Comediógrafo latino. A pesar de que los datos sobre su vida son inciertos, se cree que trabajó en Roma durante su juventud en una compañía teatral, quizá como actor cómico, y que, habiendo ahorrado un poco de dinero, lo invirtió sin éxito en una especulación comercial. Empobrecido, se dice que trabajó como molinero mientras escribía sus primeras obras en sus ratos de ocio.
Sus comedias comenzaron a representarse en Roma a partir del 210 a. C., en medio de un gran éxito de público, hecho que se tradujo, tras su muerte, en una abundante circulación de obras. Son más de 130 las comedias atribuidas a Plauto, aunque el crítico Varrón, en el siglo I a. C., consideró que sólo 21 eran auténticas, las mismas que han llegado hasta hoy.
Plauto se dedicó exclusivamente a la comedia, tomando como modelo la nueva comedia griega, que él adaptó al gusto romano y que al parecer contrastó con otras obras romanas contemporáneas, mezclando personajes y situaciones. Si bien partía de situaciones completamente convencionales, Plauto supo combinar con gran maestría la acción y el diálogo, pasando con un ritmo vivo de la intriga al retrato de costumbres, y supo imprimir a sus textos una dosis importante de lirismo y fantasía.
Su gran contribución literaria, sin embargo, reside ante todo en su lenguaje, vivo y de gran riqueza, con una gran variedad de recursos que empleó para crear una lengua original que constituye una de las más excelsas muestras de latín literario. Su influencia se ha mantenido viva desde la Antigüedad tardía hasta hoy, haciéndose presente en las divertidas versiones de Boccaccio, Ariosto, Shakespeare o, más modernamente, Molière, Dryden o Lessing
(Edimburgo, 1789- id., 1857) Arquitecto escocés. Fue uno de los protagonistas de la renovación neoclásica en Edimburgo, construyendo numerosos edificios. Su obra más original es, sin embargo, la iglesia de Saint Stephen (1826-1828), de claro gusto neogótico