Rey de Bohemia. También llamado Ottokar o Premysl Otakar, y apodado el Victorioso, era hijo del rey Wenceslao I (1205-1253) y de Cunegunda de Hohenstaufen, hija del emperador Felipe. Fue un soberano valeroso, cuya osadía, elocuencia, caballerosidad y sabiduría llegaron a fascinar tanto a sus contemporáneos como al mismísimo Dante Alighieri, que le hizo figurar en su obra La Divina Comedia
Antes de ser entronizado, Otakar cumplió parte de los sueños de su padre Wenceslao. Logró imponerse en el escenario político austriaco, siendo nombrado máximo representante de Austria con el título de duque con tan sólo 19 años, rango que el propio Otakar fortaleció y garantizó casándose posteriormente con Margarita, hermana de Federico, último descendiente masculino de la dinastía austriaca de Babenberk y asesinado en 1246 en una batalla contra los húngaros
Fue coronado rey en 1247, aún en vida de su padre, el cual en sus últimos años de reinado se dedicó más a las artes, las partidas de caza y los torneos de caballería que a resolver los problemas del estado de Bohemia. La nobleza y el clero checo forzaron que, a pesar de que su padre no hubiera fallecido, el hijo le sucediera, quedando totalmente al mando de Bohemia en el año 1253, con la muerte de Wenceslao I. Por sus cualidades excepcionales. Otakar II pronto se ganó el apelativo de rey de hierro y de oro.
Otakar continuó con la política llevada a cabo por su padre, la cual tenía por objetivo la incorporación de Austria y de Estiria a las tierras de la corona checa. En esos tiempos, ni el propio papa ni el emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico disponían de fuerzas suficientes para lograr la imposición de sus propios intereses políticos, pero Otakar II consideró que si realizaba una política consecuente, conseguiría anexionar las tierras de Austria al reino de Bohemia, aprovechándose de la anarquía, el desgobierno y las luchas internas que reinaban en Austria. Pronto los éxitos y victorias del joven rey de Bohemia disgustaron a Baviera y a Hungría, que sentían amenazados sus intereses en el sur de Estiria. Otakar entró en guerra entonces con Prusia en 1255, y forzó a sus habitantes a acogerse al cristianismo
En 1260, y como consecuencia de la aparente esterilidad de Margarita, el matrimonio fue disuelto, pero Otakar se quedó con las provincias austriacas que ella había aportado a su dote. Ese mismo año el soberano checo volvió a ganar otra guerra contra Hungría por Estiria: tras derrotar al rey Bela IV conquistó no sólo Estiria, sino también la mano de Cunigunda, nieta del soberano húngaro.
En pleno apogeo de su reinado, Otakar II tuvo bajo su poder todas las tierras checas, las austriacas, la Estiria, la Carintia y la Carniola. Su imperio centroeuropeo llegaba entonces hasta el mar Adriático, y en el Reino de Bohemia se tejía una red de castillos y fortalezas en estilo gótico, y se fomentaban todas las manifestaciones de la cultura y el arte de la Europa de entonces.
Pero no todos los sueños del poderoso rey checo se cumplieron: su riqueza y poderío eran envidiadas por todos los soberanos vecinos. Otakar II luchó con todos sus esfuerzos por conseguir la corona del Sacro Imperio Romano-Germánico. La primera decepción en estos intentos la sufrió en el año 1255, y la segunda en 1273, cuando sin su conocimiento (a pesar de que en su condición de rey de Bohemia era uno de los 7 electores del emperador) se puso al conde Rodolfo de Habsburgo al frente del Sacro Imperio Romano-Germánico
Los esfuerzos de Otakar II por fortalecer su posición frente Rodolfo de Habsburgo fueron inútiles: el 26 de agosto del año 1278, sus tropas fueron derrotadas en campaña militar en Moravia, y él encontró la muerte. Su heredero legítimo, Wenceslao, hijo de su matrimonio con Cunigunda de Hungría, sólo contaba entonces con 7 años de edad, por lo que no pudo ascender en ese momento al trono de Bohemia
(Trotten, 1652 - Londres, 1685) Dramaturgo y poeta inglés de la época de la Restauración del teatro británico. Hijo de un eclesiástico, estudió en Winchester y, a partir de 1669, en el Christ Church College de Oxford, que abandonó en 1672, después de la muerte de su padre, sin haber conseguido ningún grado académico.
Habiendo marchado a Londres, actuó como actor; la tentativa fue coronada por el más completo fracaso, pero esta experiencia le valió para emprender la actividad de dramaturgo. Obtuvo sus primeros éxitos con la tragedia Alcibiades (1675). Mal retribuido por sus trabajos teatrales, y de vida muy desordenada, pasó en la miseria los últimos años y murió muy joven, al parecer, de inanición en una posada.
Con sus mejores obras, principalmente Venecia salvada (1682), que lo hizo muy popular, contribuyó al teatro dotándolo de rasgos románticos y de gran sensibilidad. Esta pieza, que se considera canónica, ha traído mucha controversia sobre sus posibles significados políticos alegóricos, incluso en la actualidad, pues en ella se traza un paralelo entre el Estado veneciano y el Estado inglés en la época de Otway, y se ponen en acción motivos político-religiosos. La obra trata acerca de una conspiración, lo cual podría suponer directa o indirectamente una crítica contra una facción corrupta del gobierno inglés. Es difícil saber si el autor condenó o no dicha conspiración, por eso la crítica se divide en concederle la cualidad de documento político directo o de ser una astuta alegoría.
Otras de sus piezas teatrales son Don Carlos (1676), Titus y Berenice (1677), Cayo Mario (1679), La huérfana (1680) y El retorno del soldado (1681). La huérfana es una de sus más reputadas tragedias, que junto con la ya mencionada Venecia salvada revivieron el estilo trágico y vigoroso de la época renacentista.
El teatro de Otway, en general, es verosímil por su facultad de mostrar con transparencia la psicología y las pasiones humanas y fue muy hábil al mezclar épocas históricas anteriores con su propia realidad. Sus tragedias están consideradas como las mejores del período de la restauración, y durante dos siglos rivalizaron en popularidad con los dramas de Shakespeare. Escribió también una composición autobiográfica en verso, Palabras del poeta a su musa (1680), una obra sublime, ambigua y de gran poder poético.