Rey de León (914-924). Hijo del monarca asturiano Alfonso III el Magno y de la esposa de éste, Jimena, fue bautizado con el nombre de Ordoño en honor a su abuelo paterno, el también monarca astur Ordoño I. Hacia el año 896 Ordoño contrajo matrimonio con Elvira Menéndez, la cual pertenecía a una de las familias gallegas más importantes de la época, y poco después, en el año 897, fue nombrado por su padre gobernador de Galicia. Dicho nombramiento, ha sido considerado indicio de los deseos de Alfonso III de asociar a su hijo al trono, puesto que desde los tiempos de Ramiro I, el cargo de gobernador de Galicia había sido ocupado por el heredero a la corona
Desde su llegada a Galicia demostró sus grandes dotes como gobernador: fue capaz de imponer su autoridad en el territorio y sometió al pago de tributo a todas las ciudades, ganándose además el respeto y el cariño de todos sus súbditos. Hacia el año 908 dirigió una expedición militar en contra de los musulmanes de la Bética, en la que consiguió un importante botín, gracias a que asoló prácticamente la ciudad de Regel y sus territorios circundantes
Ordoño II
Se ignora el papel que jugó Ordoño en la rebelión que encabezó su hermano García en el año 909, que obligó a Alfonso III a abandonar el poder, ya que si bien parece demostrado que no participó directamente, tampoco hizo nada por evitarla, lo cual enturbió las relaciones que mantenía con su padre, aunque muy pronto ambos se congraciaron. Al igual que sus hermanos, a pesar de que de hecho era rey de Galicia desde la renuncia de su padre, no adoptó oficialmente el título hasta la muerte de éste, el 10 de diciembre del año 910.
Durante sus años como monarca en Galicia, se llevó a cabo sin problemas la reconstrucción y repoblación de la ciudad de Lugo y fueron frecuentes las donaciones realizadas por los monarcas a la iglesia compostelana. Animado por el éxito de su anterior campaña, en el año 913 inició una nueva expedición militar por tierras de al-Andalus, que en esta ocasión le llevó a Extremadura, concretamente a la ciudad de Evora, donde los ejércitos cristianos obtuvieron una importante victoria. Por lo que respecta a sus hermanos, sí bien el futuro Fruela II mantuvo una relación amistosa con Ordoño, García I nunca perdonó a éste que se hubiera proclamado rey de Galicia, por lo que las relaciones entre ambas cortes fueron muy tensas durante estos años
Tras la muerte de García I, Ordoño fue coronado solemnemente en la ciudad de León en presencia de algunos de los nobles y obispos más importantes del reino y desde este momento comenzó para los cronistas el cómputo oficial de los años de su reinado. Ordoño II se comprometió a financiar la construcción de una catedral para la capital de su reino, cediendo para ello sus palacios a la sede legionense, y además hizo todo lo posible por reorganizar el territorio de la diócesis, por lo que también financió la reconstrucción de iglesias y conventos.
En el año 916 preparó una nueva expedición por tierras extremeñas. Así tras rebasar la línea del Guadiana logró una nueva victoria frente a las tropas de la región, que habían sido reforzadas por un poderoso contingente enviado desde Córdoba. La humillación de los cordobeses fue tal que el emir no tardó en reunir un nuevo ejército, en agosto del año 917, para atacar las fronteras cristianas, pero sus esfuerzos fueron inútiles, ya que Ordoño, tras conocer la noticia de la llegada de un ejército enemigo a sus territorios, decidió presentar batalla y atacó su campamento instalado en San Esteban de Gormaz o Castro Muros, destruyéndolo casi por completo en septiembre de ese mismo año
Aprovechando los efectos que las sucesivas victorias obtenidas sobre los árabes habían tenido en la moral de sus hombres, Ordoño decidió en la primavera del año 918 llevar a cabo una nueva campaña en contra de la ciudad de Nájera, en compañía de su aliado el rey Sancho Garcés I de Navarra. Pero en esta ocasión no obtuvo el monarca los resultados que esperaba, ya que tras conseguir un cuantioso botín en Nájera y en Tudela, sus tropas sufrieron un tremendo revés en la batalla de Mutonia.
Ordoño organizó una nueva campaña para el mes de octubre del año 919, pero la rápida acción de las tropas musulmanas le obligó a replegarse. Sin embargo, a pesar de la victoria de los cordobeses, Abd al-Rahman III no estaba dispuesto a tolerar por más tiempo las incursiones del rey de León en sus territorios, por lo que decidió acabar con estos ataques personalmente. El 23 de abril del año 920 partió de Córdoba al mando de un poderoso ejército que realizó una brillante campaña por tierras cristianas, enfrentándose finalmente a las tropas de Ordoño y de Sancho Garcés en la batalla de Valdejunquera, donde obtuvo una importante victoria.
Las pérdidas de los cristianos no debieron ser tan cuantiosas como afirmaron los cronistas árabes, ya que poco tiempo después, ambos monarcas pudieron reorganizar su ejército y marcharon sobre Guadalajara donde lograron obtener un cuantioso botín. Luego Ordoño II partió hacia la ciudad de Zamora, donde a su llegada recibió con gran tristeza la noticia de la muerte de su esposa, la cual había sido la madre de sus 5 hijos: Sancho, Alfonso, Ramiro, García y Jimena.
Tras estos acontecimientos, marchó a Castilla con el fin de acabar con la rebeldía de algunos condes de este territorio. Al llegar a Burgos convocó una reunión en Tejar, lugar donde fueron detenidos poco después los condes Nuño Fernández, Aboldomar Albo y su hijo Diego, y Fernando Ansúez, aunque no duró mucho su cautiverio. Por estas mismas fechas contrajo matrimonio por segunda vez el monarca con una joven llamada Aragonta González, la cual fue repudiada poco tiempo después por no ser de su agrado
Retomó su actividad guerrera a finales del verano del 923, puesto que decidió acudir a Navarra para respaldar al monarca de este territorio, en los planes que tenía de atacar las fortalezas de Viguera y Nájera. Ambos monarcas obtuvieron notables resultados en sus campañas y Ordoño II, en agradecimiento por su triunfo, fundó del monasterio de Santa Coloma. Las relaciones entre ambos reinos no podían ser más cordiales, y se concertó el matrimonio del monarca con una de las hijas de Sancho Garcés, doña Sancha, la cual se convirtió en su tercera esposa ese mismo año, aunque la unión duró apenas unos meses puesto que Ordoño falleció a principios del verano siguiente (924)
La muerte de Ordoño II se produjo por causas naturales en torno al 20 de junio del año 924, en la ciudad de Zamora, cuando contaba con 52 años. Tras su fallecimiento sus restos mortales fueron trasladados a la ciudad de León, donde fueron enterrados en la iglesia del Salvador que el mismo había mandado construir. Poco días después su hermano Fruela II se proclamó rey, para gran disgusto de sus hijos, que se vieron obligados a refugiarse en Galicia por un tiempo
(Hacia 925 - Zamora, 956) Rey de León (951-956). Hijo del rey de León Ramiro II y de la primera esposa de éste, Adosinda Gutiérrez, Ordoño pasó los primeros años de su vida en la corte de su padre, instalada desde principios del año 926 en los territorios de Galicia puestos a su cargo, conocidos ya en la época con el nombre de Portugal.
Muy pronto abandonó estas tierras, ya que cuando contaba aproximadamente con 5 años se trasladó junto a su familia a la Corte de León, lugar donde Ramiro fue proclamado rey en el año 931.
Ordoño III ocupó el trono el 5 de enero del año 951, tras presenciar la abdicación formal de su padre ante los personajes más importantes del reino. El nuevo rey demostró en varias ocasiones su gran pericia en el manejo de las armas y su amplio conocimiento de las distintas instituciones y de la administración. En 955 tuvo que enfrentarse a un importante contingente de tropas navarras y castellanas, confabuladas para instaurar en el trono a su hermano Sancho, el cual había albergado esperanzas de suceder a su padre, por no mencionar, según atestiguan las fuentes musulmanas, que sintió desde su juventud una profunda antipatía por Ordoño
El contingente tenía previsto reunirse en Sahagún, para desde allí iniciar la conquista del reino, por lo que Ordoño decidió organizar sus defensas en la línea fluvial del Cea, lugar en el que contó con el inestimable apoyo del conde de Monzón, Fernando Ansúrez. El ejército navarro-castellano se encontró con un poderoso baluarte defensivo, prácticamente inexpugnable, que deshizo por completo sus esperanzas de obtener la victoria, por lo que retrocedieron rápidamente.
Pero la tranquilidad no llegó para Ordoño III tras esta primera victoria, ya que poco después tuvo que partir a la llamada tierra Llana de Lugo, donde parece que se había iniciado un importante movimiento de oposición, puesto en relación por algunos autores con la anterior rebelión castellana. No tardó Ordoño en hacer valer su autoridad en tierras gallegas, tras conducir personalmente a su ejército, y con el fin de evitar nuevos conflictos, entregó a un familiar el gobierno efectivo de la zona
Animado por sus recientes triunfos y en vista de que contaba con un poderoso ejército, decidió emprender una campaña en tierras portuguesas. Partió de las riberas del Miño y, tras reforzar sus defensas en Coimbra, marchó hacia Lisboa, donde obtuvo un importante botín y un gran número de prisioneros. De regreso en su reino, recibió la noticia de que un ejército musulmán se encontraba en las proximidades del Duero, concretamente en San Esteban de Gormaz, causando notables apuros a Fernán González, que, desbordado por el gran número de enemigos, decidió someterse a la autoridad del monarca y solicitar su ayuda.
Ordoño III colaboró efectivamente con el conde y poco después los musulmanes tuvieron que retirarse de estas tierras, aunque en opinión de los cronistas árabes se trató de una victoria parcial, ya que leoneses y castellanos iniciaron rápidamente las negociaciones de paz con Abd al-Rahman III. Pero según apuntan fuentes cristianas, el rey en ningún momento intentó firmar la paz con Córdoba, puesto que pasó el invierno siguiente preparando una expedición en contra de sus enemigos del exterior. No se llevó a cabo la proyectada expedición, puesto que el monarca murió en el verano del año 956, tras ponerse al frente de sus tropas en la ciudad de Zamora, por causas naturales. Sus restos mortales fueron trasladados inmediatamente a la ciudad de León, donde fueron depositados en la iglesia del Salvador