Antropólogo, arqueólogo y lingüista argentino. Inició su formación en Buenos Aires y cursó estudios de posgrado en Europa y los Estados Unidos. En 1903 ingresó en la sección de arqueología del Museo Nacional de Historia Natural de Buenos Aires, cargo que mantuvo hasta 1911. Pasó luego a la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de la Plata, donde fue profesor de Etnografía, Antropología y Arqueología sucesivamente. En 1914 se hizo cargo de la cátedra de Geografía Humana de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
En 1930 se le confió la cátedra de Antropología de la Universidad de Buenos Aires, de la que era suplente desde 1908. Más tarde actuó como profesor en la Escuela de Antropología de la Universidad de La Plata, en cuya formación también colaboró. Entre 1930 y 1938 fue director del Museo Etnográfico de la Universidad de Buenos Aires; fue además miembro de numerosas sociedades nacionales e internacionales de carácter científico y colaborador asiduo en publicaciones especializadas
Desde su primera publicación (una monografía sobre los indios querandíes de la provincia de Buenos Aires, en 1897), fueron constantes sus contribuciones en el ámbito de la antropologías y la arqueología, entre las que sobresale la obra La edad de piedra en la Patagonia (1905).
Entre sus muchos otros estudios, pueden citarse Contribución al estudio de la etnografía argentina (1897-98); Las viejas razas argentinas (1910); Los aborígenes del la República Argentina -en colaboración con Carlos Bruch- (1910); Los tiempos prehistóricos y protohistóricos de la provincia de Córdoba (1911); Sobre las lenguas indígenas rioplatenses (1913); Alfarería del noroeste argentino (1916) y Las hachas insignias patagónicas (1916).
(Poitou, 1770 - Londres, 1846) Hombre de negocios francés. Hijo de un fabricante de papel, estudió en Clisson y, a los 17 años, se trasladó a Nantes, donde adquirió experiencia comercial.
En 1794 se trasladó a París. El 2 de febrero de 1795 se casó con Elisabeth Thebaud, la hija pequeña de un negociante de Nantes, Jean Baptiste Dominique Thebaud, y de Elisabeth Feydeau, matrimonio que le aportó una dote de 30.000 libras tornesas. El origen de su fortuna parece estar, no obstante, en la amistad con Louis Tourton, uno de los dirigentes del Banco Tourton et Ravel, que, a pesar de estar al borde de la quiebra en 1792, logró sostenerse y continuar.
Tourton y Ouvrard estuvieron juntos desde 1795 hasta la expedición de España de 1823. Comenzaron a comprar bienes nacionales y se entregaron a toda clase de especulaciones inmobiliarias. El hecho de ser familia numerosa sirvió a los designios de Ouvrard, ya que sus hermanos se convirtieron en agentes de su imperio. La constelación Ouvrard abrió casas en Filadelfia, Veracruz, Burdeos, Bayona y Compiègne. En 1798 parecen abandonar sus intereses españoles, en parte porque Ouvrard fue nombrado proveedor general de la Marina francesa; las malas lenguas atribuyen este nombramiento a la influencia de Teresa Cabarrús, que se había convertido en su amante después de haberlo sido de Barras.
La alianza entre España y Francia, y la necesidad de aprovisionar a la escuadra española (de Brest), acrecentaron de nuevo sus intereses españoles. Fue encarcelado, acusado de graves irregularidades, tras el golpe de Brumario (27 de enero de 1800). Una vez liberado, conoció días difíciles y tuvo que recurrir a los servicios de usureros. Pero en 1803 recuperó su relación con el Ministerio de Marina e, inmediatamente, con Michel Jeune, Armand Seguin, Médard Desprez y Joseph Vanlerberghe, formó la Compañía de los Cinco Negociantes Reunidos, que realizó avances al Tesoro Público y se encargó, en marzo de 1804, del subsidio debido por España.
En octubre de 1804, Ouvrard visitó Madrid. La guerra de Independencia de los Estados Unidos y la Revolución habían inmovilizado en América un capital inmenso, que ahora se trataba de traer al viejo mundo. Ouvrard fue uno de los elegidos para llevar a cabo esta tarea. Después de varias modificaciones, el contrato se firmó el 26 de noviembre de 1804 por Manuel Sixto Espinosa y François Ouvrard, en nombre de su hermano, y Carlos IV lo ratificó el 5 de diciembre.
En virtud de este pacto, Ouvrard adquirió el monopolio de los intercambios con América, y una serie de artículos adicionales ampliaron todavía más sus facultades. Negoció y concibió grandes proyectos en los que no sólo entraba España, sino también otros países como Holanda y Reino Unido, así como también los Estados Unidos, lo que produjo no pocas contradicciones. Por todo esto, Ouvrard fue considerado y llamado "un genial especulador".
En 1806, Napoleón le obligó a abandonar toda participación, ya que buscaba que los beneficios recayesen en el Estado francés. A pesar de ello, Ouvrard continuó sus negocios con España y, todavía en vísperas de 1808, concibió grandes planes de dominio en América. Fue después el banquero de los cien días, y más tarde, junto con otros, el de la Restauración. Financió la expedición de España de 1823, después de haber estado presente en el Congreso de Verona. Entró en España con el ejército e, incluso, en junio de 1823 dio dinero para comprar la libertad de Fernando VII.
Fue autor de un plan conjunto con David Parish para que España recuperara las colonias sublevadas por medio de la creación de una "Compagnie armée espagnole au Nouveau Monde" (1823), todo ello bastante quimérico. Con la revolución de 1830 siguió dedicándose a la especulación. Hijo natural suyo y de Mme. Tallien fue el también especulador Dr. Cabarrús.