Narrador y dramaturgo francés. Autor de enorme éxito entre los lectores franceses de la segunda mitad del siglo XIX, dejó impresa una interesante producción narrativa que, en muchas ocasiones, fue presentada también en los escenarios teatrales parisinos, transformada en material dramático por el propio Ohnet
Atento siempre a los gustos del público de su tiempo, Georges Ohnet aprovechó los cauces formales del folletín romántico para crear unas complejas tramas pasionales que pronto le convirtieron en uno de los autores predilectos de aquellos lectores que gustaban de las vicisitudes sentimentales (en general, el elenco femenino). Alentado por este relativo prestigio, no reparó demasiado en depurar su estilo -considerado demasiado elemental por la crítica de su tiempo-, pues comprobó que la amenidad de sus novelas folletinescas (y de sus subsiguientes versiones teatrales) radicaba en el choque pasional entre los protagonistas, circunstancia que sabía recrear a la perfección en todas sus obras, sin necesidad de ofrecer mayores muestras de virtuosismo expresivo.
Por lo demás, cabe señalar que, dentro de los modelos arquetípicos de un género tan encorsetado como el folletín romántico, el narrador parisino supo introducir una singular pincelada de originalidad que, con el paso del tiempo, tal vez constituya lo más valioso de sus escritos: el esbozo, en medio de la tensión sentimental sujeta a los típicos patrones del género, de una tensión social generada por el contraste entre una clase aristocrática en plena decadencia y una pujante burguesía que, poco a poco, va ocupando los puestos de privilegio ostentados hasta entonces por la nobleza
Todo esto se hace patente en la que tal vez sea su mejor novela, Le maître des forges (El dueño de la herrería, 1882), una obra que gozó de gran aceptación no sólo entre los lectores franceses de finales del siglo XIX, sino también entre el público de otros muchos países de Europa, como lo prueba su inmediata aparición en España, en versión de la escritora de origen filipino Julia Codorníu.
Merced a la traducción de esta ilustre descendiente de Félix María Samaniego, que firmaba sus obras como "Baronesa de Argeniere", los lectores españoles pudieron seguir, a lo largo de una serie de entregas aparecidas en La Correspondencia, la novela original de Georges Ohnet, titulada en castellano Las fraguas de Pont-Avesnes y acompañada -en dicha edición por entregas- por algunos poemas originales de la citada traductora. Comoquiera que en España el texto de Ohnet cosechó tanto éxito como en la tierra natal del autor, Julia Codorníu publicó también su traducción (hecha "en versos romancescos") en formato de libro (1882)
Otras obras de Ohnet que le granjearon un gran prestigio literario en su época son La comptesse Sarah (La condesa Sarah, 1882), Lise Fleuron (1884), Les dames de Croix-Mort (Las damas de Croix-Mort, 1886), Volonté (Voluntad, 1888), Le docteur Rameau (El doctor Rameu, 1889) y Au fond du gouffre (Al fondo del abismo, 1899), esta última (junto con la citada Le maître des forges) considerada como su obra maestra. El propio escritor parisino englobó todas estas narraciones bajo el título genérico de Batailles de la vie (Batallas de la vida), con la intención de resaltar la veracidad y cotidianeidad de las apasionadas historias sentimentales que las configuran.
(Vitoria-Gasteiz, 1956) Montañero español que en 2003 batió el récord mundial de ascensiones a las grandes cumbres, después de coronar en veinte ocasiones cimas de más de 8.000 m de altitud. Está considerado como uno de los mejores alpinistas del mundo, junto con Reinhold Messner, el primer montañero que logró alcanzar los 14 "ochomiles" del planeta.
Juan Oiarzabal
Juan Eusebio Oiarzabal Urteaga, familiarmente conocido como "Juanito", demostró dotes de buen deportista casi desde la cuna y, antes de dedicarse al montañismo, practicó gimnasia deportiva. La espeleología era una de sus principales aficiones, pero, gracias a la influencia de su padre y de algunos amigos, se interesó también por el alpinismo. Sus excepcionales facultades físicas y la elasticidad adquirida durante sus años de gimnasta le permitieron sobresalir rápidamente en esa práctica deportiva
Con tan sólo 24 años creó su propia empresa y empezó a dedicarse casi en exclusiva al montañismo. En 1985, cuando había cumplido los 29 años, inició la aventura más apasionante de su vida: conquistar la cumbre de las montañas más altas de la Tierra, es decir, los catorce "ochomiles". Culminó el reto en la primavera de 1999 tras coronar el Annapurna (Nepal, 8.091 m)
Cumplido el sueño de pisar la cima de los catorce "ochomiles", Oiarzabal repitió alguna de las ascensiones: en el monte Everest (2001, sin oxígeno), en el Gasherbrum I y II (2003) y en el Cho Oyu (2002 y dos veces más en 2003), hasta sumar un total de veinte y batir el récord que ostentaba el alpinista italiano Reinhold Messner.
Esta gesta convirtió a Oiarzabal en uno de los montañeros más relevantes de toda la historia y en el mayor coleccionista de cumbres de todos los tiempos. Tras él se sitúan el sherpa Ang Rita, ya retirado, con un total de 19 ascensiones, y Reinhold Messner y Ed Viesturs con 18. Es miembro de honor de la Sociedad Geográfica Española, y posee una Medalla al Mérito Deportivo y la insignia de oro de la Federación Vasca de Montaña.