Narrador ecuatoriano cuya obra se adscribe a las vanguardias por su naturaleza absurda, grotesca e irreverente. Desconocido por su padre al nacer, y muerta su madre cuando él apenas tenía seis años, tuvo que ser educado por un tío suyo. A la edad de tres años recibió un golpe en el cráneo que le dejó una profunda cicatriz para toda la vida. Estudió en la escuela de los Hermanos Cristianos y en el colegio Bernardo Valdivieso de su ciudad natal. En 1925 se graduó en Jurisprudencia por la Universidad Central. Ejerció como profesor de Filosofía y Literatura en la misma Universidad, como subsecretario del ministerio de Educación, cuando era dirigido por Benjamín Carrión, y como subsecretario de la Asamblea Nacional Constituyente en 1938.
En 1939 comenzó a sentir ciertos trastornos mentales que pronto se declararían en locura, de forma que los últimos siete años de su vida hubo de pasarlos en una clínica psiquiátrica acompañado y cuidado por su fiel esposa, la cual se ofreció como enfermera en la misma clínica para poder sufragar los gastos del tratamiento. En política militó en el partido socialista y, junto con Jorge Reyes, Jaime Chaves y Alfonso Moscoso, fundó la revista Cartel, desde la cual se divulgaban las ideas socialistas
Pablo Palacio trabajó también como periodista, escribiendo artículos de corte filosófico y jurídico. Hoy por hoy, sin embargo, es más conocido como escritor literario. Escribió su primer cuento, El huerfanito, para unos Juegos Florales que Benjamín Carrión organizó en Loja en 1921, cuando Pablo era aún un colegial; con ese cuento ganó un premio que finalmente no recibió, porque en el momento de recibirlo se negó a arrodillarse ante la reina del Festival.
En 1927 publicó su libro de cuentos, Un hombre muerto a puntapiés, -calificado de antirromántico porque presentaba seres anodinos y de vulgares pasiones- y Débora (1927), novela subjetiva que sobresale por la profundización en la psicología de sus personajes, característica ésta propia de toda la obra literaria de Pablo Palacio. Estos libros le convirtieron en el escritor joven más discutido y admirado entre la intelectualidad quiteña. Benjamín Carrión reconoció su talento y le dedicó todo un ensayo en su obra Mapa de América. Otros escritos fueron: los cuentos El frío y Los aldeanos (1923), la novela Vida del ahorcado (1932) y varios ensayos y artículos que todavía se publican en revistas y gacetas.
En su narrativa desfilan seres anormales, casi locos, investigadores que elaboran hipótesis absurdas, casos clínicos, personajes dotados para el ridículo, todo ello manejado desde la ironía de un humorismo deshumanizado. Esta búsqueda por la anormalidad que persigue el descrédito de la realidad es una huida del lugar común y de los tópicos de la costumbre. Al sostener agrias polémicas con los escritores y críticos de tendencia realista, Palacio produjo escándalo en su tiempo por su arte profundamente antirromántico, que practicaba la ruptura del tiempo lineal y la afirmación de su discontinuidad, y que exploraba el humor ácido y el desenfado en sus narraciones. Por el tono desacralizador de éstas, que no toman en serio lo real y que propician el ideal de transformar en texto la pequeña realidad, de inventarla desprestigiándola, produjo una literatura que, por el juego de niveles de realidad, no da descanso al lector.
(Julio Palacios Martínez; Paniza, 1891 - Madrid, 1970) Físico y matemático español. Realizó sus primeros estudios en las Escuelas Pías de Tamarite (Huesca) y en el Instituto de Huesca. Después ingresó en la Facultad de Ciencias de Zaragoza y continuó la licenciatura en Ciencias Exactas y Físicas en la Universidad de Barcelona, donde tuvo de profesor a Esteban Terradas. Realizó el doctorado en Ciencias Físicas en la Universidad de Madrid y, por consejo de Blas Cabrera, se trasladó a Leiden pensionado por la Junta de Ampliación de Estudios. En Leiden investigó, durante el período 1916-1918, sobre las isotermas del neón y otros gases nobles a bajas temperaturas, bajo la dirección de Heike Kamerlingh Onnes
A su regreso a España, Palacios se incorporó al Laboratorio de Investigaciones Físicas que dirigía Blas Cabrera, en el que realizó trabajos acerca de la formación de los meniscos de mercurio y su aplicación a la corrección de la lectura de las columnas barométricas. Se ocupó asimismo del flujo de gases en tubos capilares, introduciendo una notable modificación en las bombas de difusión de Langmuir, que publicó en los Anales de la Real Sociedad de Física y Química en 1920. También investigó sobre la teoría de la luminosidad en los rayos canales, sobre la que publicó un trabajo en los Annalen der Physik (1924) y colaboró con Cabrera en los estudios de éste sobre las sustancias diamagnéticas y paramagnéticas
En 1926 ganó la cátedra de Termología de la Universidad de Madrid. En 1929, Palacios instaló en los locales del Laboratorio de Investigaciones Físicas los primeros montajes para iniciar sus trabajos sobre estructuras cristalinas por medio de la difracción de rayos X, según el método de Deby-Scherrer y, al inaugurarse en 1932 el Instituto Nacional de Física y Química, Palacios fue encargado de dirigir la sección de rayos X
Después de la Guerra Civil, Palacios abandonó sus investigaciones estructurales y comenzó a interesarse por temas biológicos desde la perspectiva de la física. Nombrado director de la sección de Física del Instituto de Oncología de Lisboa, alternó la docencia entre esta ciudad y Madrid. A partir de esta época la actividad intelectual de Palacios abarcó los más diversos temas: dinámica de la rotación de un sólido libre, fenómenos electrolíticos, una interpretación física de la miopía nocturna, una serie de trabajos acerca de los ultrasonidos y su utilización terapéutica y el análisis dimensional.
En la última etapa de su vida se dedicó con empeño a elaborar una crítica de la teoría de la relatividad, intentando rehabilitar las nociones clásicas de espacio y tiempo absoluto. Éste es, probablemente, el aspecto más discutible de su actividad como físico. Además de los artículos relativos a sus trabajos de investigación, Palacios publicó numerosos libros dedicados a exponer, con una intención claramente didáctica, las diversas ramas de la física por él cultivadas. Algunos de los títulos de estos libros son: Física para médicos (1931), Mecánica física (1942), Termodinámica y constitución de la materia (1942), Electricidad y magnetismo (1945), De la Física a la Biología (1947), Análisis dimensional (1956)