Erudito inglés. Estudió en París, donde tuvo conocimiento de que los marinos chinos empleaban la brújula como instrumento de navegación. Uno de sus libros (1180) contiene la primera referencia a este hecho en Europa
Financiero y político francés (Ginebra, 1732 - Coppet, Ginebra, 1804). Aunque nacido en una familia protestante de Ginebra, vivió en París desde los quince años y se convirtió en uno de los banqueros más importantes de la ciudad. Desde 1768, sin embargo, abandonó sus negocios, atraído por la ciencia y la literatura (en el salón de su mujer se reunían por entonces algunos de los intelectuales más destacados de la Ilustración, como Diderot y D’Alaembert). En sus escritos atacó las ideas económicas de Quesnay y Turgot, defendiendo una mayor regulación estatal de los mercados.
Los contactos establecidos en la corte como prestamista de la Corona y como representante diplomático de la ciudad-estado de Ginebra le facilitaron la entrada en la política francesa: en 1777 sustituyó a Turgot como ministro de Hacienda de Luis XVI, en lucha desesperada contra el endeudamiento de las finanzas reales.
La confianza que inspiró en el mundo financiero y el acierto de sus primeras medidas produjeron una mejora transitoria de la situación, rota a partir de 1780 cuando la intervención francesa en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos de América (1778-83) volvió a desequilibrar las cuentas.
Por otro lado, la corte y los parlamentos provinciales se opusieron a las reformas fiscales que proponía Necker, temerosos de perder sus privilegios; cuando el ministro expuso su punto de vista en un Informe al rey fue inmediatamente destituido, pues, además de atacar el principio del secreto de las finanzas reales, había puesto en evidencia a la aristocracia denunciando las pensiones que recibía de unas arcas reales a las que no contribuía (1781).
Las finanzas reales siguieron deteriorándose bajo la dirección de Calonne y de Brienne y el descrédito de la Monarquía allanaba paulatinamente el camino de la Revolución. La bancarrota de 1788 decidió al rey a llamar de nuevo al popular Necker; éste le convenció de que para remediar la situación era preciso convocar unos Estados Generales que afrontaran reformas profundas en la Monarquía. Enfrentado a la corte por su insistencia en que el rey ofreciera concesiones al Tercer Estado, acabó por ser destituido en 1789.
Su cese fue uno de los detonantes del asalto a la Bastilla con el que estalló la Revolución francesa. Aún fue llamado una vez más, pero mantuvo una posición ambigua y decidió retirarse a Ginebra debido a su desacuerdo con medidas radicales de la Asamblea revolucionaria, como la confiscación de los bienes del clero o la emisión de los asignados (1790)