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Biografía de Juan Ortega Montañés

Cartagena, 1627 - México, 1708

Arzobispo y administrador colonial español, virrey de México en dos ocasiones (1696-97 y 1701-2). Inició los estudios en su tierra natal, de donde pasó a Málaga y la Universidad de Alcalá, en la que se doctoró en jurisprudencia.

Nombrado inquisidor con destino en la Nueva España, entró al servicio religioso y fue obispo de Guatemala y Valladolid (actual Morelia, México), donde destacó por su energía para imponer disciplina y hacer prevalecer las virtudes religiosas entre los miembros del clero.

Designado virrey interino, para suceder al Conde de Galve, que había solicitado su cese en varias ocasiones, el 27 de febrero de 1696 se trasladó a la ciudad de México para tomar posesión de su cargo, y ocuparse inmediatamente de sofocar un levantamiento popular, ocurrido en esta ocasión en la plaza de armas (actual Zócalo) con motivo de las protestas estudiantiles, debido a la aprehensión de un joven que intentaba, con otros más, quemar una picota situada en el centro del baratillo o “rastrillo” instalado en la plaza. Los estudiantes se resistieron a la autoridad, que entendía la quema de la picota como “manifestación vejatoria para la monarquía”.

El 6 de octubre de 1696 llegó a Nueva España la noticia de la muerte de Mariana de Austria, madre del rey Carlos II, ocurrida meses antes, y el día 30 se pregonaron sus lutos. Las honras fúnebres se celebraron en la catedral de México el 24 de noviembre. El obispo Ortega entregó el Gobierno virreinal a José Sarmiento Valladares, conde de Moctezuma, cuyo nombramiento se había firmado el 9 de abril en Madrid, pero que no llegó a Nueva España hasta finales de noviembre, haciendo su entrada en la ciudad de México el 18 de diciembre de ese mismo año.

Juan Ortega Montañés regresó a la sede arzobispal, donde permaneció cuatro años, hasta que la corona se vio obligada a solicitar su regreso, para ocupar un nuevo interinato en el Gobierno virreinal. Ocurrió como consecuencia del cese del virrey Sarmiento Valladares, partidario del archiduque Carlos y enfrentado a Felipe de Anjou, que reinó como Felipe V, designado así en el testamento de Carlos II. El 4 de noviembre de 1701, en la catedral metropolitana de México, se llevó a cabo la ceremonia del traspaso de poderes y la consagración del Ortega y Montañés como nuevo arzobispo, que recibió las bulas y el palio arzobispal, hecho “verdaderamente extraordinario”, según los cronistas de la época.

Permaneció en el gobierno del virreinato poco más de un año, a lo largo del cual continuaron los trabajos misioneros y de exploración en tierras del noroeste, confirmándose que California era península y que resultaba posible llevar alimentos y refuerzos a la ciudad de Loreto por el camino de tierra adentro. El año de 1702 llegó cargado de problemas en el campo internacional, resultado del enfrentamiento entre las potencias partidarias de Felipe V y las que seguían al Archiduque Carlos. Las costas de Nueva España se vieron amenazadas por escuadras rivales y el virrey-arzobispo tuvo que ordenar el reforzamiento de las defensas de Veracruz, Campeche y otros puertos, así como la reconstrucción de la armada de Barlovento

Durante su mandato había ocurrido un desgraciado suceso: la flota de Nueva España, que conducía los caudales de América a la península, tuvo un serio contratiempo después de cruzar el Atlántico, debido al acoso de los barcos holandeses y británicos. Aunque navegaba acompañada de la armada francesa y había tratado de llegar a Vigo, sus navíos resultaron hundidos y fue total la pérdida de las mercancías y recursos monetarios que transportaba

A finales de año, otra escuadra francesa, que atravesó el Atlántico desde la península, pudo llegar felizmente a Veracruz, trayendo a bordo al nuevo virrey, 2º Duque de Alburquerque, nombrado por Felipe V el 28 de abril de 1702. El arzobispo se adelantó hasta Otumba a recibirlo y allí se encontraron el 27 de noviembre de este año. Vuelto de nuevo al ejercicio de la sede arzobispal, permaneció en ella hasta su muerte

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(Cárdenas, Cuba, 1856-Madrid, 1922) Periodista y escritor español. Trasladado a España desde su niñez, estudió en el seminario de Cuenca, residió en Gerona, y en 1868 abandonó la carrera eclesiástica y cursó Leyes en Madrid.

Colaborador del diario Los Lunes del Imparcial, llegó a ocupar la dirección del periódico. Su matrimonio con la hija de Eduardo Gasset le convertiría en copropietario. Fue uno de los gestores del Trust, y protector del diario El Sol, sometido a la influencia cultural de su hijo José Ortega y Gasset. Convirtió su cadena de prensa en el trampolín para los escritores del 98. En 1901 ingresó en la Real Academia Española

En su obra se distinguen dos períodos: el primero, que va desde 1879 hasta 1884, viene marcado por la escritura de las que el propio autor denominó "novelas contemporáneas"; se trata de diez narraciones (siete novelas extensas y tres breves) en las que puede apreciarse tanto el lastre de un romanticismo trasnochado (Lucio Tréllez, de 1879), como el triunfo del costumbrismo (El tren directo, 1880) y, sobre todo, la tímida asimilación de la corriente naturalista (bien presente en El fondo del tonel, de 1880, y, de forma muy acusada, en Cleopatra Pérez, de 1884). La última de las narraciones citadas es su obra más conocida. Cuenta la historia trágica de una prostituta cuyo hijo abandona a la familia adoptiva que le había acogido para irse a vivir con su madre natural, dentro de un crudo tono que no escatima los lances trágicos, como el suicidio del joven.

Ya bien entrado el siglo XX volvió al ámbito de la narrativa con una serie de novelas que, como las tituladas El paño pardo (1914) o La señorita de la Cisniega (1918), acabaron configurando una segunda etapa de su producción literaria, anclada en unos postulados naturalistas ciertamente caducos.

Escribió también impresiones de viaje y probó fortuna en el teatro (Estrazilla, 1918). Publicó varias colecciones de narraciones breves: El salterio (1881), El fauno y la dríada (1882), Relaciones contemporáneas (1883) y Fifina (1897). Sus artículos crítico-literarios son muy a menudo harto indulgentes o encomiásticos. El estilo de Ortega Munilla es en general fácil, abundante y florido.

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