Arquitecto e ingeniero alemán. Tras abandonar la escuela en 1943, se alistó en las fuerzas aéreas alemanas y participó en la Segunda Guerra Mundial. Fue capturado por los Aliados en Chartres (Francia), donde permaneció dos años en trabajos de reparación y construcción de edificios.
Al concluir la guerra, ingresó en la Universidad Tecnológica de Berlín y posteriormente, entre los años 1950 y 1951, realizó un viaje por los Estados Unidos que le llevó a aumentar sus conocimientos y realizar sus estructuras en los años siguientes
Frei Otto
Toda su obra se centra en la consecución de estructuras ligeras, las cuales, al igual que la naturaleza, rebajan el empleo de material y permiten la consecución de una obra más diáfana. Así, mediante las membranas tensadas por cables, lograba una estructura capaz de cubrir grandes distancias, con la única ayuda de unos postes que arriostraban las cargas, y que por su colocación, permitían obtener espacios abiertos y de grandes dimensiones
Estas características son las que marcan la carrera de Otto y quedan patentes en sus dos obras más conocidas: El Pabellón de Alemania Occidental para la Exposición Mundial de 1967, celebrada en Montreal, y la cubierta del Estadio Olímpico del Parque Olímpico de Munich, realizada en 1972.
El Estadio Olímpico de Munich
En ambas obras se aprecia su interés por las superficies ligeras, la construcción con membranas y la carga llevada a gigantescos postes que como mástiles sujetan toda la malla que conforma una superficie continua y alabeada debido a las deformaciones que implican la situación de los postes y la colocación de los cables. Su arquitectura es como una gran red extendida sobre unos pocos puntos de apoyo y una construcción que entrelaza sus conocimientos como arquitecto con sus conocimientos como ingeniero
A Otto se le relaciona con la Bauhaus y el Estilo Internacional por su gran consideración de la función y las estructuras minimalistas, así como con la generación de arquitectos que surgieron en la postguerra por su estudio de la naturaleza y su aplicación de la ingeniería y tecnología en sus obras arquitectónicas. En 1970 se retiró del ejercicio de la profesión y actualmente sólo coopera con algunos profesionales de modo excepcional
(Leipzig, 1966) Nadadora alemana cuyo historial deportivo la hace merecedora, junto a su compatriota Kornelia Ender, de ocupar un lugar preeminente entre las figuras de la natación en la antigua Alemania Oriental.
Al igual que Kornelia Ender, se entrenó en la academia de la Halle, donde imperaba un régimen físico cotidiano asfixiante (descrito por Kristin en su diario) que incluía isometría, estudio, levantamiento de pesas y largas horas de natación, cuyo resultado es bien conocido: la citada institución fue una cantera de deportistas de elite que, con sus triunfos olímpicos, sirvieron para afianzar el programa político del país.
Kristin Otto hizo su aparición en el circuito internacional en 1982 y, con tan sólo dieciséis años, se hizo con tres títulos mundiales; al año siguiente rompió la barrera del minuto (59,97 segundos) en los 100 metros espalda. En 1984, tras establecer dos nuevas marcas mundiales en las categorías de 100 y 200 metros libres, una fisura vertebral la obligó a pasar nueve meses retirada de la piscina; cuando todo el mundo daba por terminada su brillante carrera deportiva, Otto, haciendo gala de una tenacidad admirable, se arrojó de nuevo al agua, si bien se decantó por el estilo de crowl para evitar el intenso dolor que la acometía al nadar a espalda.
Semejante esfuerzo dio sus frutos en el mundial de Madrid de 1986, en que cosechó seis medallas, cuatro de ellas de oro, y, desde luego, en los Juegos de Seúl celebrados en 1988, cuando en una hazaña jamás lograda por un nadador olímpico, ni siquiera por el estadounidense Mark Spitz, se llevó a casa el oro en tres estilos diferentes (crowl, espalda y mariposa) y estableció cuatro récords olímpicos, lo que la convirtió en la mujer que más medallas de oro ha conseguido en una sola Olimpiada
Un año antes de la caída del Muro, Otto se retiró. Sin embargo, una negra nube vino a ensombrecer lo que debían ser años de descanso: en 1991, los preparadores físicos de la difunta RDA confesaron que habían suministrado esteroides y otras sustancias prohibidas a sus atletas, si bien éstos nunca lo supieron. Sus marcas fueron custionadas y se sintió desolada, pero se declaró inocente, puesto que no sólo había pasado todos los testeos de dopaje, sino que además, sus seis medallas y sus éxitos deportivos fueron resultado de muchos años de durísimo esfuerzo y entrenamiento.