Escritor polaco. En 1842 se trasladó a Italia para estudiar bellas artes. Artista y poeta desconocido, murió en una institución benéfica. Gran parte de su obra fue publicada en 1912, lo que permitió el descubrimiento del escritor. Son notables sus poesías (Rapsodia fúnebre a la memoria de Bem, 1850; El piano de Chopin, 1863), el diálogo filosófico Promethidion (1850) y los cuentos de Estigma
(Brandeburgo, 1868 - Hannover, 1946) Político alemán. Miembro destacado del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), lideró el ala más conservadora de esta formación. Su figura fue muy polémica a causa su actitud dictatorial en la represión de los movimientos revolucionarios que se produjeron en la etapa de entreguerras.
La actividad política de Gustav Noske comenzó a principios del siglo XX, en el periodo en que las fricciones entre los diferentes imperios europeos eran continuas. En 1914 se afilió al Partido Socialdemócrata Alemán, en el que pronto coincidió con su ala más conservadora, aquella que dio su apoyo expreso a la participación de Alemania en la Primera Guerra Mundial, en contra de la opinión de la mayoría de sus compañeros de partido. El talante conservador y reaccionario de Noske ya se había dejado ver durante los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX, ya que en algunos de los escritos de esa época había dado su apoyo expreso al militarismo imperial y a las atávicas ideas colonialistas.
Su ideario, cercano a los partidos reaccionarios, fue una de las causas por las que, en octubre de 1918, cuando los marinos atracados en la base militar de Kiel se amotinaron, el gobierno imperial le encargó la difícil tarea de acabar con la revuelta. Noske era la persona ideal para llevar a cabo este trabajo sucio, puesto que tenía un amplio conocimiento de la estrategia y el funcionamiento militar.
Si bien sofocó la revuelta del ejército del mar, ese fue el preludio de la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial. En diciembre de 1918 cayó el gobierno imperial y se constituyó la República de Weimar. Inicialmente se formó un gobierno eventual (del que Noske fue uno de los consejeros ejecutivos), que debía regir los destinos del país hasta que se formase la Asamblea Nacional de Weimar, en febrero de 1919. Ese fue un periodo muy convulso en la realidad política y social de Alemania y Noske participó activamente en la misma
Entre finales de 1918 y principios de 1919 se produjeron, en toda la República, varias revueltas populares de trabajadores de ideario comunista a las que tuvo que enfrentarse Noske a causa de su experiencia demostrada en Kiel. El 23 de diciembre de 1918 tropas militares revolucionarias y trabajadores armados del partido extremista Liga Espartaquista se unieron y detuvieron al canciller Ebert en la ciudad de Berlín. Hindenburg trató, sin éxito, de persuadirles de que debían deponer su actitud y liberar a Ebert. Los enfrentamientos en las calles de la ciudad se multiplicaron e incluso fue ocupado el Reichstag. Las masas de trabajadores fueron creciendo al grito de "abajo el gobierno".
El gabinete provisional se reunió en los Cuarteles Generales del Ejército para tomar una decisión al respecto, mientras que las masas enfervorizadas se manifestaban en la Puerta de Brandeburgo, en el Tiegarten y frente a los propios cuarteles. Tras ser elegido el 6 de enero como Comisario de Defensa, Noske se reunió con los mandos de los cuerpos especiales del ejército, conocidos como Freikorps, para planificar la reconquista del Reichstag. La decisión fue tomada de inmediato y todo se preparó para que los sanguinarios Freikorps (´Cuerpos Libres´) se trasladaran a Berlín con el fin de restaurar la paz.
Estos grupos de asalto eran formaciones semifascistas que se habían creado en diciembre de 1918 y estaban lideradas por altos oficiales del ejército germano de ideas reaccionarias. Los Freikorps atrajeron a los mercenarios que habían comenzado su carrera militar luchando contra los bolcheviques en los países bálticos a finales de la Primera Guerra Mundial. Muchos de ellos pertenecían a la División de Hierro del general Ruediger von der Goltz y portaban la esvástica, emblema de los Freikorps del Báltico, en sus cascos de hierro. Noske no dudó en ponerse en sus manos en su intento de devolver al país la ley y el orden
Así fue como, en enero de 1919, los Freikorps entraron a sangre y fuego en Berlín para devolverle su control al gobierno. Tras preparar minuciosamente la sangrienta confrontación con los trabajadores berlineses, el ataque fue iniciado el 10 de enero por los Freikorps de Potsdam. Noske estuvo en todo momento al frente de la actuación de las tropas y el día 11 se unió a uno de los contingentes avanzados liderado por generales imperiales. Decidió que debía recuperarse el edificio del Reichstag por la fuerza si era necesario, de ahí que no se escatimó la actuación de la artillería pesada en dicha acción.
El balance de muertos y heridos fue desolador en las filas de trabajadores. La situación de éstos se hizo desesperada y los trescientos que aún resistían en el parlamento decidieron abandonarlo. A pesar de que el Consejo de Trabajadores y Soldados desconvocó la huelga, esto no aplacó a Noske y a los Freikorps, que siguieron con su labor de represión y eliminación. Este fue el comienzo de lo que se llamó Terror Blanco, tras el cual las autoridades oficiales dieron una cifra de 156 muertos y varias centenas de heridos. Fuentes extraoficiales apuntaron que la cifra de trabajadores y revolucionarios asesinados giró en torno a los 2.000 o 3.000, mientras que la de heridos ascendió a unos 10.000.
A pesar de lo sangriento del resultado y de que se conocía, desde 1919, quién había dado las órdenes de disparar contra las masas de ciudadanos, ni Noske ni ningún miembro del gabinete fueron juzgados por estos crímenes. De la misma manera, Noske se valió de la situación para ajustar cuentas con algunos compañeros de partido con los que tenía una enemistad evidente.
Los archivos históricos demuestran que fue el propio Noske quien dio las órdenes concretas para asesinar a Rosa Luxemburgo y a Karl Liebknecht, fundadores de la Liga Espartaquista y del Partido Comunista Alemán, antiguos compañeros suyos en el SPD. Al terminar la revuelta, Noske aseguró que si los revolucionarios hubiesen tenido líderes más decididos, se hubieran hecho con Berlín de forma definitiva.
Cuando a los pocos meses, en febrero de 1919, fue elegido ministro de Defensa no tuvo rubor en declarar que alguien tenía que ser el perro de presa del gobierno y que él no tenía miedo de asumir esa responsabilidad. La represión y los asesinatos provocaron nuevos altercados en toda Baviera. En Nuremberg se convocaron sucesivas huelgas generales y grupos de trabajadores armados tomaron las calles. El SPD intentó solucionar el conflicto formando un gobierno dirigido por Johannes Hoffmann. Aun así, a las pocas semanas el gabinete se vio ante la tesitura de abandonar Múnich y demandar la ayuda de los Freikorps de Noske.
En marzo de 1920 tuvo que abandonar su cargo dentro del gobierno ante la creciente opinión crítica dentro del Partido Socialdemócrata por sus actuaciones. Sus compañeros de partido sospechaban que tramaba, junto al ala conservadora del parlamento, derrocar al gobierno establecido. Tras abandonar sus funciones ejecutivas, pasó a ser gobernador de la provincia de Hannover.
Desempeñó este cargo intermitentemente hasta el año 1933, cuando llegó al poder el Partido Nacionalsocialista de Hitler. Noske fue apresado por las tropas nazis, pero puesto en libertad, por lo que decidió retirarse de la vida política. Aun así, en el año 1944 participó en el fallido golpe de estado contra Adolf Hitler. A pesar de que era inminente la derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial, pudo comprobar que los alemanes aún creían en la fuerza de Hitler. Apenas dos años después falleció en la ciudad alemana de Hannover