Actriz española. A finales de los años cuarenta se instaló en Madrid, donde, bajo la batuta del célebre director y actor Luis Escobar, dio comienzo a una larga carrera de interpretación artística que tuvo su primer gran éxito en la película La honradez de la cerradura (1950), en la que compartió el protagonismo con el actor Francisco Rabal, que por aquellos años daba sus primeros pasos en el cine.
Posteriormente, el propio Luis Escobar, convertido en director de los Teatros Nacionales, orientó la andadura profesional de Mayrata O´Wisiedo hacia el teatro; así, entre los años de 1953 a 1957 la actriz ocupó un puesto fijo en la plantilla del Teatro María Guerrero, en donde participó en los montajes de las obras dramáticas más prestigiosas y estableció relaciones con figuras del teatro español del siglo XX, como Miguel Narros o Berta Riaza. No fue Luis Escobar quien descubrió a Mayrata O´Wisiedo como actriz teatral, ya que, con tan solo diecisiete años, la actriz había debutado en la puesta en escena de Plaza de Oriente, del dramaturgo coruñés Joaquín Calvo Sotelo.
Entre sus interpretaciones dramáticas más aplaudidas por el público y la crítica, destacan los montajes de Las criadas, de Jean Genet, donde compartió reparto con Nuria Espert y Julieta Serrano, bajo la dirección de Víctor García; o su participación en el montaje de Salomé que puso en escena Lindsay Kemp, en donde Mayrata O´Wisiedo hizo el papel de Herodes. Además, trabajó en los repartos de Tango, Hijos de un dios menor, El vodevil de la pálida, pálida, pálida rosa, La pechuga de la Sardina (de Lauro Olmo), Siete gritos en el mar, Antígona entre muros y El último desembarco, de Fernando Savater.
También fue muy comentada su intervención en el montaje del Tenorio que, dirigido por Luis Escobar, se estrenó con escenografía del pintor Salvador Dalí, quien, deslumbrado por el espléndido cuerpo de la actriz, se empeñó en que Mayrata O´Wisiedo saliera a escena totalmente desnuda, con el sexo cubierto de perlas. Finalmente, la censura se encargó de que esto no fuera así
En televisión, desempeñó varios papeles en España, México, Italia, Francia e Inglaterra, en cuyas capitales estuvo viviendo en distintos períodos de su vida. Aprovechó su estancia en estos lugares para perfeccionar su formación dramática, incorporando a su repertorio las mejores innovaciones escénicas que surgían fuera de España. Entre sus subidas a escena y sus apariciones en la pequeña pantalla, Mayrata O´Wisiedo encontró tiempo para seguir dedicándose al cine, campo en el que dejó una filmografía compuesta casi exclusivamente por títulos de escasa importancia (Trío de damas, Los económicamente débiles, El juego de la verdad, La chica de la piscina, La joven casada, La llamada de África y El juego de los mensajes invisibles)
En los últimos años de su vida se dedicó al cultivo de la literatura narrativa, género en el que dio a la imprenta tres títulos: Chico no sabe que es un perro, Historias brevísimas y crueles y Una taza de té en mi jardín. En el momento de su muerte dejó inconclusa una novela
(Axel Gustavsson Oxenstierna, conde de Södermöre; Fanö, 1583-Estocolmo, 1654) Político sueco. Nombrado canciller del reino por el rey Gustavo II Adolfo el Grande en 1612, a cuyo servicio realizó las más importantes tareas políticas, a la muerte de éste fue nombrado jefe del Consejo de Regencia de la reina Cristina, período en el que impulsó la guerra contra Dinamarca, enemigo tradicional de Suecia, y dirigió acertadamente las conversaciones y negociaciones de su país en la Paz de Westfalia, en el año 1648, que convirtieron a Suecia en la mayor potencia del Báltico
Axel Oxenstierna entró, en el año 1603, al servicio del rey Carlos IX de Suecia, una vez que hubo terminado sus estudios en las universidades de Rostock, Jena y Wittenberg, con lo que dio comienzo a una carrera diplomática fulgurante. El primer destino de importancia lo obtuvo en 1606, al ser nombrado embajador en Mecklemburgo, de donde pasó a ejercer como consejero imperial y, posteriormente, en el año 1611, miembro del Gobierno de Regencia del joven monarca Gustavo Adolfo II.
Axel Oxenstierna
Al acanzar la mayoría de edad para reinar al año siguiente, Gustavo Adolfo II le nombró canciller del reino, cargo con el que logró ganarse la confianza absoluta del joven monarca y en el que ejerció una gran influencia, tanto en política interior como exterior. Oxenstierna llevó a buen puerto una serie de tratados de paz firmados con Dinamarca (1613), con Rusia (1617) y con Polonia (1623). También acompañó a Gustavo Adolfo II varias veces en las campañas suecas en Polonia, y le reemplazó en las tareas de Gobierno durante sus largas ausencias del país
Durante esta etapa como canciller, Oxenstierna reorganizó jurídicamente las relaciones, bastantes tirantes hasta entonces, entre la nobleza y la Corona. Defensor a ultranza de las libertades y prerrogativas nobiliarias frente a la arbitrariedad y abuso de poder de la monarquía, logró la concesión por parte de Gustavo Adolfo II de una carta que daba solución constitucional al conflicto surgido entre ambos poderes en el año 1611, tras la muerte del anterior rey Carlos IX.
Oxenstierna siguió con la ordenación jurídica del estamento nobiliar, para lo cual dictó, en el año 1617, la Riksdaggordning, que regulaba la composición de la Dieta sueca en cinco colegios, todos ellos subordinados a un Senado formado por cinco miembros y, en el año 1626, la Riddarhnsordning, por la cual se dividió la nobleza en tres estamentos bien diferenciados según el poderío económico
Tras la reanudación de la guerra contra Polonia, Oxenstierna fue enviado por el rey a Prusia en 1626, en calidad de gobernador de los territorios conquistados por Suecia, y dirigió con éxito las posteriores negociaciones de paz entre ambos países, las cuales dieron como resultado la firma del Armisticio de Altmark (en 1629) por el que Suecia consiguió sustanciales ventajas territoriales. En noviembre de 1631 fue enviado a Frankfort del Main para encargarse de los negociados de guerra, de la administración civil y del avituallamiento del ejército sueco en la Guerra de los Treinta Años, además de participar activamente en tareas militares en las que aconsejó sin éxito un ataque sueco contra Viena, además de mandar un ejército que socorrió a Gustavo Adolfo II en Nuremberg.
A la muerte de éste, en noviembre de 1632, Oxenstierna fue designado por la Dieta sueca legado plenipotenciario en Alemania, con poderes absolutos sobre todos los territorios del ejército expedicionario sueco, tarea en la que obtuvo un éxito brillante al asumir la dirección de la protestante Liga de Heilbronn en 1633 (unión de Suecia, Suabia, Franconia y el Alto y Bajo Rin), alianza cuyo objetivo principal era el de organizar una fuerte defensa militar contra las pretensiones expansionistas imperiales
Al ser nombrado jefe del Consejo de Regencia de la reina Cristina, Oxenstierna tuvo que regresar a Suecia, en el año 1634, donde redactó el esbozo de una nueva Constitución. A pesar de ello, entró en serios conflictos con la reina madre María Leonor. De vuelta a los asuntos políticos exteriores, sufrió, en 1634, un serio revés militar al ser derrotados los ejércitos suecos por los polacos en la batalla de Nördlingen, tras la cual Suecia fue obligada, al año siguiente, a firmar unas durísimas condiciones de paz con Polonia para poder renovar una tregua de paz necesaria con este país, la cual pasaba por la devolución íntegra de todos los territorios conquistados por Suecia en Prusia hasta la fecha.
Después de semejante fracaso militar y diplomático, Oxenstierna cambió el rumbo de las alianzas exteriores de Suecia al buscar el apoyo de la Francia de Richelieu, con la que firmó, en el año 1636, el Tratado de Wismar por el que Suecia y Francia se comprometieron a unir sus fuerzas para luchar contra el Imperio de los Habsburgo y contra la Corona de España, amén de la promesa francesa de ayudar económicamente y con tropas a Suecia, cuyos recursos se encontraban bajo mínimos como consecuencia de una guerra tan larga como fue la de Los Treinta Años, la cual dejó exhaustos a todos los países que participaron
Con el determinante apoyo francés, Oxenstierna pudo llevar a cabo una afortunada política expansionista que culminó con el triunfo sueco en la guerra que reinició con Dinamarca, entre los años 1643 y 1645, que concluyó con la firma de la Paz de Brömsebro, en 1645, por la que se suprimieron todas la tarifas de las mercancías suecas transportadas a través del Sund y por el que Dinamarca cedía a Suecia los territorios de Gotland, Ösel y Halland. Gracias a su labor en esas negociaciones, Oxenstierna fue distinguido por la reina Cristina con el título de conde de Södermöre.
La última gestión diplomática que llevó a cabo con éxito fue la dirección de la delegación sueca en la firma de la Paz de Westfalia, en la que consiguió para Suecia la cesión de toda la Pomerania occidental y las bocas del río Oder, junto con las poblaciones de Settin, Bremen y Verder, con lo que se hizo realidad el sueño que tuvo y no pudo ver el rey Gustavo Adolfo II, su gran valedor, de convertir a Suecia en la potencia del Báltico
Tras ser declarada mayor de edad, la reina Cristina se opuso frontalmente a la política de Oxenstierna, al que veía como genuino representante y cabeza visible de la nobleza contraria al reforzamiento de la monarquía, oposición que también encontró, como era lógico, en el campesinado, el cual se consideraba lesionado por las continuas renovaciones de los privilegios señoriales que dictó en su época como canciller y regente del reino
Retirado de la política activa, el sucesor de Cristina, Carlos X reiteró la confianza en su persona al consultarle en numerosas ocasiones sobre cuestiones importantes de Gobierno. Su labor como político, hombre de estado e impulsor del desarrollo de la Suecia moderna fue reconocida en el año 1890, al erigirle el ayuntamiento de Estocolmo una estatua en una de las plazas principales de dicha ciudad