Escritor y político español. Manuel José Quintana estudió leyes y filosofía en Salamanca, donde fue discípulo de Meléndez Valdés.
Fue amigo de Jovellanos y de Cienfuegos y asimiló a su formación neoclásica las doctrinas de la ilustración dieciochesca (como reflejan sus odas A la paz entre España y Francia, 1795, y Al combate de Trafalgar, 1805, y sus dramas El duque de Viseo, 1801, y Pelayo, 1805).
Tras la invasión napoleónica, Quintana se unió a los grupos liberales que luchaban por la independencia. En 1808 publicó sus Poesías patrióticas y fundó el Semanario patriótico, publicado primero en Madrid y posteriormente en Cádiz. Trabajó activamente en la política de estos años redactando los manifiestos de la secretaría general de la Junta Suprema.
Con la llegada de Fernando VII al trono, Quintana sufrió presidio, recobrando su libertad tras el levantamiento de Riego. La evolución política que siguió a la muerte del monarca le restituyó en sus cargos y honores (ministro del Consejo Real en 1834, presidente de la Dirección de Estudios en 1836, e instructor de Isabel II en 1840). En 1855 fue coronado por la reina Isabel II como poeta nacional.
Formalmente, la obra poética de Manuel José Quintana se ajusta a los patrones neoclásicos y, en cuanto a su temática, acerca de cuestiones humanitarias y políticas, se acerca a la de la generación romántica posterior. Es autor de las odas A la paz entre España y Francia (1795) y Al combate de Trafalgar (1805), de las antologías Colección de poesías castellanas (1807) y La musa épica (1833), de los dramas El duque de Viseo (1801) y Pelayo (1805), de tres volúmenes de Vidas de españoles célebres (1807, 1830 y 1833) y de unas Cartas a lord Holland (1852). En 1814 ingresó en la Real Academia Española
(Alegrete, 1906 - Porto Alegre, 1994) Poeta brasileño. Recibió una educación afrancesada debido a las circunstancias políticas que se dieron en su país a consecuencia de la Revolución del 27: en su casa se respiraba un ambiente de conspiración que les llevaba a dialogar en francés para no ser entendidos por la servidumbre.
Mario Quintana
Desde su primer trabajo (encargado de la sección de literatura extranjera en la librería Globo) estuvo directamente relacionado con el mundo de las letras, relación que se ensanchó aún más al empezar a colaborar en los periódicos O Estado do Rio Grande, O Correio do Povo y la revista Globo. Resulta anecdótico que viviera siempre en hoteles
El primer poemario de Quintana, el titulado A Rua dos Cataventos, data de 1940, y se compone de 35 sonetos. Le siguieron Sapato Florido (1948), O Aprendiz de Feiticeiro (1950) y Espelho Mágico (1951), que participan de los rasgos comunes de su quehacer poético: cierto carácter intimista, un estoicismo moderado y algunos apuntes surrealistas.
Mario Quintana se mantuvo siempre alejado de propuestas extremistas, como en el caso de la literatura combativa de la generación de 1945 o el experimentalismo exagerado del concretismo. Otras obras suyas, tal vez no tan logradas como las mencionadas, son Apontamentos de História Sobrenatural (1976), Esconderijos do Tempo (1980), Baú de Espantos (1986), Preparativos de Viagem (1987), A Cor do Invisível (1989) y Velório sem Defunto (1990). En general, su poesía evolucionó, formalmente, de los metros tradicionales al verso libre.
A parte de los trabajos de traducción a que se aplicó ( Guy de Maupassant, André Gide, Proust, Beaumarchais, Virginia Woolf, Aldous Huxley, J. Conrad), destaca su faceta de creador de aforismos, a los que llamó quintanares, mezcla de sentencias irónicas, glosas en la línea del pensamiento ilustrado francés y greguerías. Caderno H, A Vaca e o Hipogrifo y Da preguiça como método de trabalho (De la pereza como método de trabajo) corresponden a esta rama de su producción