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Biografía de Francesc Pi y Margall

Barcelona, 1824 - Madrid, 1901

Político español, presidente de la Primera República . Procedente de un medio obrero, estudió hasta doctorarse en Derecho (1847). Luego se ganó la vida como profesor, traductor y empleado de un banco, al tiempo que daba sus primeros pasos como escritor y crítico literario. Vinculado al Partido Demócrata desde que llegara a Madrid en los años cuarenta, participó en la Revolución de 1854 y se orientó cada vez más hacia la política: en 1854 publicó sus ideas federalistas en La reacción y la revolución; desde 1857 sostuvo polémicas en defensa del socialismo contra los demócratas individualistas o liberales.

En 1864 adquirió notoriedad como director del periódico La Discusión, desde el cual difundió su ideología; por ese motivo hubo de exiliarse en París durante la reacción que siguió a la intentona revolucionaria de 1866. La estancia en París le permitió profundizar en el conocimiento de Proudhon -fallecido el año anterior-, autor cuya influencia es visible en el pensamiento de Pi y que él mismo traduciría al español. Allí maduró Pi su ideología revolucionaria, basada en la destrucción de la autoridad para sustituirla por el libre pacto constitutivo de la federación.

El triunfo de la Revolución de 1868 le permitió regresar y ser elegido diputado en las Cortes constituyentes. Se erigió como uno de los grandes líderes del republicanismo, en una vertiente federalista y cercana al socialismo (lo que le permitía conectar mejor con las aspiraciones sociales de las clases trabajadoras y con las aspiraciones de descentralización política de su ciudad natal). En consecuencia, se opuso al carácter monárquico de la Constitución de 1869, y -ya como máximo dirigente del Partido Republicano Federal, desde 1870- combatió el reinado de Amadeo de Saboya.

Cuando éste abdicó, Pi fue uno de los impulsores de la proclamación de la Primera República española (1873). El primer presidente de la misma, Figueras, que conocía bien a Pi por haberle tenido empleado en su bufete de abogados, le encomendó el difícil Ministerio de la Gobernación; desde aquel cargo, Pi hizo lo que pudo por mantener el orden público, contener el movimiento cantonalista y procurar que las elecciones arrojaran un resultado favorable para el régimen.

Al dimitir Figueras, fue el propio Pi y Margall quien se hizo cargo del Poder Ejecutivo (formalmente no existía el cargo de presidente de la República, en tanto no se promulgara una nueva constitución). Lo hizo con un amplio programa de reformas políticas y sociales que no pudo llevar a cabo, pues sólo se mantuvo durante algo más de un mes, acosado por la rebelión cantonalista (que nacía de una lectura radical del ideal federalista) y por la división entre las filas republicanas: a la tradicional oposición entre socialistas e individualistas se unía la ruptura entre unionistas y federalistas, y la propia división de los federalistas entre moderados y radicales.

Tras el golpe de Estado de 1874 que restableció la Monarquía de los Borbones, Pi y Margall se retiró temporalmente de la política y se dedicó a su trabajo como abogado, pensador y escritor. En los años ochenta, aprovechando la tolerancia de los gobiernos liberales, volvió a la actividad pública para reorganizar a los republicanos federales. Confiando en las posibilidades de éxito que les ofrecería la restauración del sufragio universal en 1890, creó en aquel mismo año un periódico propio (El nuevo régimen) e impulsó la definición del programa del partido en 1894.

Su prestigio le permitió ser elegido diputado en 1886, 1891 y 1893; pero perdió popularidad al ser el único líder republicano que no se dejó arrastrar por el ardor nacionalista durante la Guerra de Cuba (1895-98): propugnó la concesión de la independencia a las colonias y se opuso a la guerra contra los Estados Unidos, modelo de democracia republicana y federal

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(Barcelona, 1879 - México, 1965) Medico fisiólogo español. Hijo de Jaume Pi i Sunyer, catedrático de patología general de la Facultad de Medicina de Barcelona, estudió medicina, licenciándose en 1899. Se doctoró en Madrid, en 1900, con una tesis sobre la vida anaerobia. Desde sus años de estudiante frecuentó el Laboratorio Municipal de Barcelona y allí siguió trabajando una vez finalizados sus estudios. Durante estos años estuvo muy influido por Ramón Turró, que le dirigió sus primeros trabajos de investigación.

En 1904 obtuvo la cátedra de fisiología de la Facultad de Sevilla. Pudo, sin embargo, permanecer en Barcelona, unas veces en calidad de agregado en comisión y otras como director del curso de fisiología general organizado por el Laboratorio Municipal. En 1916 obtuvo la cátedra de fisiología de Barcelona, sucediendo a Ramón Coll i Pujol. En 1920 se creó el Instituto de Fisiología y Augusto Pi i Sunyer fue nombrado director del mismo. Con estos medios pudo crear una sólida escuela y un eficaz equipo de investigación.

La guerra civil frustró esta labor y deshizo el equipo. Pi i Sunyer se exilió, y después de una corta estancia en París, fue nombrado profesor de fisiología en la Facultad de Medicina de Caracas. En tierras venezolanas fundó y dirigió el Instituto de Medicina Experimental, fue profesor de bioquímica de la Facultad a partir de 1946 y, desde 1942, profesor, asimismo, de biología y bioquímica del Instituto Pedagógico Nacional de Caracas. La labor de Pi i Sunyer en Caracas fue también extraordinariamente fructífera. El panorama de la fisiología venezolana cambió radicalmente a partir de su llegada, pudiéndose afirmar, sin temor a la exageración, que toda la actual escuela de fisiología de Venezuela tiene sus raíces en la obra de Pi i Sunyer

Su labor investigadora se inicia con su tesis doctoral sobre la vida anaerobia. Fue ese un trabajo más rico en erudición que en aportaciones de materiales. En él, tras unos capítulos destinados a demoler la exclusividad de la oxidación, se pasa revista a las transformaciones químicas existentes en los seres vivos que se realizan sin intervención del aire: hidrataciones, hidrólisis y transposiciones moleculares

Acabada su tesis doctoral, emprendió una nueva etapa en su investigación, sumándose al programa de Ramón Turró sobre los mecanismos de la inmunidad natural. Como es sabido, Turró buscaba una tercera teoría, distinta a la de Elie Metchnikoff y a la de Paul Ehrlich, para la explicación de estos fenómenos. La hipótesis central de dicha teoría era una supuesta identidad entre los mecanismos inmunitarios y los digestivos a nivel celular. Aunque no puede decirse que los resultados en este campo fuesen brillantes, sí sirvieron, al menos, para que Pi i Sunyer se interesase por el problema de la sensibilidad trófica, camino que le llevaría, con el tiempo, a estudiar los reflejos nerviosos de adaptación, una de sus principales aportaciones a la fisiología.

Uno de estos mecanismos reflejo que estudió fue el regulador de los movimientos respiratorios. Cuando, en 1918, inició su estudio experimental de la participación de la sensibilidad química periférica en la regulación respiratoria, eran ya conocidos muchos reflejos capaces de modificar el ritmo y la profundidad de los movimientos respiratorios, pero todos ellos provocados por estímulos físicos; como mecanismo químico de regulación respiratoria se conocía y admitía exclusivamente la actuación directa de estímulos de esta clase sobre los centros de la respiración.

Los trabajos de Pi i Sunyer pudieron demostrar que la respuesta hiperventilatoria de los perros, con neumogástricos intactos, que respiraban aire con una concentración de CO2 anormalmente alta, era debida en buena parte a reflejos que quimioreceptores periféricos con aferencia vagal. Pensó que estos quimioreceptores estarían situados en los pulmones. Cuando, más tarde, Comeille Heymans pudo demostrar que los quimiorreceptores se encuentran en diversos lugares de la trama vascular, las contribuciones de Pi i Sunyer quedaron algo apagadas, pero últimamente, al haberse podido demostrar la existencia de quimioreceptores en los vasos pulmonares los trabajos de Pi i Sunyer han vuelto a ser valorados

De forma paralela se interesó por los reflejos reguladores de la glucemia, pudiendo demostrar que las condiciones nerviosas vegetativas intervienen en la regulación glicémica, tanto en el sentido descendente como en el ascendente. La capacidad de trabajo de Pi i Sunyer le permitió abordar muchos otros aspectos de la fisiología (bioquímica de los hidratos de carbono, acción transformadora y fijadora en el metabolismo hepático, electrocardiografía, etc) en los que, aparte de demostrar estar perfectamente informado, hizo algunas contribuciones de un cierto relieve. La fisiología renas fue igualmente objeto de su trabajo, contribuyendo a demostrar que la sangre urémica tenía una acción inhibidora sobre la secreción urinaria

El interés por campos tan diversos le restó, tal vez, profundidad en sus investigaciones, pero le permitió, en cambio, la redacción de trabajos de síntesis muy bien documentados, e incluso, la confección de los manuales que obtuvieron un extraordinario éxito. La figura de Pi i Sunyer queda, sin embargo, incompleta si se limita únicamente a su actividad científica. Fue, sin duda, uno de los personajes claves del resurgir de la medicina catalana en el primer tercio del siglo XX. Su capacidad de organización, aglutinación y hasta de entusiasmo la puso al servicio de dos ideales: que su país pudiera incorporar los hábitos europeos de investigación de laboratorio y que el idioma catalán se convirtiera en un medio normal de comunicación científica. Participó muy activamente en casi todas las empresas médicas colectivas que se organizaron en Cataluña entre 1900 y 1936

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