Artista venezolano. De origen humilde (su padre fue un trabajador del caucho que murió en 1923), en 1930 se trasladó con su familia a Ciudad Bolívar.
En 1938 comenzó a estudiar agricultura en Maracay. Entre 1939 y 1945, ya en Caracas, asistió a cursos de pintura, escultura y vidriería en la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas. Para 1943 ya impartía cursos de vitrales en esa misma Escuela y tras su graduación logró una beca para proseguir estudios en París, donde residió en 1948.
Artista polifacético, preocupado desde muy temprano por el color y los efectos de la luz (sin duda, sus conocimientos sobre la técnica del vitral habían contribuido a desarrollar estas preocupaciones), mantuvo siempre un fuerte inconformismo frente a la pintura y el arte tradicional. Esta postura le llevó a fundar el principal grupo renovador del arte contemporáneo venezolano, el de los Disidentes. Las primeras obras pictóricas de Otero revelan sus necesidades especulativas y su afán investigativo de la materia plástica. Su serie de 48 naturalezas muertas (Las Cafeteras), realizada entre 1949 y 1952, muestra al artista en busca de un lenguaje cuya economía de signos y ejecución replantea los presupuestos establecidos por la figuración, alineándose con el movimiento abstracto internacional
Desnudo (1944)
A principios de 1949 Otero se encuentra de nuevo en Caracas, ciudad en la que se exhiben sus primeras obras francesas. Sus críticas al arte imperante en el país, asi como sus posicionamientos contrarios a una enseñanza tradicional, le enviaran de nuevo al exilio voluntario a orillas del Sena. En esta segunda etapa francesa, Otero viaja por Europa y se siente especialmente atraído por la obra de Mondrian, a quien conoció en Holanda. Mondrian inspiraría sus investigaciones sobre el color, reflejadas especialmente en las Composiciones Ortogonales. En ellas, Otero reinterpreta el espacio en función de las herencias del arte constructivista, con la línea como gran protagonista y, en relación con ella, coloca distintos planos de color.
Estos aspectos aventuran las futuras composiciones del artista y su abandono de la bidimensionalidad en favor de obras de caracter escultórico. Es el momento del universo de la vibración del color, que tanto ha preocupado a otros artistas cinéticos venezolanos. A partir de 1952 vuelve a Venezuela y participa en el proyecto integrador de las artes llevado a cabo por el arquitecto Carlos Raúl Villanueva en la Ciudad Universitaria de Caracas (1952). Para esta experiencia realiza trabajos con diferentes técnicas, siendo su última intervención en 1959, con una Policromía
Parabólica, de Alejandro Otero
En 1954 es nombrado profesor de la Escuela de Artes Plásticas de Caracas, institución en la que permanece dos años y donde inicia un proceso de renovación educativa. Entre 1955 y 1960 desarrolla una de sus principales series, Los Coloritmos. En ella Otero se aferra a su lenguaje constructivo, en el que el color adquiere pleno protagonismo. A medida que avanza, las composiciones se hacen cada vez más densas, desbordando las preocupaciones iniciales (ritmo, vibración y movimiento), abriéndose hacia lo que el artista ha definido como "espacio-energía", la virtualidad creada a través de la reorganización del plano (por medio de la alternancia de bandas dispuestas paralelamente) conjuntada con otra dimensión espacial en la que el color introduce el ritmo estructural de la obra.
Con una selección de este trabajo representa a Venezuela en la Bienal de Venecia de 1956 y también en la de San Paulo del año siguiente. En 1958 participa activamente en la reformulación conceptual de la Escuela de Artes Plásticas, reiniciando asi su actividad docente. Asimismo, se interesa por el decorado teatral, participando en la escenografía de la obra Calígula de Albert Camus, presentada en el Ateneo de Caracas. Años más tarde, en 1966, repetirá esa experiencia con la obra Fuenteovejuna de Lope de Vega, exhibida en el mismo lugar
En 1959 había asumido también la coordinación del Museo de Bellas Artes, máxima institución expositiva del país. Sin embargo, en 1960 regresó a París, a encontrarse de nuevo con la experimentación e iniciar nuevas búsquedas de la mano del Neodadaísmo. Es el momento de sus assemblages y collages.
En 1963 representa otra vez a Venezuela en la Bienal de San Paulo y al año siguiente retorna al país. Hasta 1966 fue vicepresidente del Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes. Ese mismo año se ofrece una retrospectiva de su obra en la XXXIII Bienal de Venecia. En esa época trabaja en los Papeles Coloreados, una de sus últimas series. Su poder de síntesis y el rigor colorista alcanzan sus límites máximos.
A partir de 1967 había comenzado a realizar una serie de Estructuras Espaciales, formadas por una serie de trabajos de gran tamaño realizados al aire libre ubicados en zonas emblemáticas de diversas ciudades del pais, como Maracay, Caracas y Ciudad Bolívar, asi como en otras capitales internacionales: Bogotá, Washington, México o Milán. Estas estructuras, realizadas preferentemente en aluminio, integran magistralmente el movimiento y los efectos luminosos producidos por el reflejo del material.
En 1975 Otero, junto con Miguel Otero Silva y Manuel Espinoza, dio a conocer el proyecto de creación de la actual Galería de Arte Nacional, inaugurada al año siguiente. Continuaba así con su labor en pos de la exhibición y divulgación del arte venezolano. Desde 1980 residió preferentemente en la ciudad de Nueva York
(Bilbao, 1916 - Madrid, 1979) Poeta español. Su obra, que parte de la angustia metafísica para desembocar en lo social y testimonial, es una de las más importantes de la lírica de posguerra, y un ejemplo del llamado "exilio interior" que caracterizó a buena parte de la resistencia contra el franquismo ejercida desde la propia España
Educado con los jesuitas, estudió Derecho en Valladolid y Filosofía y Letras en Madrid. En 1951, a raíz de un viaje a París, ingresó en el Partido Comunista. Vivió largos períodos en Francia y en Cuba.
Sus primeros poemarios pusieron de manifiesto sus inquietudes religiosas. En Cántico espiritual (1942), la influencia de los místicos españoles se expresó a través de una fe inquebrantable, pero ya en Ángel fieramente humano (1950) predominó el conflicto metafísico, con exasperados diálogos con Dios en los que se alternan la súplica dolorida y un sombrío nihilismo.
A partir de Redoble de conciencia (1951) el grito de angustia individual se proyectó en lo universal, y reflejó el horror provocado por los conflictos bélicos acaecidos en España y Europa. Posteriormente apareció Ancia (1958), título formado con la primera y la última sílabas, respectivamente, de los dos volúmenes anteriores, donde se incluyeron bastantes poemas inéditos.
Ancia es quizá la mejor parte de su obra: poesía bronca y "desarraigada" (en calificación de su prologuista Dámaso Alonso), de imprecación religiosa y de intensa desolación existencial; expresión asimismo de una poderosa energía verbal, con predominio de formas clásicas (en especial el soneto), agresiva imaginería y juegos conceptistas, coexistencia de niveles léxicos dispares (culto, coloquial), hábil recurso a la armonía imitativa, empleo del collage. Esta lengua poética singularizará siempre su poesía, a pesar de los cambios.
Pero fue Pido la paz y la palabra (1955) el libro que señaló más claramente un cambio de rumbo en su lírica, que a partir de ese momento puso en segundo plano su escepticismo existencial para proclamar una nueva fe en la solidaridad humana y afirmar la necesidad de la esperanza salvadora. La tarea primordial fue "demostrar hermandad con la tragedia viva", lo que consiguió a través de un credo poético combativo y comprometido.
En castellano (1960) fue una prolongación de esta preocupación social, mientras que, frente a la "inmensa minoría" que J. R. Jiménez declaró como destinataria de sus versos, de Otero se dirigió a la totalidad de las gentes con libros como Con la inmensa mayoría (1961) y Hacia la inmensa mayoría (1962), compendio de su producción anterior. La voz áspera y agitada del autor, que recordaba frecuentemente el tono crispado de Miguel de Unamuno, continuó pronunciándose en Esto no es un libro (1963), Que trata de España (1964), Mientras (1970) y Poesía con nombres (1977). Abordó también la prosa autobiográfica en Historias fingidas y verdaderas (1970)