Papa (1775-1799). Intentó hacer frente al intervencionismo estatal en la Iglesia, en especial el febronianismo y el josefinismo austríaco, que intentó frenar con una entrevista con José II en Viena (1782). Enfrentado a la Revolución francesa y sus medidas anticlericales, adoptó, al principio, una actitud reservada, pero después condenó la Constitución Civil del Clero (1791). Perdió Aviñón y el Comtat Venaissin, anexionados por Francia (1791). Proclamada la República Romana (1798) por los franceses, que habían ocupado Roma, fue encerrado en Valence, donde murió
(Gregorio Luigi Barnaba Chiaramonti; Cesena, actual Italia, 1742-Roma, 1823) Papa (1800-1823). Sucedió en el cargo a Pío VI, de quien era pariente y que anteriormente le había nombrado obispo de Tívoli. En 1801 convenció a Napoleón de restablecer la Iglesia francesa, y, tres años más tarde, acudió a París para coronarle emperador. A pesar de su aparente bonanza, las relaciones entre Francia y El Vaticano fueron deteriorándose paulatinamente hasta la invasión en 1809 de los Estados Pontificios por parte de las tropas napoleónicas y el encarcelamiento del pontífice. Trasladado a Fontainebleau, Pío VII respondió al ataque con la promulgación de la bula Quum memoranda, que excomulgaba al emperador. En 1814, las derrotas sufridas por Francia obligaron a Napoleón a permitir su repatriación, tras lo cual el pontífice endureció su política; así, restauró a los jesuitas y la Inquisición, e ignoró toda legislación aprobada durante la ocupación francesa