Director de cine italiano. Nacido en el seno de una modesta familia de recios principios católicos, donde la precariedad económica era frecuente, a los quince años abandonó los estudios para trabajar en una fábrica de Milán. El sueldo que le proporcionaba dicho empleo estable era fundamental para el mantenimiento del núcleo familiar, puesto que el padre, obrero ferroviario, había fallecido durante la Segunda Guerra Mundial, teniendo la madre que empezar a trabajar en las fábricas Edison.
Ermanno Olmi
Sin embargo, en sus horas libres, Ermanno Olmi realizó cursos de declamación en la Academia de Arte Dramático de Milán, al tiempo que practicaba el teatro como aficionado y la fotografía. Estas inquietudes acabaron teniendo una salida profesional a través de Servizio Cinema, una sociedad creada por las fábricas Edison para la realización de documentales sobre el desarrollo de la industria italiana.
Olmi rodó así entre 1953 y 1961 numerosos cortometrajes sobre canteras alpinas, construcción de pantanos o tendidos de líneas eléctricas, lo cual le permitió experimentar con técnicas de laboratorio fotográfico y nuevas tecnologías cinematográficas. Durante esa época rodó además algunos cortometrajes de ficción como Grigio, en el que su amigo Pier Paolo Pasolini ejerció de coguionista
Su debut en el largometraje se produjo con El tiempo se ha parado, a la que siguió El empleo, que entroncaba con una derivación de la corriente neorrealista que tantos éxitos internacionales le había reportado al cine italiano. Este relato sobre la búsqueda de un empleo por parte de dos jóvenes supuso el primer éxito internacional de Olmi, y el comienzo de una línea de reflexión sobre los problemas que aquejaban al ciudadano de a pie ante la indiferencia de las autoridades. En esa misma dirección se insertaba Novios, donde ahonda en la soledad de un campesino forzado a convertirse en obrero de una industria como consecuencia de una grave crisis.
La tristeza que surgía de los temas tratados dejaba, no obstante, un resquicio para ocasionales momentos cómicos que Ermanno Olmi fue progresivamente eliminando de sus películas y sustituyéndolos por un profundo sentimiento cristiano, que le llevaron, incluso, a rodar un retrato humano del Papa Juan XXIII y numerosas películas con fuerte contenido católico. Ése fue precisamente uno de los motivos por el que suscitó la polémica con El árbol de los zuecos, su película más famosa y con la que obtuvo la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Los intelectuales Alberto Moravia y Ferdinando Camon llegaron a calificarla de ofensiva, pero esa polémica contribuyó a llevar más gente al cine para contemplar una hermosa película que se encuentra entre las obras maestras del cine italiano de los setenta.
En esa línea cristiana prosiguió con Persiguiendo una estrella, que cerró la primera etapa de su filmografía, y donde se relata la historia de los Reyes Magos para reflexionar sobre el papel de la religión católica en el mundo contemporáneo. Rodada con un reducido presupuesto y con actores poco conocidos, tuvo en Olmi al director, guionista y decorador de este film cercano a las tres horas de duración
La leyenda del santo bebedor
Afectado por el síndrome de Guillaume-Barre, una enfermedad devastadora para las fibras nerviosas, Ermanno Olmi estuvo cinco años alejado de la industria cinematográfica. Cuando su retorno parecía imposible, sorprendió a todo el mundo rodando durante uno de sus periodos de mejoría La leyenda del santo bebedor, por la que conquistó el León de Oro del Festival de Venecia. Película sobre el alcoholismo como devastación y al mismo tiempo refugio, relanzó la carrera de este cineasta, aunque nuevas recaídas en la enfermedad volvieron a impedirle dirigir película alguna en cuatro años. Ya recuperado, volvió a la carga con cuatro títulos filmados entre 1992 y 1994, siendo El Génesis, la creación y el diluvio un nuevo acercamiento a la historia del cristianismo
(Valencia, 1611 - 1696) Geógrafo español. Fue secretario del Tribunal de la Inquisición de Valencia. En 1653 publicó un interesante trabajo de epigrafía latina titulado Lithologia, obra en la que demostró conocer bien la Parallella Geographiae (1648) del jesuita francés Philippe Briet y en la que afirma, además, haber manejado los Atlas de Ptolomeo, Abraham Ortelio y Gerardus Mercator. Dio, como latitud de Valencia, calculada según sus propias observaciones, 39º 37´, dato que corregiría ulteriormente. La obra incluye un epigrama de José de Zaragoza, lo que sugiere una temprana relación entre este autor y Olmo.
En la década de 1660-1670, Olmo siguió las enseñanzas que el citado matemático jesuita, José de Zaragoza, impartía en Valencia de manera privada. Posteriormente se encargó de editar la Geometría especulativa y práctica de los planos y sólidos (1671) de este autor, del que Olmo se confesaba "su primer discípulo", así como de difundir sus restantes obras en el ambiente cultural valenciano.
Participó en las tertulias y academias que se celebraban en Valencia en la últimas décadas del siglo, cuyo papel en la introducción en esta ciudad de la ciencia moderna fue fundamental. En particular, junto con el matemático y músico Félix Falcó de Belaochaga, fue uno de los principales miembros de la tertulia que se reunía, hacia 1685, bajo la presidencia del conde de Alcudia
La obra más importante de José Vicente del Olmo es la titulada Nueva descripción del Orbe de la Tierra (1681), en la que hace gala de su amplia erudición, y constituye un buen exponente de la geografía humanista del siglo XVII. Nada menos que setecientos autores son citados en ella, además de aparecer cuidadosamente reseñados en un índice al comienzo del libro, que incluye autores clásicos, medievales y modernos; extranjeros y españoles (entre los que destaca la presencia de su maestro Zaragoza), así como filósofos, poetas, teólogos y científicos.
No obstante, las fuentes principales de la obra, como el propio Olmo confiesa, fueron la Parallela Geographiae de Briet y la Geographiae et Hydrographiae reformatae (1661) de Giambattista Riccioli. Entre las ausencias cabe destacar la de Geographia generalis de Bernhard Varenius, probablemente atribuible al decidido copernicanismo de este autor.
En este sentido, y a propósito de la teoría heliocéntrica, Olmo describe los distintos movimientos atribuidos por Copérnico a la tierra y seguidamente menciona la condena de esta teoría por la Inquisición romana y la abjuración de Galileo. En otras partes de la obra, Olmo se muestra familiarizado con algunos temas galileanos, como la ley de caída de graves y las propiedades del péndulo, así como el uso de este instrumento para medir el tiempo. Al tratar de la determinación de las longitudes geográficas cita a Christian Huygens, y comenta la propuesta de este autor de usar el péndulo para resolver el problema de transporte horario.
También estudia cuestiones de magnetismo, a propósito de la brújula, para lo cual sigue fundamentalmente a Athanasius Kircher, Niccolo Cabeo y Claude F. Milliet Dechales. La parte más original e interesante de la obra es, quizá, la dedicada a la fabricación y uso de los mapas, tema que desarrolla en nueve capítulos. Incluye, esta parte, un estudio detenido de las distintas proyecciones cartográficas desarrolladas desde el siglo XVI