Matemático belga. Hizo los estudios de enseñanza media en su ciudad natal y en el año 1814 empezó a enseñar matemáticas en la misma escuela donde había estudiado.
Adolphe Quetelet
Poco tiempo después pasaba a la Universidad de Gante, fundada recientemente, y después, en 1819, fue designado para ocupar la cátedra de matemáticas en el Ateneo de Bruselas. Al año siguiente, cuando apenas tenía veinticinco anos, era ya miembro de la Academia real, de la que llegaría a ser secretario perpetuo en 1834.
Después de haber estado algún tiempo en París para estudiar astronomía enviado por el rey Guillermo I, fue encargado, al regreso a su patria, de dirigir la construcción del observatorio real de Bruselas, del que fue nombrado director en 1828. Posteriormente fue profesor de Astronomía y Geodesia en la Escuela militar y en 1841 presidente de la comisión central de estadística.
Adolphe Quetelet dejó varias obras de carácter astronómico y físico, como Astronomie élémentaire (1826) y Sur la physique du globe (1861), pero su fama ha quedado vinculada sobre todo a aquella en que aplicó el método estadístico al estudio de la sociología: se trata de la Física social o Ensayo sobre el desarrollo de las facultades del hombre, publicada en Bruselas en 1869, pero cuya primera edición había sido impresa en 1835 con distinto título
(Dióscoro Teófilo Puebla Tolín; Melgar de Fernamental, 1831 - Madrid, 1901) Pintor español. Inició sus estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, donde fue alumno de José de Madrazo; en 1858, tras concluir sus estudios, obtuvo una pensión para una estancia en Roma por su cuadro Cayo Graco y su familia. En la capital italiana formó parte del grupo de pintores españoles que se reunían en el Café Greco (Casado del Alisal, Rosales, Palmaroli, Mercadé, Fortuny). Pictóricamente, se contagió del clasicismo habitual entre los pensionados, en cuadros como Episodio de una bacanal (medalla de tercera clase en la Exposición de 1860), Un sátiro o Una bacante
De regreso a España fue profesor de colorido y composición en la Escuela Provincial de Bellas Artes de Cádiz hasta que fue trasladado a la Superior de San Fernando de Madrid, donde ejerció también como profesor de dibujo. En 1855 ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, de cuya sección de pintura llegaría a ser presidente; fue también director de la Escuela Especial de Dibujo, Pintura y Grabado. Estuvo en posesión de las encomiendas de Isabel la Católica y de Carlos III
Las hijas del Cid (1871), de Dióscoro Puebla
En su obra destacan las grandes composiciones de tema histórico como El Primer Desembarco de Colón en el Nuevo Mundo, con el que logró una discutida medalla de primera clase en la Exposición de 1865, Las Hijas del Cid, mucho más interesante por el estudio de las figuras y la luz, y Felipe IV recibiendo la noticia de la pérdida de Portugal, título que muestra a qué extremos llegó en ocasiones la pintura histórica en la búsqueda de temas.
Asimismo, se dedicó a la pintura de temas literarios en Margarita y Mefistófeles o Dante y el Ave María, y a temas fantásticos de carácter romántico en La vuelta de las hadas al lago. Cultivó también la pintura de género (Un minué; La bailaora; Palco en la plaza de toros) y el retrato (O´Donnell, Alfonso XII, Recaredo, Agila); algunos de tales retratos formarían parte de la serie de los reyes de España encargada por el Ministerio de Fomento a varios pintores
Dióscoro Puebla fue lo suficientemente conocido en su época como para formar parte de varios tribunales de oposición y de las comisiones que seleccionaron los cuadros para las Exposiciones Universales de Viena, Filadelfia y París. Sin embargo, pese a sus indudables y numerosos aciertos, la obra pictórica de Puebla no es tan apreciada actualmente como la de otros pintores del momento, como Pradilla o Fortuny