Medico fisiólogo español. Hijo de Jaume Pi i Sunyer, catedrático de patología general de la Facultad de Medicina de Barcelona, estudió medicina, licenciándose en 1899. Se doctoró en Madrid, en 1900, con una tesis sobre la vida anaerobia. Desde sus años de estudiante frecuentó el Laboratorio Municipal de Barcelona y allí siguió trabajando una vez finalizados sus estudios. Durante estos años estuvo muy influido por Ramón Turró, que le dirigió sus primeros trabajos de investigación.
En 1904 obtuvo la cátedra de fisiología de la Facultad de Sevilla. Pudo, sin embargo, permanecer en Barcelona, unas veces en calidad de agregado en comisión y otras como director del curso de fisiología general organizado por el Laboratorio Municipal. En 1916 obtuvo la cátedra de fisiología de Barcelona, sucediendo a Ramón Coll i Pujol. En 1920 se creó el Instituto de Fisiología y Augusto Pi i Sunyer fue nombrado director del mismo. Con estos medios pudo crear una sólida escuela y un eficaz equipo de investigación.
La guerra civil frustró esta labor y deshizo el equipo. Pi i Sunyer se exilió, y después de una corta estancia en París, fue nombrado profesor de fisiología en la Facultad de Medicina de Caracas. En tierras venezolanas fundó y dirigió el Instituto de Medicina Experimental, fue profesor de bioquímica de la Facultad a partir de 1946 y, desde 1942, profesor, asimismo, de biología y bioquímica del Instituto Pedagógico Nacional de Caracas. La labor de Pi i Sunyer en Caracas fue también extraordinariamente fructífera. El panorama de la fisiología venezolana cambió radicalmente a partir de su llegada, pudiéndose afirmar, sin temor a la exageración, que toda la actual escuela de fisiología de Venezuela tiene sus raíces en la obra de Pi i Sunyer
Su labor investigadora se inicia con su tesis doctoral sobre la vida anaerobia. Fue ese un trabajo más rico en erudición que en aportaciones de materiales. En él, tras unos capítulos destinados a demoler la exclusividad de la oxidación, se pasa revista a las transformaciones químicas existentes en los seres vivos que se realizan sin intervención del aire: hidrataciones, hidrólisis y transposiciones moleculares
Acabada su tesis doctoral, emprendió una nueva etapa en su investigación, sumándose al programa de Ramón Turró sobre los mecanismos de la inmunidad natural. Como es sabido, Turró buscaba una tercera teoría, distinta a la de Elie Metchnikoff y a la de Paul Ehrlich, para la explicación de estos fenómenos. La hipótesis central de dicha teoría era una supuesta identidad entre los mecanismos inmunitarios y los digestivos a nivel celular. Aunque no puede decirse que los resultados en este campo fuesen brillantes, sí sirvieron, al menos, para que Pi i Sunyer se interesase por el problema de la sensibilidad trófica, camino que le llevaría, con el tiempo, a estudiar los reflejos nerviosos de adaptación, una de sus principales aportaciones a la fisiología.
Uno de estos mecanismos reflejo que estudió fue el regulador de los movimientos respiratorios. Cuando, en 1918, inició su estudio experimental de la participación de la sensibilidad química periférica en la regulación respiratoria, eran ya conocidos muchos reflejos capaces de modificar el ritmo y la profundidad de los movimientos respiratorios, pero todos ellos provocados por estímulos físicos; como mecanismo químico de regulación respiratoria se conocía y admitía exclusivamente la actuación directa de estímulos de esta clase sobre los centros de la respiración.
Los trabajos de Pi i Sunyer pudieron demostrar que la respuesta hiperventilatoria de los perros, con neumogástricos intactos, que respiraban aire con una concentración de CO2 anormalmente alta, era debida en buena parte a reflejos que quimioreceptores periféricos con aferencia vagal. Pensó que estos quimioreceptores estarían situados en los pulmones. Cuando, más tarde, Comeille Heymans pudo demostrar que los quimiorreceptores se encuentran en diversos lugares de la trama vascular, las contribuciones de Pi i Sunyer quedaron algo apagadas, pero últimamente, al haberse podido demostrar la existencia de quimioreceptores en los vasos pulmonares los trabajos de Pi i Sunyer han vuelto a ser valorados
De forma paralela se interesó por los reflejos reguladores de la glucemia, pudiendo demostrar que las condiciones nerviosas vegetativas intervienen en la regulación glicémica, tanto en el sentido descendente como en el ascendente. La capacidad de trabajo de Pi i Sunyer le permitió abordar muchos otros aspectos de la fisiología (bioquímica de los hidratos de carbono, acción transformadora y fijadora en el metabolismo hepático, electrocardiografía, etc) en los que, aparte de demostrar estar perfectamente informado, hizo algunas contribuciones de un cierto relieve. La fisiología renas fue igualmente objeto de su trabajo, contribuyendo a demostrar que la sangre urémica tenía una acción inhibidora sobre la secreción urinaria
El interés por campos tan diversos le restó, tal vez, profundidad en sus investigaciones, pero le permitió, en cambio, la redacción de trabajos de síntesis muy bien documentados, e incluso, la confección de los manuales que obtuvieron un extraordinario éxito. La figura de Pi i Sunyer queda, sin embargo, incompleta si se limita únicamente a su actividad científica. Fue, sin duda, uno de los personajes claves del resurgir de la medicina catalana en el primer tercio del siglo XX. Su capacidad de organización, aglutinación y hasta de entusiasmo la puso al servicio de dos ideales: que su país pudiera incorporar los hábitos europeos de investigación de laboratorio y que el idioma catalán se convirtiera en un medio normal de comunicación científica. Participó muy activamente en casi todas las empresas médicas colectivas que se organizaron en Cataluña entre 1900 y 1936
(Zulow, 1867 - Varsovia, 1935) Militar y político polaco. Figura clave de la historia polaca, revolucionario y héroe de la independencia frente a los rusos, fue primer presidente de Polonia en el período de entreguerras
Nacido en el seno de una familia noble pero de escasos recursos económicos, recibió educación en la escuela de Wilno (actual Vilnius) y en las universidades de Jarkov y Jagelloniana de Cracovia, donde pronto entró en contacto con el movimiento marxista partidario de la independencia polaca. En 1887 fue deportado a Siberia acusado de participar en una conspiración para asesinar al zar Alejandro III.
A su regreso, en 1892, contribuyó a formar clandestinamente el Partido Socialista Polaco y el periódico Robotnik (´El Trabajador´), elementos que bajo su liderazgo se convirtieron en una eficaz maquinaria de propaganda y lucha antizarista. Casado desde 1899 con María Juszkiewicz, sufrió prisión y se vio obligado a refugiarse un tiempo en Cracovia, en territorio del Imperio austro-húngaro.
En 1902 regresó a la Polonia rusa para retomar las riendas del partido que, sin embargo, en esos años se dividió entre los partidarios de la revolución marxista y los que abogaban por la independencia de Polonia como objetivo principal; al frente de estos últimos se colocó Pilsudski, apoyado por Roman Dmowski y decidido a lograr una Polonia independiente a toda costa. Para ello creó un ejército secreto en Galitzia (Polonia austríaca) compuesto por unos diez mil hombres, germen de la futura Legión polaca, que contó con la ayuda de Austria y fue financiado con el robo de un tren ruso que él mismo dirigió.
Al estallar la I Guerra Mundial las fuerzas polacas bajo su mando lucharon junto a Austria-Hungría y Alemania con la esperanza de que ambas potencias derrotaran al Imperio ruso y garantizaran la formación de un Estado polaco; esto último ocurrió en noviembre de 1916 a cambio de la alianza militar del nuevo Estado, y a continuación fue nombrado miembro del Consejo de Estado y jefe del Ejército. No obstante, al producirse el estallido de la revolución rusa de febrero de 1917, Pilsudski decidió retirar al ejército polaco, lo que motivó que los alemanes lo encarcelaran en Magdeburgo (julio de 1917).
Fue liberado tras la derrota de los Imperios Centrales y regresó triunfal a Polonia (noviembre de 1918), donde recibió los cargos de Jefe de la República y comandante en jefe del Ejército. Se encargó de supervisar el desarme de las fuerzas alemanas y austríacas aún presentes en Polonia y reclamó ante los aliados la devolución de los territorios perdidos en los repartos de finales del siglo XVIII, lo que acarreó no pocos conflictos con los nuevos Estados vecinos (Checoslovaquia y Lituania).
Disconforme con la delimitación establecida en el Tratado de Versalles para su frontera oriental -la célebre "línea Curzon"-, Pilsudski decidió emprender una ofensiva sobre Kiev (abril de 1920) que también pretendía establecer las bases para la creación de una confederación de Estados (Ucrania, Bielorrusia, Lituania y Polonia), que pudiera defenderse ante Rusia y Alemania.
En el verano de 1920 tuvo que hacer frente a la invasión del Ejército Rojo ruso y, de nuevo al mando directo de la Legión polaca, logró detener a las tropas soviéticas delante de Varsovia, batalla en la que demostró sus grandes dotes de estratega a pesar de la inferioridad manifiesta de sus fuerzas. En diciembre de 1922 cesó como Jefe del Estado y en mayo de 1923 como Jefe supremo del ejército; a continuación se retiró de la vida pública durante varios años.
La crisis política por la continua inestabilidad de los gobiernos, unida a la crisis económica, motivó en 1926 el regreso de Pilsudski quien, con la ayuda del ejército, derribó al gobierno de Wincenty Witos y al presidente Wojciechowski, y reformó la Constitución; fue el denominado "Golpe de Mayo", cuya consecuencia inmediata fue el final del sistema parlamentario instaurado después de la independencia.
Aunque nominalmente sólo era ministro, controló durante esos años las riendas del poder y en 1930 reaccionó enérgicamente contra los líderes de la coalición de centro-izquierda que pedían el restablecimiento de los derechos del Parlamento: fue lo que se conoció como régimen sanacja. En política exterior firmó por mediación de su ministro Beck sendos tratados de no agresión con la URSS (julio de 1932) y Alemania (enero de 1934), que a la postre no tuvieron trascendencia, e intentó infructuosamente establecer una alianza con Francia