Compositora argentina que cultivó una modalidad arrabalera del bajo porteño y creó de uno de los estilos clásicos femeninos de la interpretación del tango.
Aprendió a tocar la guitarra con Juan de Dios Filiberto, instrumento con el que acompañó durante años las canciones criollas en las cuales dio sus primeros pasos artísticos. Formó dúo con Rosita del Carril y desde 1924 se consagró al tango. En sus principios cantó en los teatros Empire y Esmeralda, y fue la primera en actuar en la radiotelefonía.
Su popularidad en Japón abrió el camino al tango en dicho país. Grabó para el sello Víctor durante treinta años acompañada por el trío de Ciriaco Ortiz. Como cantante abordó un repertorio de tangos fuertes. Es autora de los títulos De estirpe porteña, Carta brava y Oíme negro.
(Madrigal de las Altas Torres, Ávila, 1470 - Uruapán, 1565) Administrador colonial y eclesiástico español. Nacido en el seno de una ilustre familia gallega, estudió Humanidades y leyes en la Universidad de Valladolid y en 1528 fue nombrado miembro de la Real Chancillería vallisoletana. Por su preparación fue nombrado oidor de la segunda Audiencia de México, presidida por Ramírez de Fuenleal (1530-35), a la que se confió el asentamiento del orden jurídico en México, en sustitución al impuesto por los conquistadores.
Vasco de Quiroga
La espantosa miseria en que estaban sumidos los indios de la capital mexicana “vendidos, vejados y vagabundos por los mercados, recogiendo las arrebañaduras tiradas por los suelos”, como escribió, le indujeron a fundar en 1531 el hospital de Santa Fe, a dos leguas de la ciudad, donde atendía a enfermos y desamparados y aprovechaba para instruirlos en la Fe. Los naturales empezaron a poblar sus alrededores y los españoles se dirigieron por ello a la Audiencia para responsabilizar a Quiroga del despoblamiento que sufría gradualmente la capital mexicana.
El Oidor Quiroga fue destinado luego a Michoacán, para visitar la tierra y el trato que se daba a los tarascos. El letrado quedó nuevamente impresionado por lo que veía y especialmente por la esclavización de los naturales, a los que se marcaba con hierros candentes. En su informe al Presidente de la Audiencia condenó la práctica esclavista. Luego fundó otro hospital en Tzintzuntzan, junto al lago de Pátzcuaro, semejante al de México.
En 1535 regresó a la capital mexicana donde fue presentado como aspirante al cargo de obispo de Michoacán. Vasco de Quiroga había tomado los hábitos de San Francisco y estaba apenas tonsurado, pero fray Juan de Zumárraga avalaba su nombramiento para la diócesis vacante, por haber renunciado a la misma el dominico fray Luis de Fuensalida. Ordenado sacerdote en 1538, fue nombrado Obispo y recibió la consagración de manos de Zumárraga. Al año siguiente los obispos mexicanos se reunieron para restringir los bautismos masivos de indios a solo los catecúmenos y necesitados y encargaron a Quiroga el Manual de Adultos, impreso en 1540
Vasco de Quiroga fundó el hospital de San Nicolás de Tolentino y prosiguió con su experimento evangelizador de los hospitales, inducido por la lectura de la Utopía de Tomas Moro. Reunía a los naturales para imbuir en ellos ideales de fraternidad y auxilio mutuo. Constaban tales hospitales de una casa común para enfermos y dirigentes de la agrupación, y de casas particulares para los congregados, llamados familias, porque en ellas vivían sus miembros, con terreno anexo para huerta o jardín, estancias de campo y lugares para siembras y ganaderías.
El hospital era un cuadrado en uno de cuyos frentes estaba la gran enfermería de contagiosos y en otros los enfermos usuales. Los naturales trabajaban comunalmente durante seis horas y de su beneficio se pagaban los gastos del hospital, de la comunidad y de las escuelas; el resto se repartía entre los congregados. En los hospitales se enseñaba a los indios diversos oficios.
Su obra despertó gran estimación a los indios, que llamaban cariñosamente al Obispo el “Tata Vasco”. Vasco de Quiroga viajó a España en 1550 y durante su estancia fundó en Valladolid el convento franciscano de San Bernardino. En 1555 había vuelto a México, donde asistió al Concilio Provincial. Intentó luego ir al Concilio de Trento, pero no pudo lograrlo. En 1565 falleció en Uruapán en el trascurso de una visita pastoral.
Escribió Doctrina para indios, un tratado sobre la administración del bautismo, las Reglas y ordenanzas para la administración de los hospitales de Santa Cruz en México y Michoacán, así como algunos sermones. Lamentablemente fue acusado por Maturino Gilberti de haber cometido algunos errores graves contra la fe en sus obras de lengua tarasca, y principalmente contrarias al misterio de la Santísima Trinidad, lo que le valió un proceso del que no se vio exculpado hasta que el agustino fray Alonso de la Veracruz demostró su ortodoxia