Político conservador español, miembro del Partido Moderado. Los sectores conservadores de su época le consideraban uno de los políticos más íntegros. Sus labores políticas fueron retribuidas con el marquesado de Orovio y el cargo de senador vitalicio
Estudio derecho en la Universidad de Zaragoza. Terminados sus estudios, regresó a su tierra y participó en la vida política local como alcalde de su localidad natal. En 1846 fue elegido diputado provincial. En 1850 saltó a la política nacional cuanto obtuvo su primera acta de diputado en el Congreso de Diputados. En 1858 fue nombrado gobernador de Madrid.
Manuel Orovio
A comienzos de 1865 sustituyó al frente del ministerio de Fomento a Antonio Alcalá Galiano en el gobierno presidido por Narváez. Abandonó el ministerio el 21 de junio de 1865, cuando O´Donnell fue encargado de formar gobierno. Nuevamente ocupó la cartera de Fomento del 10 de julio de 1866 al 23 de abril de 1868, en un nuevo gobierno presidido por Narváez. Desde su puesto se enfrentó a los profesores universitarios de corte progresista.
En 1866 fue nombrado senador vitalicio y dos años más tarde la reina Isabel II le concedió el título de marqués de Orovio. González Bravo le nombró ministro de Hacienda, cargo que desempeñó entre el 24 de abril de 1868 y el 8 de octubre del mismo año. Se alejó de la primera línea de la actividad política en 1868, tras la Gloriosa, y permaneció alejado de ella hasta 1874, coincidiendo con la caída de la Primera República. Volvió a la vida política con la Restauración. Ocupó la cartera de Fomento desde diciembre de 1874 hasta el 12 de septiembre de 1875 en el primer gobierno presidido por Cánovas del Castillo. Este período en el ministerio estuvo nuevamente caracterizado por su enfrentamiento con los profesores universitarios.
Por aquel entonces la Dirección General de Instrucción Pública dependía del ministerio de Fomento. Orovio era partidario de las fuerzas intelectuales inmovilistas y conservadoras y contrario a cualquier idea o movimiento de corte liberal, progresista o reformador. Poco después de tomar posesión de su cargo emitió un Real Decreto el 26 de febrero de 1875, por el cual restableció las disposiciones de la Ley de 1857 referentes a los libros de textos y programas educativos. Como consecuencia los profesores universitarios y de los institutos se vieron obligados a presentar ante el gobierno el programa de sus asignaturas para ser aprobados.
Junto al Real Decreto, Orovio redactó una circular que envió a todos los rectores, en la que los responsabilizaba de la enseñanza impartida por los profesores en sus centros, y les ordenaba que evitaran que se enseñara "nada contrario al dogma católico ni a la sana moral, ni se impartieran enseñanzas que atacaran directa o indirectamente a la monarquía constitucional ni al régimen político establecido por unanimidad". Orovio destituyó de sus cátedras por actuar en contra del Real Decreto a los catedráticos Salmerón, Castelar y Azcárate.
Tras abandonar el ministerio de Fomento pasó a ocupar una de las presidencias del Consejo de Estado. Volvió al gobierno nuevamente el 11 de julio de 1877 en un nuevo gobierno de Canovas del Castillo, esta vez como ministro de Hacienda, sustituyendo a García Barzanallana. Estuvo al frente de este ministerio hasta el 19 de marzo de 1880, conservándolo incluso cuando Martínez Campos sustituyó a Cánovas al frente del gobierno el 7 de marzo de 1879.
Como ministro de Hacienda, Orovio realizó una brillante labor: puso al día el pago de los haberes a las clases dependiente del Tesoro, terminó con el sistema de préstamos que ciertos particulares hacían al estado, dotó al Tesoro de recursos permanentes, mejoró el sistema de recaudación, estableció un férreo control sobre la conversión de los Bonos del Estado, consiguió que los cupones fueran pagados con puntualidad y logró que los presupuestos presentaran deficit de muy escasa cuantía.
En los últimos años de su vida fue nuevamente nombrado senador vitalicio, cargo que había perdido con el advenimiento de la Primera República. Fue sustituido en el ministerio de Hacienda por Fernando Cos-Gayón.
(Santiago, 1895 - 1997) Filólogo chileno. Tras cursar sus estudios en el Gimnasio Real de la capital chilena, pasó a completar su formación superior a la Universidad de Leipzig, institución donde se graduó en 1920, con el título de profesor de lenguas. Se casó con una mujer alemana, de la que enviudó prematuramente; después contrajo segundas nupcias con su compatriota Pilar Valdivia, con la que tuvo un hijo.
Especializado en el estudio y la enseñanza de latín, inglés, gramática y lingüística, a su regreso a Chile ejerció la docencia en la Academia Técnica Militar, en el Instituto Pedagógico y, entre otros varios centros, en el Instituto de Filosofía. Durante dos períodos diferentes de su larga trayectoria profesional ocupó la Dirección de dos de los centros de enseñanza recién citados (el Instituto Pedagógico y el Instituto de Filosofía), y llegó a ser presidente de la Academia chilena de la Lengua
Pronto comenzó a sobresalir como uno de los más grandes latinistas de Chile, materia a cuyo desarrollo contribuyó con numerosos estudios, conferencias y traducciones de autores clásicos. Casi todos sus trabajos publicados en forma de libro versan sobre temas lingüísticos, circunstancia que dio origen a protestas cuando, en 1978, recibió el Premio Nacional de Literatura, ya que Oroz Scheibe estaba considerado más como un estudioso del lenguaje que como un cultivador de la creación literaria
Entre sus aportaciones a la moderna pedagogía chilena, sobresale su papel decisivo en la fundación del Instituto de Filosofía (1944), y sus más de sesenta años de ejercicio activo de la docencia. Su extraordinaria longevidad le permitió, además, convertirse en el profesor que más tiempo ha permanecido en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Santiago de Chile, a la estuvo ligado durante setenta y dos años
En 1989 fue designado doctor honoris causa por la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación. Por aquel entonces, seguía estando considerado como uno de los intelectuales más lúcidos de su país, a pesar de que ya estaba cercano a cumplir la centena. Cuando falleció, el día 14 de abril de 1997, le faltaban dos meses para alcanzar los 102 años.
De su abundante producción escrita destacan Antología latina (1921), Estudios sobre la pronunciación del latín clásico (1927), Teoría y curiosidades relativas al lenguaje (1930), El uso metafórico de nombres de animales en el lenguaje familiar y vulgar chileno (1932) y Andrés Bello, imitador de las Bucólicas de Virgilio (1966). Merecen mencionarse sus trabajos sobre Marcelino Menéndez y Pelayo y sobre la presencia de chilenismos en José Julián Martí, además de sus traducciones de Heinrich Wilhelm von Kleist y Apolonio de Tiro