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Biografía de Mohamed VI

Mehmed Vahiddin; Constantinopla, 1861 - San Remo, 1926

Último sultán del Imperio otomano, gobernó entre 1918 y 1922, año en que fue depuesto por la Asamblea Nacional presidida por Atatürk

Sucesor de su tío Mohamed V, fue proclamado sultán el 4 de julio de 1918. Intentó seguir el ejemplo de su hermano Abdulhamit II, quien gobernó el Imperio otomano entre 1876 y 1909, y trató de recuperar su forma de gobernar, aplicando un control personal sobre la administración.

A la finalización de la Primera Guerra Mundial firmó, el 30 de octubre de 1918, el Tratado de Mendres, que suponía la capitulación ante los aliados, la desmilitarización del país y el establecimiento de una administración aliada en Estambul a partir del 8 de diciembre de 1918. Mohamed VI colaboró con las fuerzas de ocupación extranjeras para poner fin al dominio de las fuerzas nacionalistas, dirigidas por Kemal Atatürk. El gobierno del Comité de la Unión y Progreso se colapsó y todos sus miembros se vieron obligados a exiliarse.

El sultán trató de poner en práctica una legislación de corte claramente antinacionalista y que lograra perpetuar la dinastía otomana. Siguiendo los consejos de los aliados, disolvió el Parlamento y persiguió a los nacionalistas. Éstos se refugiaron en Anatolia, donde se reorganizaron bajo la dirección de Kemal Atatürk.

El sultán puso al frente del gobierno al prooccidental Teufil Pasa, al que sucedió el cuñado del sultán, Damat Ferit Pasa, quienes trataron de resucitar la Unión Liberal. El sultán comenzó a gobernar por decreto, estableció una dura dictadura, prohibió las organizaciones patrióticas, abolió las leyes de familia y estableció un férreo control sobre las escuelas religiosas. El líder nacionalista trató de conseguir el apoyo del sultán a su programa político, que propugnaba la integridad territorial de Turquía y la expulsión de las tropas extranjeras del territorio del país.

Tras duras negociaciones, Mohamed VI accedió a la celebración de elecciones, que tuvieron lugar a finales de 1919. Los nacionalistas resultaron vencedores, obteniendo la mayoría de los escaños del Parlamento. Los aliados, alarmados por la situación, respondieron extendiendo el área ocupada en Constantinopla y arrestaron a los nacionalistas, que fueron condenados al exilio. El sultán nuevamente disolvió el Parlamento el 11 de abril de 1920.

Los nacionalistas volvieron a refugiarse en Anatolia, donde Kemal formó un gobierno provisional que fijó su sede en Ankara. Mohamed VI firmó el 10 de agosto de 1920 el Tratado de Sèvres, el cual reducía notablemente los territorios de Turquía, que quedaron reducidos a la Península de Anatolia y la Rumelia Oriental. Esta acción encrespó todavía más los ánimos de los nacionalistas, quienes, tras haber derrotado a los griegos, habían consolidado su posición.

La Gran Asamblea Nacional abolió el sultanato el 1 de noviembre. Mohamed VI fue obligado a abdicar y el 16 de noviembre fue depuesto como califa. El 17 de noviembre el sultán abandonó Constantinopla en un buque de guerra británico con destino a Malta. Sus intentos de recuperar el califato acabaron en fracaso. Finalmente fijó su residencia en Italia, donde permaneció hasta su muerte en 1926.

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(Kabul, 1914-2007) Rey de Afganistán. A los 19 años, en 1933, heredó el trono de su padre, Nadir, que fue asesinado. Al igual que éste dio marcha atrás en las audaces reformas que había impulsado desde 1919 el rey Amanullah, que se vio obligado a abdicar en 1929 al estrellarse contra una sociedad absolutamente tradicionalista y mayoritariamente musulmana. No obstante, con el transcurrir del tiempo fue mostrando su inclinación hacia una prudente modernización.

En 1947 afrontó un tenso conflicto con el recién creado Pakistán por el dominio de la región del Patán. Durante la guerra fría supo sacar provecho de la excepcional situación estratégica de su reino para obtener ayuda tanto de Estados Unidos como de la Unión Soviética, manteniendo con habilidad un difícil equilibrio entre ambas potencias.

Gobernó con la estrecha colaboración de su primo, el general Mohamed Daud, a quien nombró primer ministro en 1953, y en 1964 convirtió el país en una monarquía constitucional, realizándose las primeras elecciones en 1965. Pero en julio de 1973, mientras se encontraba de viaje en el extranjero, fue derrocado por Daud, que instauró una república y se autoproclamó presidente

Desde entonces, Zahir estableció su residencia en la zona norte de la capital italiana, cerca de la Via Cassia, en donde vivió un exilio cuya tranquilidad se vio bruscamente perturbada el 4 de noviembre de 1991, cuando un portugués, José Paulo Santos de Almeida, que se había hecho pasar por periodista, le asestó dos puñaladas, provocándole heridas que no revistieron gravedad.

El ex monarca nunca renunció a jugar un papel político en su país, y, asistido por su yerno, el ex general Abdul Wali, mantuvo a lo largo de los años frecuentes contactos con representantes de las diversas fracciones afganas en lucha, primero contra la ocupación de las tropas soviéticas y después entre sí.

En los días posteriores al 11 de septiembre de 2001, tras los ataques terroristas de Nueva York y Washington, Estados Unidos comenzó a preparar la operación militar contra el régimen integrista de los talibán, abierto protector de Osama Bin Laden, a quien se señalaba como inspirador directo de la masacre. La figura del antiguo monarca se barajó entonces como posible sucesor de los "estudiantes islámicos", una vez producido el previsible derrocamiento de éstos, en la jefatura del Estado afgano, pues se le atribuía la moderación y el ascendiente necesario como para administrar el poder en el complejo mosaico étnico del país

En octubre de 2001, ya iniciado el ataque militar de Estados Unidos contra Afganistán, Zahir pedía que no se castigara a la población y manifestaba su disposición a regresar a Kabul y a presidir un gobierno de unidad nacional en el que estuvieran representados también los talibán. De vuelta a Afganistán, sin embargo, no se le otorgó poder alguno; fue nombrado "Padre de la patria", título honorífico que simbolizaba la unidad del país y que desapareció con su fallecimiento

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