron las puertas de la ópera y en 1885 triunfó con La fauvette du temple y La Béarnaise, obra, esta última, que le consagró en el género de la ópera ligera. Un año más tarde presentó su ballet Les deux pigeons (el cuarto de sus diez ballets), que fue uno de los títulos más representados de su repertorio. Todas sus operetas fueron bien acogidas; destacaron La basoche, Madame Chrysanthème, Les petites michu, Vèronique y Monsieur Beaucaire.
Junto con Offenbach y Lecocq, Messager fue uno de los principales exponentes de la opereta francesa, que también fue muy apreciada en los escenarios londinenses. Como director de orquesta era un wagneriano convencido, pero siempre estuvo al servicio de la música francesa. A principios de 1908 sucedió a Pedro Gailhard en la dirección de la Ópera de París, puesto en el que permaneció hasta 1914