Papa (1800-1823). Sucedió en el cargo a Pío VI, de quien era pariente y que anteriormente le había nombrado obispo de Tívoli. En 1801 convenció a Napoleón de restablecer la Iglesia francesa, y, tres años más tarde, acudió a París para coronarle emperador. A pesar de su aparente bonanza, las relaciones entre Francia y El Vaticano fueron deteriorándose paulatinamente hasta la invasión en 1809 de los Estados Pontificios por parte de las tropas napoleónicas y el encarcelamiento del pontífice. Trasladado a Fontainebleau, Pío VII respondió al ataque con la promulgación de la bula Quum memoranda, que excomulgaba al emperador. En 1814, las derrotas sufridas por Francia obligaron a Napoleón a permitir su repatriación, tras lo cual el pontífice endureció su política; así, restauró a los jesuitas y la Inquisición, e ignoró toda legislación aprobada durante la ocupación francesa
(Francesco Saverio Castiglioni; Cingoli, 1761-Roma, 1830) Papa (1829-1830). Siendo papa, preconizó el reconocimiento de Luis Felipe de Francia tras la revolución de 1830