Actor español. Francisco Rabal Valera nació el 8 de marzo de 1926 en la Cuesta de Gos, una pedanía de Águilas, Murcia. De origen humilde (padre minero, madre molinera, dos hermanos), contaba seis años cuando la familia se trasladó a Madrid, y allí comenzó a ayudar a la maltrecha economía de los suyos con lo que ganaba, en plena Guerra Civil, primero como vendedor de golosinas y luego como aprendiz en una fábrica de bombones.
Francisco Rabal en una imagen de 1996
Gracias a un cura conocido de la familia, consiguió más tarde el empleo que lo conduciría a su definitiva profesión, el de ayudante de electricista en los estudios cinematográficos Chamartín.
Su iniciación ante las cámaras se produjo gracias al director Rafael Gil, quien en 1946 lo incluyó como actor de reparto en dos de sus películas, La pródiga y Reina Santa. En el teatro, fueron fundamentales las recomendaciones del poeta Dámaso Alonso, el actor Luis Escobar y el director José Tamayo. En 1947 pasó a integrar el elenco de la compañía Lope de Vega dirigida por este último, del que formaba parte la actriz catalana María Asunción Balaguer. Se casaron en enero de 1951, y no obstante los confesos vaivenes sentimentales del actor a lo largo de su vida, ella fue su incondicional compañera hasta el último instante
Por entonces, Rabal estaba a punto de lograr su primer éxito teatral con La muerte de un viajante, de Arthur Miller. Un papel destacado que luego le permitió encabezar el reparto en obras como Edipo rey o Las brujas de Salem, junto a figuras reconocidas como Analía Gadé, Berta Riaza, Maruchi Fresno, Manuel Dicenta o Andrés Mejuto. Al mismo tiempo obtuvo papeles de protagonista en grandes éxitos del cine de la época, como Historias de la radio (1955), de José Luis Sáenz de Heredia, o Amanecer en puerta oscura (1957), de José María Forqué. Y pronto extendió esos primeros pasos e inauguró su carrera internacional a las órdenes de Gillo Pontecorvo en Prisioneros del mar (1957)
Actor sobrio y eficaz, dotado de una voz grave y pastosa, logró llamar la atención de realizadores extranjeros, con los que participó en numerosas películas relevantes. A fines de la década se produjo en México su encuentro con Luis Buñuel (Nazarín, 1958; Viridiana, 1961), decisivo en su trayectoria, que gozó en los años siguientes de su etapa más interesante gracias al trabajo con creadores como Juan Antonio Bardem (Sonatas, 1959; A las cinco de la tarde, 1960), Michelangelo Antonioni (El eclipse, 1961), Leopoldo Torre-Nilsson (La mano en la trampa, 1961; Setenta veces siete, 1963), Carlos Saura (Llanto por un bandido, 1963), Lucas Demare (Hijo de hombre, 1964), Manuel Antín (Intimidad de los parques, 1964), Claude Chabrol (María Chantal contra el doctor Kha, 1965), Jacques Rivette (La religiosa, 1966), Luchino Visconti (Las brujas, 1966), de nuevo Buñuel (Bella de día, 1966), o Glauber Rocha (Cabezas cortadas, 1970)
Nueva y fecunda etapa
(Francisco Rabanillo, Pasajes de San Juan, 1934) Modisto español. En 1967 abrió en París su propia casa de costura y fue el primero en impulsar la confección de prendas no tejidas o moldeadas en plástico, y en utilizar la piel en forma de correas. Sus creaciones siempre han estado caracterizadas por el contraste de colores violentos y metalizados, y se han extendido a complementos de la moda y a materiales de decoración. Se retiró como creador de alta costura en el verano de 1999