Narradora italiana que cultivó una prosa entre la ficción y el ensayo, sin mantener vínculos con ninguna de las tendencias literarias de su país. Aunque sus primeros relatos (Angelici dolori, 1937), podían relacionarse con el realismo mágico defendido por M. Bontempelli, las obras siguientes la convirtieron en una narradora iconoclasta e inclasificable.
Il mare non bagna Napoli (1953), que mereció el Premio Viareggio, narra la historia de una niña semi-ciega que, tras conseguir unas gafas, descubre que el lugar ideal en que creía vivir no es más que un insondable cerco de miseria e inmundicia. Esta parábola del traumático despertar a la cruda realidad del mundo no fue sin embargo bien recibido por la crítica. Y de hecho, desde entonces mantuvo abiertas polémicas contra los representantes de los programas ideológicos o estéticos que organizaban la vida intelectual italiana.
Posteriormente, publicó I giorni del cielo (1958) y Silenzio a Milano (1958). En La iguana (1965), relató una historia de amor entre un acaudalado ciudadano del norte de Italia y una criada semi-salvaje, a la que conoce en una isla exótica; el choque entre realidad y fábula se resuelve en una bellísima aventura llena de humanidad y magia.
Anna María Ortese
Le siguieron Poveri e semplici (1967, Premio Strega), y L´alone grigio (1969). Con El puerto de Toledo (1975) y Il capello piumato (1979), confirmó su vocación por una narrativa en la que la polémica moral de raíz realista se conjuga felizmente con la transfiguración visionaria.
En Treno russo (1983) publicó numerosos apuntes de viajes, al igual que en los cinco textos del Mormorio di Parigi (1986). Algunos de ellos, junto con Tuona a Napoli fueron publicados alrededor de 1961 en un periódico, mientras que durante el mismo período se publicaron en el Mondo di Pannunzio otros dedicados a Londres, Palermo y Génova, confirmando su atracción por el universo del mar y de los grandes puertos. Ortese también fue una periodista notable, actividad de la que proceden algunos de sus mejores procedimientos narrativos
(Marmolejo, 1826 - Madrid, 1904) Filósofo neotomista español. Estudió derecho y letras en la Universidad de Granada, donde ganó su primera cátedra. En 1876 ocupó la cátedra de Metafísica en la Universidad Central de Madrid, en donde se convirtió en una especie de adalid del neotomismo. Desde las revistas que sucesivamente dirigió -La Ciudad de Dios, La Ciencia cristiana, El universo- atacó al krausismo, el liberalismo y hasta el conservadurismo de Pidal y Mon y de Menéndez Pelayo. Hasta le pareció excesivamente blanda la postura del profesor y maestro suyo Ceferino González
Escribió numerosas obras, entre las que destacan Krause y sus discípulos, convictos del panteísmo (1864), Principado del derecho natural (1887), Metafísica y ontología (1887), Curso abreviado de metafísica y filosofía natural (1891), La última etapa del liberalismo católico (1893).
El neotomismo rígido que mantenía le llevó a afirmar que la filosofía era una ciencia formada, y por consiguiente, perfecta en su género. Desde esta perspectiva no puede extrañar que su mayor enemigo lo constituyeran los representantes del krausismo en su época, a quienes convirtió en objeto de ataque frontal continuo. Por otro lado, dominaba el alemán y era de los pocos polemistas que conocía a Krause en sus textos originales