Poeta mexicano. Tras cursar estudios superiores de Derecho, se dedicó a la política y llegó a ser diputado en el Congreso de su nación. Sin embargo, es mucho más recordado por su obra poética, alentada por una honda religiosidad que emana de la contemplación de la naturaleza
Su vasta formación humanística, anclada en la pureza de los textos clásicos, le llevó a convertirse en una de las voces discrepantes que se alzaron contra las innovaciones modernistas. Sin embargo, su obra poética tampoco se quedó anclada en los presupuestos románticos, y progresó a través de una constante búsqueda de precisión que acabó configurando una producción poética caracterizada por su originalidad y singularidad entre ambos movimientos.
Los primeros versos de Manuel José Othón vieron la luz recogidos en el volumen Poesías (1880), al que luego habrían de sumarse los titulados Poemas rústicos (1882), Nuevas poesías (1883), Noche rústica de Walpurgis y El himno de los bosques (publicados, con carácter póstumo, en 1907 y 1908, respectivamente).
En conjunto, toda su obra poética se conjuga como un emocionado homenaje hacia el paisaje mexicano. Pero la mera contemplación de la majestuosa vastedad del paisaje no queda luego reducida a su brillante reflejo sobre el texto poético, sino que alcanza una profunda dimensión metafísica capaz de identificar la inmensidad de montes, barrancos y puestas de sol con el desgarro dolorido de la existencia humana.
Así, en su poema más celebrado, Idilio salvaje, Manuel José Othón presenta los fuertes vínculos que pueden unir el ardor de la pasión amorosa con los remotos temores religiosos y la indómita fuerza telúrica de la naturaleza
Además de los referidos poemarios, Othón dio a la imprenta varias narraciones breves y extensas que, en general, no alcanzan la altura estética, religiosa y filosófica de sus versos. También fue un notable autor de piezas teatrales, entre las que sobresalen Lo que hay detrás de la dicha (1886) y El último capítulo (1905). Una recopilación de sus Obras completas vio la luz en México en 1945
(Halifax, Vermont, 1811 - Yonkers, Nueva York, 1861) Inventor estadounidense, pionero en la construcción de ascensores mecánicos. Claro ejemplo del self-made man tan admirado por la iconografía norteamericana, Otis ejerció una gran variedad de empleos de todo tipo en su juventud. En 1838 adquirió sus primeros conocimientos de mecánica en una empresa constructora de vagones y carruajes, y años más tarde inventó varios aparatos que permitían a los arados mecánicos trabajar con seguridad.
Elisha Graves Otis
En 1851, mientras trabajaba como maestro mecánico para una empresa dedicada a la construcción de somieres para camas, observó que se debían elevar grandes piezas mecánicas con ayuda de polipastos, y en 1952 ideó un dispositivo de seguridad que aseguraba la integridad de las piezas en caso de rotura de las cuerdas. A lo largo de la pared del hueco del elevador discurría una barra vertical dentada. En la parte superior de la cabina se sujeta un muelle de banda que, en caso de rotura de la cuerda, salta y clava sus extremos en la rueda dentada, deteniendo su caída.
Un año más tarde fundó la Otis Steam Elevator Company en Nueva York y montó el primer montacargas en un pequeño edificio en Yonkers el 20 de septiembre de 1853. Los contratos fueron escasos hasta que decidió hacer una demostración pública de su sistema de seguridad en el Palacio de Cristal neoyorquino, levantando a una gran distancia una plataforma y ordenando que cortaran la cadena que lo izaba. El éxito fue sonado.
Primera demostración pública del
ascensor (Nueva York, 1853)
El primer elevador destinado al público se montó en un pequeño edificio de cinco pisos de Nueva York, en la tienda de objetos de porcelana E. V. Haughwout &Co sita en Broadway. El ascensor, inaugurado el 23 de marzo de 1857, se impulsaba mediante una pequeña máquina de vapor y permitía elevar hasta seis personas a una velocidad de diez metros por minuto.
La rápida popularización de los ascensores de Otis impulsó la construcción de los rascacielos en unos pocos años, y su firma, continuada por sus hijos tras su muerte con el nombre de Otis Elevator Company, se convirtió en una de las firmas de mayor solvencia económica de su país. Este inventor también se hizo con otras patentes, entre las que destacan un arado a vapor, unos frenos para tranvías y hasta un horno de pastelería